El pianista mexicano Rodrigo Acevedo ofrecerá el primero de tres conciertos de un ciclo en el que busca difundir la obra para piano del compositor José Pomar (1880-1961), cuyo trabajo es testimonio del giro estético que dio el país durante la primera mitad del siglo XX. Este breve repaso de sus principales creaciones – en especial, las realizadas a partir de 1928 – muestran la figura de un músico adelantado al pensamiento de varios de sus contemporáneos nacionales y poseedor de una serie de ideas vanguardistas de primera línea.
1er concierto del ciclo Pomar, sábado 25, 18:00, Sala Carlos Chávez, Centro Cultural Universitario, CU. El ciclo continuará el 29 de septiembre y el 24 de noviembre. música.unam.mx
El musicólogo Aurelio Tello plantea en una invaluable semblanza de Pomar: “¿Dónde colocar a un músico como José Pomar? Formó parte del grupo que transformó las estructuras del Conservatorio, pero ya desde 1910 había impulsado la educación musical en Pachuca, Guanajuato y Toluca.
“Fundó y dirigió el coro de la Universidad Obrera de México, proyecto educativo de Vicente Lombardo Toledano, quien junto con otras personalidades e instituciones apoyó los proyectos musicales de Pomar. Con este coro ofreció conciertos para obraros, campesinos, intelectuales y profesionistas. Mostró siempre una conducta abierta a los cambios del arte musical y ejerció una incansable defensa de los trabajadores del arte y la cultura. Fue fundador de LEAR en la que participó con Silvestre Revueltas y Eduardo Hernández Moncada.
“Tuvo una visión pionera a la vez que progresista plasmada en su ballet Ocho horas (1931), donde incluye el ruido como elemento estructural; en su Huapango (1931), escrito una década antes que el de José Pablo Moncayo, poblado de los aires de la música veracruzana, en plena época de ascenso de la corriente nacionalista; en su preludio y fuga rítmicos (1932), la primera obra para percusiones que se compuso en México; en su Sonatina (1934), cuyo segundo movimiento recoge los aires frescos del danzón, y en la sinfonía América, obra que ganó el segundo lugar en el concurso de obras sinfónicas que convocó el magnate Henry Reichbold, de Detroit, en 1945, y una vez concluida la segunda guerra mundial.
“Pomar mantuvo hasta el fin de sus días una insobornable actitud vanguardista; se mantuvo fiel a su credo socialista, lo que lo impulsó a componer obras de contenido político; se puso al lado de los jóvenes maestros y alumnos en el conflicto entre el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela Superior Nocturna para Trabajadores (luego la Escuela Superior de Música); no militó en el PRI ni su vida siguió el curso de la institucionalización de la Revolución. No se permitió a sí mismo salirse de los cánones que su ética le impuso. Como compositor se convirtió en un outsider.
Fuente: Aurelio Tello, “La creación musical en México”, en La música en México. Panorama del siglo XX, Aurelio Tello (coordinador), México, FCE Conaculta, 2010.
Comentarios