Del morin khuur al violonchelo: una evolución en 20 piezas

por José Antonio Palafox Aunque los instrumentos musicales más antiguos de que se tiene noticia son los de aliento, tal vez el núcleo de una […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación junio 15, 2019

por José Antonio Palafox

Aunque los instrumentos musicales más antiguos de que se tiene noticia son los de aliento, tal vez el núcleo de una orquesta esté formado por los instrumentos de cuerda, que son aquellos cuyo sonido se produce por medio de la vibración de cuerdas tensas. Dependiendo de la manera en que se produce esa vibración, estos instrumentos se dividen en tres grupos: instrumentos de cuerda frotada (la cuerda vibra al ser frotada con un arco, como sucede con el violín), instrumentos de cuerda pulsada (la vibración se consigue al pulsar la cuerda, como sucede con el arpa) e instrumentos de cuerda percutida (la cuerda es golpeada con pequeños martillos, como sucede con el piano).   

En el caso de los instrumentos de cuerda frotada, encontramos vestigios de su existencia en el Asia Central del siglo IX de nuestra era, luego en los imperios Islámico y Bizantino del siglo X y en la Europa del siglo XI. Y es teniendo estos antecedentes como punto de partida que el ensamble Sonidos de cuerda y crin editó en 2014, como parte del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico del Estado de México y con el apoyo del gobierno federal, el disco Historia evolutiva de instrumentos de cuerda frotada, el cual no solo es un valioso documento histórico, sino también un fascinante recorrido auditivo en 20 piezas por cinco siglos de música —desde temas tradicionales de Oriente hasta las rigurosas suites para violonchelo de Johann Sebastian Bach, pasando por obras de Alfonso X el Sabio, Diego Ortiz, Domenico Gabrielli y Marin Marais— interpretada con los más diversos instrumentos de cuerda frotada: el morin khuur, instrumento de origen mongol ya descrito en textos de los siglos XIII y XIV, el kamancheh, instrumento de origen persa cuya existencia se puede apreciar en textos y pinturas anteriores al siglo VII, la vielle (también llamada fedyll, fídula, viella o viola), instrumento muy popular para la interpretación de música sacra y profana durante la Edad Media, la vihuela de arco, instrumento representativo de la España de los siglos XIV a XVI, la famosa viola da gamba, que tuvo su momento de gloria en el Renacimiento, y el violonchelo barroco, con su muy particular riqueza tonal que se perdió en favor de un mayor volumen de sonido en el violonchelo moderno, o “clásico”.

El músico que en este álbum interpreta todos y cada uno de los instrumentos solistas es José Pablo Jiménez Henríquez (1984), quien nació en el Estado de México y desde temprana edad inició sus estudios de violonchelo, primero en la Escuela Autónoma de Música y luego en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, especializándose en viola de gamba. También tomó cursos de interpretación de música medieval, de barroco francés y del Radif (repertorio tradicional de música persa) de Mirza Abdullah. Además de impartir clases de instrumentos de cuerda frotada, José Pablo Jiménez forma parte de diversos grupos especializados en música antigua, y es director y creador de los ensambles Abgal y Sonidos de cuerda y crin, este último formado en el año 2012 en Tlalnepantla, Estado de México.

En esta grabación de primerísimo nivel, José Pablo Jiménez y el ensamble Sonidos de cuerda y crin (Manuel Mejía Armijo en el laúd y la guitarrilla renacentistas y Eric Owen Aguilar en el violonchelo barroco) hacen gala de una técnica interpretativa impecable y harto inspirada que literalmente nos transporta a otros tiempos y lugares. Siguiendo un orden cronológico, el álbum inicia en las brumosas lejanías de Oriente, en tiempos inmemoriales, como un cuento de Las mil y una noches, para irnos acercando paulatinamente a terrenos y estructuras sonoras más familiares (sorprendiéndonos gratamente con destacables versiones de, por ejemplo, las ocho piezas elegidas del Tratado de Glossas (1553) del maestro renacentista Diego Ortiz, la Saille du caffe del Troisième Livre de Pièces de Viole (1711) de Marin Marais) hasta depositarnos —admirados y extasiados— en los brazos de Johann Sebastian Bach (con una interpretación muy personal de los preludios de sus tres primeras Suites para violonchelo solo). La Historia evolutiva de instrumentos de cuerda frotada concluye ahí, pero la aventura musical está muy lejos de terminar, porque Bach es considerado de manera unánime como el punto de partida de los siguientes tres siglos de música. Pero eso es ya otra historia.

Jose Antonio Palafox
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