A su regreso de Rusia, Verdi —ya en plena madurez—se dedicó a hacer mejoras a su finca de Sant’Agata y a rehacer partes de Macbeth, esa intensa obra maestra con la que había empezado a desarrollar su innovador concepto del drama musical (el cual rompía con las convenciones tradicionales de la ópera italiana) quince años antes. La nueva versión, estrenada el 21 de abril de 1865 en París, fue recibida con frialdad por el público, pero el compositor recibió el encargo de una ópera que sería estrenada en el marco de la Exposición Universal de 1867: Don Carlos.
En 1867, mientras Verdi se encuentra en París, mueren su padre, Carlo Giuseppe, y su antiguo mecenas y suegro, Antonio Barezzi. En ese mismo año, Verdi y su esposa adoptan legalmente a Filomena Maria Verdi, una pequeña de siete años que es prima segunda del compositor y que se convertirá en su heredera. Por otro lado, el estreno de Don Carlos en la Ópera de París provocó opiniones encontradas: mientras que algunos críticos aplaudieron su solemne recreación del rígido mundo cortesano de la España del siglo XVI y la representación de la lucha del individuo contra la opresión política y religiosa, otros acusaron a Verdi de estar “wagnerizándose”. Y es que en esos mismos años las óperas de Richard Wagner (1813-1883) —el otro gran titán del drama musical— sacudían ya los escenarios de ópera europeos.
El 5 de marzo de 1868 el joven compositor y libretista Arrigo Boito (1842-1918) —quien jugará más adelante un papel importante en las últimas producciones operística de Giuseppe Verdi— dirigió el desastroso estreno de su ópera Mefistófeles en La Scala de Milán. Mientras tanto, Verdi trabaja en correcciones a La forza del destino, cuya segunda versión se estrena el 27 de febrero de 1869 en La Scala. El papel de Leonora es interpretado por la soprano checa Teresa Stolz (1834-1902), quien —al igual que Boito— tendrá más adelante un papel importante en la vida de Verdi.
En noviembre de 1869 se inaugura una de las mayores obras de ingeniería de la época: el Canal de Suez. Como parte de los festejos por tan admirable proeza, el gobierno de Egipto encarga a Verdi una ópera que será estrenada en El Cairo dos años después: Aida. Para entonces, la amistad entre Verdi y el director de orquesta Angelo Mariani (prometido de Teresa Stolz) ha quedado destruida a raíz de un malentendido durante la organización de la composición de una misa colectiva en memoria del gran Gioachino Rossini, que había muerto en noviembre de 1868. Además, Verdi y Stolz se han vuelto colaboradores muy cercanos. Celoso, Mariani declina dirigir el estreno de Aida y, en cambio, dirige el estreno en Bolonia de Lohengrin. Sin amilanarse, Verdi acude al evento, y ahí se encuentra con Arrigo Boito…
Capítulo 6
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