El mambo

Aunque se considera a Pérez Prado como el creador del nuevo ritmo, parece ser que el mambo ya era conocido con anterioridad.

Por Música en México Última Modificación diciembre 12, 2022

Dámaso Pérez Prado dio a conocer en México el ritmo del mambo. Corría el año 1948. Aunque se considera a Pérez Prado como el creador del nuevo ritmo, parece ser que el mambo ya era conocido con anterioridad. Diferentes relatos pretenden explicar su origen.El más persistente atribuye a Orestes López, pianista, contrabajista y compositor de los años treinta, quien crea un danzón cuya parte final llamó mambo, con un motivo sincopado similar al que se utiliza para un montuno. Poco después, en 1938, esta innovación fue adoptada por la orquesta de Antonio arcano, añadiendo una instrumentación en la que ya aparecían un piano y un cencerro.

El nuevo ritmo o mambo tuvo numerosos cultivadores, entre ellos Félix Reina, Joselito Valdés, Coralia López y los arreglistas Bebo Valdés y René Hernández, quienes añadieron al ritmo sincopado el sonido metálico de la banda de swing norteamericana. Cuando Pérez Prado lo trajo a México, en 1948 el mambo cubano había llegado a un nivel de evolución y de difusión puramente local. Pérez Prado tuvo la visión y el talento para crear algo sumamente original en la colorida instrumentación del nuevo ritmo. Formó su propia banda en la que predominaban las combinaciones sonoras norteamericanas y una armonización más moderna que hacía buen uso de las disonancias. El mambo causó sensación; la orquesta de Pérez Prado fue muy pronto solicitada en todos los clubes nocturnos. Perez Prado y su mambo garantizaban una taquilla exitosa en los datos de revista y en el cine. La RCA vendió miles de discos con el nuevo ritmo que ya se comenzaba solicitar en países sudamericanos y en los Estados Unidos. Los títulos de mambos se sucedían unos a otros; después del Rico mambo, vinieron mambos universitarios, ruleteros, politécnicos y hasta numerados, cual si se tratase de música clásica.

Pérez Prado, junto con “Tongolele”, se convirtió en la figura máxima del espectáculo. El escándalo que provocó su expulsión de México por un asunto migratorio y el temor de la Iglesia sudamericana al tratar de cerrarle las plazas en el Cono Sur, añadieron fuerza al día poderoso atractivo del mambo. Los miles de ataques añadieron una publicidad gratuita al músico cubano. Quien es reprochaban el mambo el ser “música de salvajes” o sólo digna de “arranques de caníbales” parecía no darse cuenta de la cualidad más importante de la música de mambo: su modernidad, El uso de un lenguaje armónico que nada tenía que ver con el danzón tradicional.

Un efímero resurgimiento actual de los viejos éxitos de Pérez Prado pone de manifiesto sobre todo su originalidad como arreglista y la buena calidad de sus orquestas. Un disco de mambo grabado por Pérez Prado en los años cincuenta tiene un brillante color instrumental y una precisión que sólo se encontraba por aquellos años en las orquestas norteamericanas.

A fines de los años cincuenta, había terminado el apogeo del mambo. Sin embargo, se seguían componiendo guarachas-mambo, boleros-mambo y danzones-mambo. Los compositores mexicanos habían llegado a producir tan buenos mambos como los cubanos. El mambo se seguía tocando junto con danzones y ritmos norteamericanos, convertido en un ritmo más. No obstante, el mambo dejó en los compositores la obsesión por crear un ritmo nuevo capaz de lograr la popularidad y el éxito millonario de Pérez Prado.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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