El año es 1884, y la ciudad es Milán. En un humilde vecindario, el joven Giacomo Puccini (1858-1924) comparte penurias y alegrías con otros tres jóvenes artistas y con la guapa soprano Cristina Vernini, que está enamorada de él y hace todo lo posible por ayudarlo a triunfar en el mundo de la música. Pronto los esfuerzos como compositor de Puccini se verán coronados con el éxito de Le Villi, su primera ópera, y entonces el joven abandona a Cristina para convencer a Elvira Bonturi (1860-1930), el amor de su infancia, de irse a vivir con él. Pronto nacerá su primer hijo, pero Puccini es un seductor impenitente que pone a prueba constantemente la devoción de Elvira. A la par, su éxito como compositor de óperas apreciadas por el público —sobre todo aquellas en que colaboró con los libretistas Luigi Illica (1857-1919) y Giuseppe Giacosa (1847-1906)— se va acrecentando a pasos agigantados. Pero Elvira no es la única mujer que sufre por este elegante y arrogante músico de sombrero ladeado y eterno cigarrillo en la boca que se convirtió en el amo de la escena operística internacional de principios del siglo XX con un puñado de obras en las que supo fusionar de la manera más brillante la gran tradición operística italiana con las nuevas tendencias de vanguardia…
Dirigida en 1953 por el cineasta italiano Carmine Gallone (1885-1973), Puccini es —como otros trabajos del realizador, por ejemplo Casta Diva (1935 y 1954), Verdi (1938) o Melodías eternas (1940)— una vistosa película de corte biográfico (filmada en impresionante Tecnicolor por Claude Renoir, nieto del pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir) en la que se aborda superficialmente la figura del compositor y donde el rigor histórico es sacrificado en aras del espectáculo visual y dramático. Así, a lo largo de las casi dos horas que dura este filme, somos testigos de los momentos más importantes en la vida del compositor, desde sus años de estudiante hasta el estreno de Turandot, ópera inacabada con cuya interpretación el legendario director Arturo Toscanini (1867-1957) protagonizó un memorable momento cuando, a la mitad del tercer acto, detuvo a la orquesta, bajó su batuta y dijo al público “Aquí termina la ópera porque en este punto murió el maestro”, todo aderezado con un entramado de pasiones y desengaños digno de la más edulcorada película romántica.
Pero esto no debe ser motivo para desalentar al amable lector, porque —virtudes y defectos aparte— si algo amaba Carmine Gallone era la ópera, y ese amor sale a relucir en los ostentosos decorados y vestuarios, además de en las majestuosas puestas en escena de las óperas de Puccini que aparecen en el filme y, sobre todo, en la participación de grandes figuras como el tenor lírico Beniamino Gigli (1890-1957) —cuya voz escuchamos como el caballero Des Grieux, Rodolfo y Pinkerton en los respectivos segmentos dedicados a Manon Lescaut, La bohème y Madama Butterfly—, las sopranos Nelly Corradi (1914-1968), Antonietta Stella (1929) y Rosanna Carteri (1930-2020), el tenor Gino Sinimberghi (1913-1996) y el bajo Giulio Neri (1909-1958). Protagonizada por el famoso actor italiano Gabriele Ferzetti como Giacomo Puccini (en 1954 volvería a interpretar al compositor en Casa Ricordi, otra de las películas que el prolífico Gallone dedicó al mundo de la música), la espléndida actriz sueca Märta Torén como Elvira Puccini (también ella aparece en Casa Ricordi, pero ahora como la cantante y compositora Isabella Colbran), la actriz rumana Nadia Gray como Cristina Vernini, Sergio Tofano como el editor Giulio Ricordi (1840-1912), Oscar Andriani como Giuseppe Giacosa y René Clermont como Luigi Illica, Puccini es un agradable espectáculo cinematográfico en el que destaca el inteligente entrelazamiento temático que Carmine Gallone hace de la música y la vida del compositor. Así, por ejemplo, sus correrías juveniles son acompañadas por la música de La bohème, mientras que el abandono en que el compositor hunde a su esposa cuando pone su interés en otra mujer que puede ayudarlo a catapultar su carrera tiene como acompañamiento de fondo las notas de Madama Butterfly. Desafortunadamente, la única copia aceptable de Puccini que pudimos encontrar no se encuentra en su idioma original, italiano, sino doblada al inglés, además de con el título con que se conoció en Estados Unidos: Two Loves Had I.
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