Nadia Boulanger: Mademoiselle

¿Qué tienen en común figuras tan dispares como George Antheil, Manuel M. Ponce, Henryk Szeryng, Aaron Copland, Daniel Barenboim, Julio Estrada, Leonard Bernstein, Egberto Gismonti, […]

Por Música en México Última Modificación mayo 22, 2023

¿Qué tienen en común figuras tan dispares como George Antheil, Manuel M. Ponce, Henryk Szeryng, Aaron Copland, Daniel Barenboim, Julio Estrada, Leonard Bernstein, Egberto Gismonti, Astor Piazzolla, José Rolón, Michel Legrand, Walter Piston, John Eliot Gardiner, Quincy Jones y Philip Glass? El hecho de que todos ellos forman parte de una larga lista de discípulos de la compositora, pianista, directora de orquesta y pedagoga Nadia Boulanger (1887-1979), llamada cariñosamente Mademoiselle por sus alumnos, quien —con su muy personal manera de hacer que cada uno de ellos encontrara su propia voz— ayudó a moldear el panorama musical de la segunda mitad del siglo XX.

Nacida en el seno de una familia con larga tradición musical, Nadia Boulanger destacó desde temprana edad como intérprete de piano y órgano. En 1903 inició estudios de composición bajo la tutela de Gabriel Fauré (1845-1924). En 1904, a los 17 años de edad, empezó a impartir lecciones privadas de música, además de organizar un grupo de análisis y lectura de partituras a primera vista que se reunía en su casa los miércoles por la tarde (actividad que mantuvo hasta pocos años antes de su muerte). A finales de 1907, Nadia Boulanger empezó a impartir clases de piano en el recién formado Conservatorio Femina-Musica, además de ser nombrada asistente del organista Henri Dallier (1849-1934), profesor de armonía en dicha institución. En 1910, la futura compositora y profesora Annette Dieudonné se convirtió en alumna de Mademoiselle. Catorce años después, una vez terminados sus estudios, Dieudonné pasó a ser la asistente personal de Nadia Boulanger, cargo que desempeñó hasta su muerte. Aunque anclada por su educación en los cánones musicales del siglo XIX, Nadia Boulanger siempre se mantuvo receptiva a las nuevas expresiones creativas de su momento. Así, tras asistir al estreno de El pájaro de fuego en la Ópera Garnier el 25 de junio de ese mismo año, Mademoiselle inició una profunda amistad con el joven Igor Stravinsky (1882-1971), de cuya obra fue ferviente defensora.

En 1912, Nadia Boulanger debutó como directora con un concierto donde se puso al frente de la orquesta de la Société des Matinées Musicales para interpretar piezas de su propia autoría. Al año siguiente, su hermana Lili (1893-1918) se convirtió en la primera mujer en obtener el prestigioso Prix de Rome, beca que la propia Nadia había intentado ganar infructuosamente en varias ocasiones. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Mademoiselle suspendió su actividad como pianista y directora de orquesta, aunque continuó impartiendo clases privadas. Víctima de la enfermedad de Crohn, Lili murió a los 25 años de edad, y a partir de entonces Nadia dedicó buena parte de su actividad como intérprete a difundir la música de la malograda compositora. En 1919, el pianista y director de orquesta Alfred Cortot (1877-1962) la invitó a dar clases de armonía, contrapunto, análisis musical, órgano y composición en la recién fundada Escuela Normal de Música de París. En 1921 se sumó a la plantilla de profesores de la French Music School for Americans en Fontainebleau, donde dio clases de armonía y composición a Aaron Copland (1900-1990). En 1924, Mademoiselle viajó a Nueva York, donde se desempeñó como solista en el estreno de la Sinfonía para órgano y orquesta que Copland escribió para ella.

Nadia Boulanger regresó a Francia en febrero de 1925, y continuó su intensa actividad como profesora. En 1927, George Gershwin (1898-1937) solicitó convertirse en su alumno. Boulanger lo rechazó diciendo “A usted no puedo enseñarle nada”, lo cual el compositor de la Rhapsody in Blue consideró como un cumplido. En febrero de 1934, Mademoiselle retomó su actividad como directora al frente de la orquesta de la Escuela Normal de Música de París y, en diciembre del mismo año, al frente de la Orquesta Filarmónica de París. En 1936 viajó a Inglaterra y se convirtió en la primera mujer en dirigir a la Orquesta Filarmónica de Londres. También grabó seis discos con madrigales de Claudio Monteverdi, y en noviembre de 1937 se convirtió en la primera mujer que dirigió un concierto completo de la Royal Philharmonic Society. Incansable, en 1938 volvió a viajar a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias, recitales y conciertos, además de convertirse en la primera mujer al frente de la Orquesta Sinfónica de Boston. También estrenó el Concierto Dumbarton Oaks de Stravinski y grabó dos discos más, esta vez en compañía del pianista Dinu Lipatti (1917-1950). En 1939, Mademoiselle se convirtió en la primera mujer al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, la Orquesta de Filadelfia y la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Nadia Boulanger ayudó a muchos de sus alumnos a escapar del avance nazi sobre Francia. Ella misma abandonó su patria para refugiarse en Estados Unidos en noviembre de 1940. Allí, impartió clases de armonía, fuga, contrapunto y composición en la Longy School of Music de Cambridge, Massachusett, y en el Instituto Peabody, que es la escuela de música de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore. En enero de 1946, Mademoiselle regresó a Francia, donde se desempeñó como profesora de piano en el Conservatorio de París. En 1953 fue nombrada directora de la Escuela de Música de Fontainebleau. En 1958 regresó a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias y grabó cuatro programas de televisión. En 1962 viajó a Turquía, donde dirigió una serie de conciertos en los que se desempeñó como solista al piano su alumna y protegida İdil Biret (1941). Cinco años después, viajó nuevamente a Inglaterra, donde impartió clases en la Escuela Yehudi Menuhin y ofreció conferencias en el Royal College of Music y la Royal Academy of Music.

A pesar del progresivo debilitamiento de la vista y el oído producto de su avanzada edad, Mademoiselle continuó su labor docente hasta poco antes de su muerte, acaecida el 22 de octubre de 1979.

En 1973, cuando la legendaria pedagoga contaba con 86 años de edad, el escritor, violinista y entonces novel cineasta francés Bruno Monsaingeon —director de espléndidos documentales como Yehudi Menuhin Retour aux Sources (1988), Dietrich Fischer-Dieskau: La voix de l’âme (1995), David Oistrakh: Artist of the People? (1996), Richter: The Enigma (1998), Glenn Gould: Au delà du temps (2006), Maurizio Pollini: De Main De Maître (2014) y Rostropovich: L’archet Indomptable (2018)— se acercó a ella para proponerle la realización de una película que abordara su vida y obra. Siempre discreta con respecto a su vida privada y a su relación con los innumerables músicos y artistas que la rodearon, Nadia Boulanger aceptó trabajar con Monsaingeon a condición de que el documental se limitara a abordar su forma de trabajo. Así, armado con una modesta cámara de 16 milímetros que lo obligaba a interrumpir la filmación cada 11 minutos, el realizador empezó a reunirse con la profesora casi a diario durante varias semanas para registrar el material de lo que sería la primera película de Bruno Monsaingeon: Nadia Boulanger: Mademoiselle (1977).

Aunque en Nadia Boulanger: Mademoiselle el espectador no encontrará más que unos cuantos destellos biográficos y anecdóticos de la célebre maestra, sí será testigo de primera mano de su riguroso método de enseñanza y su filosofía, puesto que gran parte del documental transcurre en una de las famosas sesiones de los miércoles organizadas en su casa. En ella, Nadia Boulanger toma como punto de partida un fragmento de la Davidsbündertanze (1837) de Robert Schumann —interpretado por un jovencísimo Émile Naoumoff (1962) de no más de diez u once años— para dar contundentes, esclarecedoras y lúcidas opiniones sobre la creación artística, el papel del intérprete y el panorama de la música en general. Entrelazados en la mesa de edición con el objetivo de dar continuidad al filme y suavizar en lo posible los abruptos cortes provocados por la limitante de la cámara, el cineasta incluye fragmentos de amenas charlas con Mademoiselle (ampliadas posteriormente en el libro Mademoiselle: Conversaciones con Nada Boulanger, que Monsaingeon publicó en 1980), donde la estricta profesora se revela capaz de irradiar ternura, humor y —sobre todo— un infinito amor por la música, además de sendas entrevistas con dos de sus alumnos más famosos: los compositores y directores de orquesta Igor Markevitch (1912-1983) y Leonard Bernstein (1918-1990).
Disfruten pues nuestros amables lectores este breve pero entrañable e imprescindible homenaje a una de las figuras más fascinantes e influyentes dentro del panorama musical del siglo XX, Nadia Boulanger: Mademoiselle.

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