por Ricardo Rondón
Con tristeza recibimos la noticia que el 25 de noviembre de 2013 falleció en Milán, Italia la mezzosoprano Oralia Domínguez, sin duda, la cantante mexicana más importante de nuestros tiempos. Tuvimos el honor de conocerla y hacernos amigos cuando vino a México a participar en el Réquiem de Verdi que abría la temporada de la Filarmónica de las Américas. Esto fue en julio de 1976. Solamente agregaremos que la intervención de Oralia electrizó e hipnotizó al público que la aclamó al finalizar el evento.
Oralia nació en San Luis Potosí el 25 de octubre de 1925 y estudió en el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México. Su talento musical y extraordinario timbre de mezzosoprano llamaron de inmediato la atención. Durante su primer año allí, Carlos Chávez la distinguió para intervenir en La Demoiselle élue de Debussy. Siguieron conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional trabajando al lado de Chávez, que la llevó de solista en sus propias composiciones. También cantaba en las temporadas de ópera y ofrecía recitales en diversos sitios del país. En 1953 hizo su debut europeo en el Wigmore Hall de Londres. Dio conciertos en Francia, España, Holanda y Luxemburgo siguiendo otros países en donde su fama era clara. Su debut dentro del mundo operístico en la primavera de 1953 la llevó al Teatro Alla Scala. Ese mismo año participó con las huestes de La Scala en el Réquiem de Verdi dentro del Festival de Lucerna. La radio, especialmente en las estaciones italianas, contribuyó a su fama. En 1954 debutó en el Teatro San Carlo de Nápoles bajo Tulio Serafín. En Bruselas fue dirigida por Igor Markevitch, en París la batuta fue de Ataulfo Argenta, en Viena trabajó con Paul Kletzki y Herbert Von Karajan. Todo esto fue en conciertos con las mejores orquestas del mundo. En 1955 debutó en el Covent Garden de Londres en el estreno de A Midsummer Marriage de Sir Michael Tippett. Muy pronto la llamó el Festival de Glyndebourne en donde hizo Arnalta en La Coronación de Popea de Monteverdi cuya grabación es uno de los tesoros de la etiqueta EMI. Su relación con la Scala continuó y fue considerada una de las cantantes más distinguidas de Europa.
En México la escuchamos varias veces en vivo gozando de la belleza de su voz, su proyección dramática de cada personaje, una línea musical intachable y personalidad radiante. Como Eboli, en Don Carlo (Verdi), en agosto de 1957, bastó la deliciosa Canción Sarracena (Canción del velo) para que se le entregara el público. En todos sentidos fue memorable. Siguió una Suzuki de la Madama Butterfly de Puccini, montada con prisa pero con Irma González y Giuseppe Di Stefano. Su Suzuki fue un ser de gran humanismo y capaz de soportar el dolor de su ama. En 1965 regresó a Bellas Artes como Mrs. Quickly en un glorioso Falstaff de Verdi. Irradiaba simpatía, ritmo escénico y un timbre maravilloso. La simpatía natural de Oralia le daba un toque de gracia que no hemos visto en ninguna otra interpretación de la parte.
Tuvo el honor de ser elegida por Herbert Von Karajan para cantar Erda en la edición completa de la DG del Anillo de los Nibelungos de Wagner que posteriormente se montó en el Festival de Salzburgo. Sus ricos tonos armónicos y autoridad le dan prestancia y belleza a la parte. Nos platicaba que Karajan era una persona con quien se trabajaba al 150% y se sentía un cuidado personal agradable. Sin embargo,”si te lo encontrabas en la calle, ¡no te saludaba!”. Este Anillo es obtenible en CD y lo recomendamos. Participa en La Gioconda de Ponchielli en Decca, Il Tabarro (RCA), Coronación de Popea (EMI) y una Aïda pirata de México en sonido antidiluviano pero el oído humano es una maravilla en lo que a ajuste se refiere y resulta tolerable. Ella está magnífica como Amneris. La protagonista es Maria Callas, que intercala un mi bemol al terminar la escena triunfal provocando un pandemónium en Bellas Artes. Todas estas grabaciones la captan en plenitud y hace poco DG editó un CD en donde interpreta obras de Donizetti, Rossini, Verdi, Cilea y Bizet. Su voz aterciopelada y tono obscuro de mezzo son irresistibles en todos los registros. Oralia fue una gran artista y muy generosa en la forma de prodigar su talento al público. La vamos a extrañar. Durante años vivió en Milán, recluida y sin que nadie que conozcamos supiera cómo escribirle. Prefirió la privacidad y se lo respetamos. A diferencia de otros cantantes, supo retirarse a tiempo. ¡Viva Oralia Domínguez!
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