En el sentido moderno, el cromatismo es el uso de la escala musical que divide la octava en 12 intervalos iguales de un semitono. Hacia finales del siglo XVI, los madrigalistas italianos, notablemente Marenzio y Gesualdo, explotaron la inflexión cromática para enfatizar los textos cantados. En el periodo barroco, el cromatismo fue una importante fuente para mostrar los afectos a través de la música, no sólo como recurso expresivo en la música vocal sino también en obras instrumentales como fugas y otras formas contrapuntísticas sobre sujetos cromáticos.
Mientras que los extremos del cromatismo tonal en la música clásica –por ejemplo en la introducción del Cuarteto K465, “Disonante”, de Mozart– elaboraban un centro tonal decisivo, la paleta tonal más rica de compositores de principios del siglo XIX como Chopin, introdujo la ambigüedad cromática en el material básico de la composición. La armonía cromática de Wagner (que a su vez debía mucho a Liszt) fue la principal influencia en este proceso. Su énfasis creciente en acordes no diatónicos, especialmente en Tristan und Isolde y Parsifal, y su uso de complejas alteraciones cromáticas que oscurecían el sentido inmediato de referencia diatónica, con la distinción “clásica” entre las tonalidades cercanas y lejanas cada vez menos evidente, contribuyeron a preparar la aparición del “cromatismo integral”.
Para 1909 Schoenberg y sus alumnos escribían música con características post-tonales: relativamente libres de las restricciones de tonalidad mayor-menor, y de la armonía funcional y los conceptos de consonancia y disonancia como fenómenos armónicos separados y complementarios. En la década de 1920 surgió una tipo de cromatismo más ordenado en la forma de música dodecafónica, en que las repetidas permutaciones de la escala cromática son un elemento organizativo de la estructura de alturas. Aunque la heterogeneidad extrema de la música de finales del siglo XX incorporaba la resistencia tanto a esa clase de cromatismo integral como a su perpetuación, la música tonal más vital que se escribió al inicio del milenio fue sin duda más cromática que diatónica.
Fuente: Latham, Alison. Diccionario enciclopédico de la música. Fondo de Cultura Económica, 2008.
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