Con frecuencia Chaplin escribía temas musicales que se publicaban coincidiendo con el estreno de las películas. En particular, cuando se lanzó The Gold Rush, grabó sus temas musicales con la Orquesta de Abe Lyman.
En la época del cine mudo era habitual encargar a arreglistas profesionales los temas de acompañamientos musicales adecuados para las grandes películas. Por lo general, se compilaban a partir de música publicada y luego se interpretaban en vivo mediante cualquier combinación instrumental que cada cine individual pudiera permitirse.
Sin embargo, al menos ya en Una mujer de París (1923), Chaplin se implicó estrechamente en el acompañamiento musical de sus películas. La llegada del cine sonoro encontró a Chaplin comprensiblemente reacio a abandonar el medio universalmente entendido de la pantomima, pero:
“Lo bueno es que podía controlar la música, así que compuse la mía propia. Intenté componer música elegante y romántica para enmarcar mis comedias en contraste con el personaje del vagabundo, porque la música elegante daba a mis comedias una dimensión emocional. Los arreglistas musicales rara vez entendieron esto. Querían que la música fuera divertida. Pero le explicaba que no quería competencia, quería que la música fuera un contrapunto de gravedad y encanto, para expresar sentimiento, sin el cual, como dice Hazlitt, una obra de arte está incompleta […] Después de poner música a una o dos imágenes, comencé a mirar la partitura con ojo profesional y a saber si una composición estaba demasiado orquestada o no. Si veía muchas notas en la sección de metales y instrumentos de viento de madera, diría: ‘Eso es demasiado negro en los metales’ o ‘demasiado ocupado en los instrumentos de viento de madera’. Nada es más aventurero y emocionante que escuchar las melodías que uno ha compuesto interpretadas por primera vez por una orquesta de cincuenta músicos”.
En 1940, hablando de la música de El gran dictador, Chaplin dijo en una entrevista:
“La música de cine nunca debe sonar como si fuera música de concierto. Si bien en realidad puede transmitir al espectador-oyente más de lo que la cámara transmite en un momento dado, nunca debe ser más que la voz de esa cámara”.
Su arreglista musical en ese momento, Meredith Willson, alguna vez dijo:
“Nunca he conocido a un hombre que se haya dedicado tan completamente al ideal de la perfección como Charlie Chaplin. (…) Me sorprendía constantemente su atención a los detalles, su sentimiento por la frase musical exacta o el tempo para expresar el estado de ánimo que quería… Siempre está buscando descubrir cada nota falsa, por menor que sea, en el cine o la música”.
Fuente: charlie.chaplin.com
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