por José de la Colina, in memoriam
Fallecido recientemente, José de la Colina (1934-2019) es uno de los mejores cuentistas de México, lamentablemente poco conocido. Fue cronista cinematográfico y melómano; escribió textos con gran humor sobre música; a continuación “Los inmortales del momento, greguerías en torno a la música”, publicado en 2007 en la revista pauta.
Como bonitas o feas mariposas atrapadas al vuelo y clavadas en el papel en una alta noche en que Mozart o Schubert o Chopin o Kiri Te Kanawa o Miles Davis distrajeron y deleitaron el insomnio, van aquí algunas ocurrencias (quién sabe si verdaderas greguerías) suscitadas por la música, el arte al que según Walter Pater aspiran todas las demás, también la literatura.
- El violinista pega el oído al violín como auscultándole el coranzoncito.
- Viola da Gamba: nombre de diva del cine mudo italiano…con cuerpo no de viola sino de violonchelo.
- La terrible música del órgano solo y catedralicio: estomacal, agripada, con resoplar de lovecraftiano monstruo de los abismos marinos.
- IV. El clavecín es un instrumento enervante: cuando no suena histérico, suena a esqueleto que se derrumba.
- Trovatore, traditore.
- Dizque la música es un lenguaje internacional, pero Johann Sebastian Bach era John Bach en Londres y Giovanni Bacci en Milán.
- Al maravilloso El mar de Debussy sólo le falta un bello, un profundo, un muy evocador instrumento de viento (y de humo): la bocina de barco.
- Bach, músico de templo; Offenbach, músico de templete.
- No hay remedio: el arpa es instrumento art nouveau, propio para doncellas góticas y ojivales, o, en última instancia, para el soñador Harpo Marx.
- Hay conciertos para piano y orquesta en los cuales, como en un matrimonio catastrófico, el piano, más que en una apasionada entrega parece correr en una graciosa huida.
- Orff: una especie de Offenbach o de Pérez Prado, pero en plan superficial.
- Logró revivir la canción de protesta: cuando él canta, el público protesta.
- En la campanilla del final de línea era donde la máquina de escribir (pobrecita, ¿la recuerdan?) quería ser instrumento musical.
- El violonchelo es para mí el instrumento de cuerda más seductor, pero no le tengo tanta confianza para llamarlo Chelo, como si fuese cualquier primita o novia provinciana.
- Un cuarto de hora de solos de acordeón, o de harmónica, o de órgano, o de clavecín, puede conducir al suicidio aun al hombre más auditivamente tolerante.
- A partir más o menos del K.300, Wolfgang Gottliebe empieza a quitarse la peluca, a soltarse el pelo y a ser el libre, el grande, el inmarcesible Mozart.
Fuente: pauta, cuadernos de teoría y crítica musical, no. 101, enero-marzo 2007, México.
Comentarios