Rossini

Filmado en blanco y negro, Rossini es un entretenido largometraje que abarca la vida del cisne de Pésaro.

Por Música en México Última Modificación julio 26, 2021

Con una prolífica y exitosa carrera iniciada en tiempos del cine silente y formada por más de 80 títulos en los que abarcó los más diversos géneros —desde la comedia (Elixir de amor, Tres caballeros de frac) hasta el melodrama (Abnegación de madre, Tormento del pasado) y el misterio (Tratado secreto), pasando por el drama histórico (Fra Diavolo, El caballero negro) y adaptaciones literarias (Los novios, Rojo y negro, Los últimos días de Pompeya)—, en 1942 el actor y director de cine italiano Mario Bonnard (1889-1965) dirigió Rossini, película producida para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Gioachino Rossini (1792-1868). 

Filmado en blanco y negro, Rossini (también conocido como Arte y amores de Gioachino Rossini) es un entretenido largometraje que abarca la vida del cisne de Pésaro entre 1815 y 1827, sus años más productivos como compositor para los escenarios operísticos más importantes de Europa, entrelazando su obra artística con sus relaciones sentimentales, sobre todo la que estableció con la soprano y mezzosoprano Isabella Colbran (1784-1845), prima donna del Teatro San Carlos de Nápoles, con quien se casó en 1822 y para la que escribió numerosos papeles (la Desdémona de Otelo ,la Zoraide de Ricciardo e Zoraide, la Anna de Maometto secondo y los protagónicos de Isabel, reina de Inglaterra, Armida, Ermione, La dama del lago, Zelmira y Semiramide, entre otros).

Tras la fría recepción que tuvieron en Milán y Venecia, respectivamente, El turco en Italia y Sigismondo, ambas estrenadas en 1814, Rossini se traslada a Nápoles en 1815 para encargarse de la dirección musical del importante Teatro de San Carlos, a petición del empresario teatral Domenico Barbaja (1777-1841), director general de dicho recinto y amante de Isabella Colbran. Sin embargo, inicialmente la llegada de Rossini no agrada al celoso mundo musical napolitano, que vio amenazada su tradición operística —encarnada en la figura del veterano Giovanni Paisiello (1740-1816)—. Incluso, cuando Rossini estrenó su versión de El barbero de Sevilla en febrero de 1816, una parte del público —fieles partidarios de Paisiello, quien en 1782 había estrenado una ópera con el mismo título— intentó boicotear lo que consideraba una afrenta del recién llegado. Afortunadamente, pronto el joven Rossini se gana el aprecio y la admiración de los melómanos napolitanos con óperas como Otelo (1816), Moisés en Egipto (1818) y La dama del lago (1819), a las que siguieron exitosas obras como La urraca ladrona (escrita en 1817 para La Scala de Milán) y La Cenicienta (escrita el mismo año para el Teatro Valle de Roma). El inquietante clima político de Nápoles consigue poner nervioso a Rossini, que acepta unirse a Barbaja en una gira musical por Viena (con la secreta intención de no volver a Nápoles). Fue ahí donde escuchó la sinfonía Eroica de Ludwig van Beethoven (1770-1827), que lo impresionó de tal manera que decidió entrevistarse con el gran compositor. A su regreso de Viena, Rossini estrena en La Fenice de Venecia Semiramide (1823), ópera que no solo fue su último trabajo en Italia, sino que también marcó el principio del fin de la carrera como cantante de Isabella Colbran, cuya voz se encontraba en franco declive. En noviembre de 1823, la pareja viaja a Londres, donde protagoniza una decepcionante temporada en el King’s Theatre. En 1824, tras una desastrosa aparición en Zelmira, Isabella Colbran se retira de los escenarios a los 42 años de edad. Entonces la pareja viaja a París, donde Rossini no tarda en adaptar su estilo compositivo a la moda imperante, despojada de florituras, con infaltables segmentos de baile y una mayor participación del coro. Cierra la película la muerte de Anna Guidarini, madre de Gioachino Rossini, acaecida en 1827. Este suceso dejará un tremendo vacío en el alma del compositor, que solo escribirá dos óperas más —El conde Ory (1828) y Guillermo Tell (1829)— antes de hundirse prácticamente en el silencio total durante el resto de su vida.

Filmada en plena Segunda Guerra Mundial, Rossini es una película que cuenta con majestuosas puestas en escena operísticas, una espléndida adaptación de época y un destacado elenco encabezado —con un admirable parecido físico— por el versátil actor Nino Besozzi (Kiki, I due misantropi, Barbablù) como Gioachino Rossini. Lo acompañan Paola Barbara (El puente de los suspiros, El sótano, Nerón y Mesalina) como Isabella Colbran y la actriz austriaca Greta Gonda como la bailarina Teresa Coralli. Camillo Pilotto (Escipión, el africano, Los hermanos Castiglioni, Marco Polo) como el empresario Domenico Barbaja, Paolo Stoppa (Casa Ricordi, Rocco y sus hermanos, Érase una vez en el Oeste) como el poeta Tòttola y Armando Falconi (Patatrac, Los novios, La muchacha de Moscú) como un alegre y entusiasta rey Fernando I de las Dos Sicilias proporcionan algunos de los momentos más memorables de la película. Cesare Fantoni (La fuerza bruta, Los dos Foscari, Las aventuras de Hércules) y Oreste Fares (Vivir, Manon Lescaut, La locura de un actor) hacen una breve aparición encarnando, respectivamente, a los compositores Niccolò Paganini y Giovanni Paisiello, mientras que el destacado Memo Benassi (La mujer de todos, Escipión, el africano, Mesalina) hace entrega de un inolvidable Ludwig van Beethoven.

Como era de esperar, la banda sonora de Rossini es magnífica. Además de las oberturas de El barbero de Sevilla y La urraca ladrona, incluye una soberbia interpretación de la famosa aria La calunnia è un venticello de El barbero de Sevilla a cargo del famoso bajo Tancredi Pasero (1893-1983) en el papel de Don Basilio. La mezzosoprano Gianna Pederzini (1900-1988), el barítono Mariano Stabile (1888-1968), el tenor Enzo de Muro Lomanto (1902-1952), el bajo Vito de Taranto (1913-1991), el tenor Piero Pauli (1898-1967) y la soprano Gabriella Gotti hacen su aparición interpretando arias y escenas de óperas como Isabel, reina de Inglaterra, Zelmira, El barbero de Sevilla, Otelo y Moisés en Egipto.

Mención aparte merece el emotivo encuentro, en Viena, entre el exitoso Rossini y un melancólico Ludwig van Beethoven, entonces ya sordo. Con el famoso Allegretto de la Séptima Sinfonía del genio de Bonn como fondo musical y en una solemne atmósfera dominada por una oscuridad avasalladora, Bonnard nos obliga a concentrarnos en los contrastantes rostros de ambos compositores —lozano y rozagante el de Rossini; agotado y permeado de una indefinible tristeza el de Beethoven—. Cordial, Beethoven se acerca a un profundamente emocionado Rossini y le tiende la mano al tiempo que lo felicita por El barbero de Sevilla. Cuando el joven compositor italiano le muestra algunas de sus óperas serias, el maestro alemán le aconseja no escribir nada que no sea ópera bufa porque su música es un grito de alegría, lo cual atribuye a una vida afortunada. Sin poder contenerse más, Rossini expresa su admiración por Beethoven y afirma que es un genio. Beethoven le responde, no sin cierta amargura, “… o un infeliz”.
Desafortunadamente, la única copia de Rossini que pudimos encontrar se encuentra en su idioma original, italiano, sin subtítulos. Esperamos que esto no sea impedimento para que nuestro amable lector disfrute esta película.

Música en México
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