Cuando un compositor trabaja directamente con sonidos de la vida cotidiana o materiales que han sido grabados previamente en un disco o en una banda magnética, sin pasar por un intérprete, la obra que compone pertenece a la música concreta.
En 1913, un manifiesto futurista, El arte de los ruidos, de Luigi Russolo, asienta los principios de esa nueva forma de música, pero habrá que esperar a mediados del sigloXX para que el francés Pierre Schaeffer (1910-1995) le dé realmente vida, primero creando el grupo de música concreta de la ORTF (Oficina de radiodifusión y televisión francesa), y luego componiendo Cinco estudios de ruidos (1948). Tres de los títulos de esa obra son en este sentido muy explícitos: “Desconcertante o Estudio de los torniquetes”, “Impuesta o Estudio de los ferrocarriles”, y “Patética o Estudio de las cacerolas”. Pierre Schaeffer, un auténtico pionero, define la música concreta como un collage o ensamblaje en banda magnética de sonidos pregrabados a partir de materiales sonoros variados y concretos”.
Técnicamente el compositor transformará los objetos sonoros que ha escogido, los montará y luego los mezclará. Se puede hablar por tanto de análisis y de síntesis sonora.
Además de Pierre Schaeffer, los principales representantes de la música concreta son Pierre Henry (1927), Francois Bayle (1932), y Karlheinz Stockhausen (1928-2007).
Concreta ayer, electroacústica hoy, el nacimiento y el desarrollo de esa forma de música están ligados a los progresos tecnológicos del siglo XX.
Fuente: Thierry Geffrotin, La música clásica en 100 palabras, Barcelona, Paidós, 2013.
Comentarios