Boris Berezovski, piano
Orquesta Sinfónica Estatal de Rusia
Cuando Stravinski se mudó de Suiza a Francia en junio de 1920, el compositor no podía prever los tremendos cambios que iban a ocurrir tanto en su vida personal como artística. En febrero de 1921 conoció a la artista Vera de Bosset, quien se convertiría en su compañera durante 50 años, los primeros 18 de los cuales llevaron al compositor a llevar una doble vida con respecto a su esposa y familia. En el ámbito artístico, Stravinski, ahora un exiliado ruso como resultado de la Revolución bolchevique, se encontró en un París dominado intelectualmente por el movimiento neocatólico francés conocido como neotomismo, basado en los principios de la escolástica medieval derivada de los escritos de Tomás de Aquino. El neotomismo enfatizaba la obra de arte como un artefacto de orden, forma, disciplina y, sobre todo, trabajo y artesanía al servicio de algo distinto o trascendente de las emociones del artista; en resumen, lo universal. Este movimiento “neoclásico” fue una reacción al desorden percibido, la falta de forma y de disciplina de una estética que fomentaba la expresión individual de un artista de emociones descontroladas; en una palabra, romanticismo.
Al entrar en este entorno intelectual, Stravinski decidió repensar su posición estética y comenzó a formular una filosofía propia. Este cambio en su pensamiento musical tuvo lugar durante el breve período de dos meses entre la finalización de su Sinfonía para instrumentos de aliento (generalmente reconocida como la última obra de su período “ruso”) el 30 de noviembre de 1920, y el fugato del Octeto para instrumentos de aliento de 1921.
El cambio estético es más notable por la apropiación de Stravinski de las formas del siglo XVIII como modelos formales, y su nuevo énfasis tanto en los instrumentos de aliento como en el piano, en busca de la claridad de una música absoluta, libre de asociaciones por fuera de sí misma. Stravinski completó el Concierto para piano e instrumentos de aliento el 21 de abril de 1924. Después de escuchar un ensayo privado en París, el director Ernest Ansermet le contó a un amigo: “Acabo de escuchar el Concierto para piano de Stravinsky, interpretado admirablemente por el compositor. Es una obra muy importante … ¡en la línea del Octeto pero con un estilo más monumental y cercano a Bach!” Fiel a un concierto del siglo XVIII, el de Stravinski se compone de tres movimientos: rápido con introducción lenta, lento, rápido. Béla Bartók dijo: “La opinión de algunas personas de que el estilo neoclásico de Stravinski se basa en Bach, Handel y otros compositores de su época es bastante superficial… recurre sólo al material de ese período, a los patrones de Bach, Handel, pero Stravinsky utiliza este material a su manera, ordenándolo y transformándolo según su propio espíritu individual…. Si hubiera intentado también trasponer el espíritu de Bach o Handel a su música, el resultado habría sido la imitación y no la creación.”
Fuente: Steve Lacoste para la Filarmónica de Los Ángeles.
Comentarios