Con una tan extensa como variada filmografía que abarca desde la comedia (El novio misterio, 1938) y el drama (Sperduti nel buio, 1947) hasta el film noir (El hombre del guante gris, 1948) y el terror (Un angelo per Satana¸1966) —pasando por clásicos ineludibles como Los maridos (1941), algunos de los abundantes títulos protagonizados por el popular cómico Totó (Totó va al infierno, Totó, Peppino y los forajidos, Totó en París, entre otros) y hasta un filme alemán (Land der Sehnsucht, 1950) y otro brasileño (Areião, 1952)—, el prolífico e inclasificable cineasta italiano Camillo Mastrocinque (1901-1969), que también firmaba sus trabajos con el ingenioso nombre de Camillo Mastro 5, dirigió a lo largo de su carrera un puñado de películas relacionadas de una u otra manera con el mundo de la ópera: Regina della Scala (1937) —protagonizada por la soprano Margherita Carosio (1908-2005)—, Don Pasquale (1940) —adaptación de la ópera de Gaetano Donizetti—, Fedora (1942) —adaptación de la ópera de Umberto Giordano—, El secreto de Don Giovanni —protagonizada por el barítono Gino Bechi (1913-1993)—, Fígaro, el barbero de Sevilla (1955) —protagonizada por el gran barítono Tito Gobbi (1913-1984)— y el drama biográfico Il cavaliere del sogno (1947), también conocido como El caballero sin nombre, La vida de Donizetti o El infierno de los amantes, donde el cineasta se sirve de un episodio amoroso ficticio para bocetar la vida del gran compositor Gaetano Donizetti (1797-1848).
La historia inicia en Bérgamo, en 1848. Un carruaje recorre las calles de la ciudad, y dentro de él viaja una acongojada Luisa della Cerchiara, que va a visitar al moribundo Gaetano Donizetti, quien acaba de ser trasladado a su ciudad natal tras una estancia de varios meses en un manicomio de París. Perdida la razón, el compositor parece incapaz de reconocer a Luisa, quien se hunde en la evocación del momento en que conoció a Donizetti: era septiembre de 1835, y en el Teatro de San Carlos de Nápoles tenía lugar el ensayo general previo al estreno de Lucia de Lammermoor. Atraída por la curiosidad, Luisa entra al recinto y ahí, sin saber con quién estaba hablando, tiene su primer contacto con Gaetano Donizetti. Por su parte, el compositor queda prendado de la joven, a quien encuentra de nuevo en un recital al que asiste como invitado. La atracción es mutua, y parece que un ardiente romance está en puerta. Sin embargo, Donizetti no puede hacer nada más que suspirar en silencio y dejar pasar la oportunidad, porque está casado con Virginia Vasselli. Pero Virginia muere en 1837, durante una epidemia de cólera. La acción pasa entonces a agosto de 1840. Antes de viajar a Milán para preparar la versión italiana de La hija del regimiento, el ahora viudo compositor se aloja durante unos días en un hotel en la comuna suiza de Silvaplana. Ahí vuelve a encontrarse con Luisa, la pasión renace, y la pareja pasa los que tal vez sean los momentos más felices de su vida. Pero Luisa se ve obligada a marcharse sin decir adiós a Donizetti, y el desconcertado compositor regresa, desolado, a Bérgamo. En las calles de la ciudad se respira una incómoda tensión por causa de la creciente presencia de militares austriacos, y una turbulenta intriga política de corte anarquista empieza a desplegarse alrededor de nuestro protagonista. Peor para él: como si de una mala broma del destino se tratase, se topa una vez más con Luisa, quien ahora está casada con un prepotente mariscal austriaco…
Quizá Il cavaliere del sogno sea un filme con exceso de melodrama y poca fidelidad a la biografía de Gaetano Donizetti, pero es un trabajo que merece verse porque en él Camillo Mastrocinque buscó ir más allá del biopic convencional. Así, utiliza con acierto el recurso proustiano de la evocación desencadenada a partir de pequeños detalles que formaron parte del pasado para abordar los últimos años en la vida de Gaetano Donizetti por medio de una estructura fragmentada apoyada en el flashback. También hace lo posible por evitar la glorificación del protagonista, presentándolo sencillamente como un hombre de su tiempo, afortunado en el mundo de la música y desafortunado en el mundo del amor. De hecho, lo que en verdad alcanza proporciones épicas en Il cavaliere del sogno es el trágico idilio entre Donizetti y Luisa, el cual es narrado con garbo y decoro por el cineasta. Aunque el ritmo narrativo posee un admirable tono despreocupado, los espectadores no podemos menos que acongojarnos al ver cómo la pareja es arrastrada por una pasión que los sobrepasa y que sabemos los conducirá, inevitablemente, a un doloroso destino, lo cual queda de manifiesto cuando una indiscreta camarera pregunta, al verlos besarse por primera vez en una de las escenas del hotel suizo, “¿Están casados?”. “Por supuesto”, le responde un fiel sirviente, “pero es un secreto. Nadie lo sabe, ni siquiera ellos”.
Otro punto a favor de esta pseudobiografía de Gaetano Donizetti es el espléndido desempeño del reparto, encabezado por Amedeo Nazzari (Las noches de Cabiria) como un irónico y atormentado Gaetano Donizetti de arrolladora personalidad; la guapa Mariella Lotti (Primavera que muere) como Luisa della Cerchiara; Mario Ferrari (La mujer de todos) como el vengativo príncipe austriaco von Walternburg; Dina Sassoli (Los novios) como Virginia Vasselli; el legendario tenor Tito Schipa (1888-1965) como el cantante y compositor francés Gilbert Duprez (1806-1896), quien estrenó el papel de Edgardo en Lucia di Lammermoor, y Rubi D’Alma (Crónica de un amor) como la baronesa Scotti (1825-1905), quien acogió en su hogar a Donizetti —ya afectado por la demencia— y le prodigó los más atentos cuidados hasta su muerte. De hecho, el escenario donde agoniza el compositor es una fiel reconstrucción elaborada con los objetos y muebles auténticos de aquél oscuro momento, proporcionados por el Museo Donizettiano de Bérgamo.
En cuanto a la parte musical, tratada con gran sensibilidad, los fragmentos de obras de Donizetti que se escuchan a lo largo del filme (Lucia di Lammermoor, El elíxir de amor, Don Pasquale) fueron transcritos y adaptados por el prolífico compositor Alessandro Cicognini (1906-1995), quien cuenta en su haber con las bandas de sonoras de películas como Ladrón de bicicletas (Vittorio De Sica, 1948), Milagro en Milán (Vittorio De Sica, 1951) y Dos centavos de esperanza (Renato Castellani, 1952). La interpretación corrió a cargo de la Orquesta y el Coro del Teatro de la Ópera de Roma bajo la batuta del maestro Vincenzo Bellezza (1888-1964), con la participación de la soprano Angelica Tuccari.
Desafortunadamente, la única copia de Il cavaliere del sogno que pudimos encontrar se encuentra hablada en su idioma original, italiano, pero sin ningún tipo de subtítulos. Esperamos que esto no sea impedimento para que nuestro amable lector la disfrute.
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