En el primer capítulo de esta miniserie vimos cómo Giuseppe Verdi empezó a labrarse un nombre dentro del mundo de la música, en parte gracias al apoyo del empresario Antonio Barezzi, con cuya hija, Margherita, contrajo matrimonio en 1836. La fortuna parecía empezar a sonreírle al joven compositor, cuya felicidad aumentó con el nacimiento, en marzo de 1837, de su hija Virginia, seguido por el nacimiento, en julio de 1838, de su hijo Icilio Romano. Sin embargo, en agosto de ese mismo año dio inicio una larga serie de tragedias, desdichas y fracasos que golpearon a Verdi de tal manera que incluso llegó a pensar en abandonar su carrera como compositor. Afortunadamente, el empresario Bartolomeo Merelli (1794-1879) puso en manos del desesperado artista el libreto de una ópera que cambiaría su vida para siempre: Nabucco.
Musicalmente, así como en el capítulo anterior disfrutamos de la famosa aria Una furtiva lágrima de la ópera El elixir de amor (1832) de Gaetano Donizetti interpretada por el elegante tenor lírico ligero Cesare Valleti (1922-2000) con la orquesta de la RAI de Roma bajo la dirección del maestro Gianandrea Gavazzeni (1909-1996), y de Oh, quante volte de la ópera Capuletos y Montescos (1830) de Vincenzo Bellini en la interpretación de la destacada soprano Antonietta Pastori (1929) con la misma orquesta pero ahora dirigida por Lorin Maazel (1930-2014), en este segundo episodio podremos deleitarnos con la voz del bajo barítono estadounidense Simon Estes (1938) y la participación de la orquesta y el coro del Teatro Comunale di Bologna bajo la batuta de Zoltán Peskó (1937-2020) en Oberto, conde de San Bonifacio (1839), la primera ópera de Verdi, y de la orquesta y el coro de la RAI de Milán bajo la dirección del maestro Alfredo Simonetto en un fragmento de Un giorno di regno (1840), paradójicamente una ópera de tema cómico que Verdi compuso en el que quizá fue el periodo más amargo de su vida.
Capítulo 2
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