Elgar: retrato de un compositor

Elgar es un sorprendente documental filmado en blanco y negro que significó la consagración del británico Ken Russell (1927-2011) como cineasta.

Elgar
Por Música en México Última Modificación agosto 8, 2021

Realizado en 1962 para la serie Monitor de la BBC, Elgar es un sorprendente documental filmado en blanco y negro que significó la consagración del británico Ken Russell (1927-2011) como cineasta. Aunque ya había realizado un puñado de cortometrajes televisivos (Poet’s London, Architecture of Entertainment, Antonio Gaudí, The Light Fantastic  Lotte Lenya Sings Kurt Weil, Prokofiev: Portrait of a Soviet Composer, entre otros), fue con Elgar que Russell dio una admirable muestra de ingenio y habilidad artesanal al hacer entrega de un innovador trabajo llevado a cabo con un modesto presupuesto y un reducido equipo de colaboradores.  

Junto con el locutor y productor galés Huw Wheldon (1916-1986), Russell se propuso rescatar del olvido y la incomprensión la figura del compositor inglés Edward Elgar (1857-1934), que por ese entonces era menospreciado como mero autor de fanfarrias y marchas de corte patriotero. Arreglándoselas como pudieron con la poquísima información biográfica disponible (Elgar fue una persona muy reservada), Russell y Wheldon desarrollaron el guión de lo que estaba destinado a ser uno de los mejores documentales sobre música jamás filmados. Y es que Elgar no solo fue el primer programa de televisión británico dedicado a un artista con una duración de casi una hora (en contraste con las acostumbradas cápsulas de entre 20 y 25 minutos), sino que también fue el primer mediometraje documental donde se utilizó una original estructura narrativa que más tarde llegaría a ser común en el ámbito (y que hoy en día puede parecer harto sencilla, sin dejar de ser efectiva): a pesar de que habían pasado menos de 30 años desde la muerte del compositor —por lo que sin duda todavía se podían encontrar personas que lo hubieran conocido— Russell evita las tradicionales entrevistas y opta por una omnipresente narración en off (a cargo de Wheldon) que nos va proporcionando información y reflexiones sobre la vida de Elgar a la vez que se van alternando imágenes de archivo (fotografías y fragmentos de películas y noticiarios de época) con cuidadas dramatizaciones en las que se utilizaron actores para encarnar al músico, a su esposa Alice y a diversas personas de su entorno. Más aún, la recreación ficticia carece totalmente de diálogos, porque el objetivo de Russell no era narrar la historia de Edward Elgar, sino la historia de la música de Edward Elgar. De hecho, la propuesta visual del documental está construida alrededor de la banda sonora, y no al revés. Por eso, hacer hablar a los personajes solo hubiera conseguido desplazar el interés del espectador hacia la continuidad de los diálogos, dejando a la música en segundo plano.

Y es en ese original enfoque dado por Russell que radica el mayor interés de Elgar, puesto que en esta película la música no es un mero acompañamiento sino el sujeto en sí, que supedita a los demás elementos cinematográficos. Acertadamente, el cineasta evita las marchas y fanfarrias tan desestimadas por el público de su momento para concentrarse en obras como el majestuoso El sueño de Geronte (1900), la reflexiva Sinfonía No. 2 (1911) y el elegíaco Concierto para violonchelo (1919), ilustradas con bellas imágenes que buscan ser un equivalente visual del sensitivo universo sonoro y la compleja personalidad de Edward Elgar. De hecho, cuando utiliza la ineludible canción patriótica Land of Hope and Glory (1902) —quizá la obra más conocida e interpretada del compositor, que tomó la música de su Marcha No. 1 de Pompa y circunstancia y a la que el poeta Arthur Christopher Benson (1862-1925) puso letra— Russell hace una asociación visual con las espeluznantes imágenes de un noticiero de la Primera Guerra Mundial.

Desde la impresionante escena inicial, donde vemos al joven Elgar cabalgando en los hermosos paisajes de la campiña inglesa, hasta el poético final, donde la muerte del compositor es plasmada por medio del silencio de un gramófono, el resultado de esta singular propuesta cinematográfica es una vívida evocación del artista y su época, en la que Ken Russell permite hablar a la música para ayudarnos a conocer al hombre. El genio creativo y la curiosidad melómana desplegados por el cineasta en Elgar se verían confirmados en películas como Bartók (1964), The Debussy Film (1965) y Song of Summer (1968), realizadas antes de que empezara a caer en los delirantes excesos que se convirtieron en su sello personal a partir de la década de 1970. Cabe mencionar que Ken Russell volvió a abordar la vida de Edward Elgar en Elgar: Fantasía de un compositor en bicicleta (2002), película que ya abordamos en una ocasión anterior.

Por alguna razón, la única versión completa de Elgar que pudimos encontrar está dividida en cuatro partes, pese a que su duración no sobrepasa los 60 minutos. Agradecemos la comprensión de nuestros amables lectores ante este inconveniente. 

Parte 1:

Parte 2:

Parte 3:

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