por José Antonio Palafox
No encontramos en Menfis, capital del Imperio Antiguo de Egipto. El valiente guerrero egipcio Radamés está enamorado y es correspondido por Aida, una hermosa cautiva etíope que ha sido convertida en esclava de Amneris, la hija del faraón. Pero Radamés no sabe que Aida es hija del rey etíope Amonasro, y tampoco sabe que Amneris está enamorada de él. Entonces estalla una nueva guerra entre Egipto y Etiopía, y Radamés es elegido general de las tropas egipcias. Esto pone en difícil situación a Aida, porque su alma se debate entre la lealtad a su patria y el amor por el guerrero enemigo. Sin embargo, puede más su corazón y ella también se une a quienes le desean a Radamés que regrese vencedor. Mientras el guerrero está ausente, Amneris, quien sospecha que algo sucede entre Aida y Radamés, se las arregla para hacer confesar a Aida la verdad acerca de sus sentimientos. Furiosa, Amneris le revela a Aida que también ella ama a Radamés y jura vengarse. Radamés regresa triunfante, y el pueblo lo aclama. Entre los prisioneros etíopes que lleva consigo, está el padre de Aida. Para complicar las cosas, el faraón otorga a Radamés como recompensa por su éxito militar la mano de Amneris…
Empieza así la trágica historia de Aida, una de las óperas más famosas y representadas de Giuseppe Verdi (1813-1901), escrita en colaboración con el poeta y novelista Antonio Ghislanzoni (1824-1893) tomando como base un argumento del egiptólogo francés Auguste Ferdinand Mariette (1821-1881). En 1869, Ismail Pachá, jedive (virrey) de Egipto, comisionó a Verdi una obra para inaugurar el Teatro de la Ópera del Jedive en El Cairo como parte de los festejos por la finalización de la construcción del Canal de Suez. Sin embargo, parece ser que Verdi declinó el encargo argumentando que él no escribía “música de ocasión”. Otras versiones afirman que Verdi no tuvo la partitura de Aida lista en la fecha programada, y algunas más señalan que el estallido de la guerra franco-prusiana fue la razón de que el estreno tuviera que posponerse. El caso es que al final el Teatro de la Ópera del Jedive tuvo que ser inaugurado con Rigoletto, y no fue sino el 24 de diciembre de 1871 que Aida se estrenó en ese lugar.
El éxito de Aida fue inmediato, y es que se trata de una ópera realmente espectacular y emotiva, con un gran despliegue escénico, una partitura propositiva y una sólida trama que no ha dejado de cautivar lo mismo al público diletante que a los más entendidos durante generaciones. En ella, Verdi da rienda suelta a un poco conocido exotismo dentro de su carrera, imprimiendo a su música un colorido “oriental” que pueden apreciarse sobre todo en las partes orquestales, así como en los melancólicos solos de oboe y en la fascinante combinación cromática entre la flauta y el arpa que se puede escuchar al inicio del segundo acto. La estructura musical de Aida es técnicamente notable por su originalidad, y en ella Verdi logra crear efectos inigualables como la escena nocturna a orillas del Nilo con que inicia el tercer acto, en la cual recrea el sonido del agua, o el dueto final entre Aida y Radamés, donde la cada vez más breve duración de las frases entrecortadas que ambos pronuncian sugiere de manera genial su progresiva dificultad para respirar en el encierro de su tumba.
Ópera de marcados contrastes que nos lleva de una apabullante grandilocuencia a un final íntimo y sereno, Aida demanda intérpretes realmente experimentados que sepan salir, como Radamés, triunfantes frente a la demandante partitura de Verdi. La protagonista debe ser interpretada por una soprano lírico spinto que sea capaz de impregnar con una fuerte intensidad dramática el más íntimo lirismo para reflejar la lucha interna que desgarra a Aida, por ejemplo en el aria Ritorna vincitor!. Aunque no posee un aria propia, también el de Amneris es un papel difícil que requiere una mezzosoprano de voz sólida, con un registro agudo impecable y que pueda recorrer sin problemas los variados estados de ánimo que van de la sospecha al dolor, pasando por la furia y la impotencia. Por su parte, el de Radamés es uno de los papeles más temidos por los tenores, ya que no solo se exige un tenor lírico spinto que no se deje intimidar por el constante acompañamiento de enjundiosos trombones y trompetas, sino que sea capaz de superar la difícil romanza inicial (Celeste Aida) donde el guerrero expresa su amor, y es que la ópera no tiene ni cinco minutos de haber empezado cuando ya se le piden al tenor, que aún no ha “calentado” su voz, tremendas audacias vocales que culminan en un si bemol que debe disolverse en un delicado pianissimo. Pocos cantantes han sido capaces de llevar hasta sus últimas consecuencias este hermoso efecto, y la gran mayoría simplemente opta por cortar de tajo la nota.
Como dato curioso, cabe mencionar que uno de los momentos más esperados por el público es la celebración de la victoria de los egipcios con que inicia el segundo acto. En ella se escucha una famosísima fanfarria que ha adquirido vida propia como la “marcha triunfal de Aida”. Para esta escena cuya música ha acompañado a tantas quinceañeras y recién graduados a lo largo de los años, Verdi empleó no solo los instrumentos de metal clásicos, sino también unos instrumentos que pasaron a la historia con el nombre de “trompetas de Aida”. Se trata de unas trompetas con un diseño similar al de las auténticas trompetas egipcias de la antigüedad, de poco más de metro y medio de largo, con forma totalmente recta y sin pistones. La partitura pide seis de estos instrumentos, tres afinados en la y tres en si, y por lo general se les da un lugar especial en el escenario para que el público pueda apreciarlos mientras se deleita con su majestuoso sonido.
El próximo 6 de octubre a las 12:00 p.m. el Auditorio Nacional se vestirá de gala para dar inicio a la temporada 2018-2019 de las proyecciones Live in HD del Met de Nueva York con Aida de Giuseppe Verdi. En los papeles principales estarán la reconocida soprano ruso-austríaca Anna Netrebko (Aida), el tenor letón Aleksandrs Antonenko (Radamés) y la mezzosoprano georgiana Anita Rachvelishvili (Amneris). Al frente de la orquesta del Met estará el maestro Nicola Luisotti.
Giuseppe Verdi: Gloria all’ Egitto (Aida) / Orquesta y coro del Met, dirige Daniele Gatti
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