Gala Wagner en la Sala Neza bajo Latham-Koenig

por Ricardo Rondón Gran expectativa despertó la programación el sábado 26 y domingo 27 del primer acto de La Valquiria de Richard Wagner, naturalmente en […]

Por Música en México Última Modificación noviembre 7, 2013

por Ricardo Rondón

Gran expectativa despertó la programación el sábado 26 y domingo 27 del primer acto de La Valquiria de Richard Wagner, naturalmente en forma de concierto. Con una duración de aproximadamente una hora, la temperatura y emotividad de esta maravillosa música nos transportó al Valhalla y la excelente entrada respondió a la entrega de los artistas. El titular de la OFUNAM Jan Latham-Koenig tiene amplia experiencia en el mundo operístico y sabe trabajar con voces. Dio ejemplo de un acompañamiento íntegro y apasionante en donde jamás ahogó a los solistas con decibeles exagerados. La Orquesta no estaba al nivel que hemos alabado en las últimas actuaciones y debemos señalar que desde la tempestuosa Introducción, los cornos y trombones emitieron un sonido lleno de pifias, desafinaciones y malas entradas,. Esto se continuó en todo el concierto y es una lástima que esa enfermedad llamada “cornitis aguda” no ha quedado curada. El resto de la orquesta estuvo bien y cobró vida esta escena de la segunda ópera de la Tetralogía: El Anillo de los Nibelungos. El argumento lleva a Siegmund a buscar refugio en la casa de Hunding en donde es recibido por su triste esposa, Sieglinde. Florece una atracción inmediata y cuando llega Hunding descubre que Siegmund es hijo de su enemigo mortal Wälse. Lo reta a un duelo a muerte la mañana siguiente porque no puede quebrantar las reglas de la hospitalidad. Sieglinde coloca un somnífero en el brebaje de su brusco esposo. Ella ha sido forzada a casarse con Hunding y desde luego no lo ama. Siente de inmediato una atracción por el visitante y nace una pasión en donde descubren que son los hijos gemelos de Wälse. La parte final es una rapsodia amorosa en donde se declaran hermanos y esposos y huyen al bosque a consumar su amor. El producto será el héroe Siegfried, pero esa es otra ópera.


Aunque no los conocíamos, contamos con tres intérpretes dignos, profesionales y comprometidos. La soprano Jane Irwin (Sieglinde) tiene una voz grande y atractiva que se abre al registro alto con fuerza y seguridad. Domina todos los aspectos vocales y maneja los textos como si su vida dependiera de ello. El tenor Peter Wedd (Siegmund) le dio virilidad y entrega al héroe llegando a momentos muy elocuentes hacia el final de la escena. Su voz media se escuchó impura al principio pero conforme se fue calentando creció en calidad y volumen. Admiramos su musicalidad y obvia identificación con Wagner. El bajo y villano de la ópera fue Hunding encarnado por Clive Bayley, poseedor de un sonido enorme que inundó la Sala Neza con intensa expresividad. Bayley cantó de memoria y cuando el personaje se retira a dormir, se sentó y daba la impresión de estar en plena siesta. Es un artista importante y los tres invitados trabajaron notablemente como equipo.

Lathan-Koenig se entregó con entusiasmo a la dirección y muchas de sus ideas y tiempos nos gustaron. Lástima que no contó con el apoyo técnico y musical de los metales. El público salió feliz de esta gran experiencia y finalmente escuchamos a solistas vocales que se dejan oír sin esfuerzo de nuestra parte. La Gala Wagner fue un triunfo especial en lo que a programación se refiere. Fue un antídoto efectivo después de sufrir la representación de La Naríz de Shostakovich el día anterior.


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