Aparte de la serie de Rapsodias húngaras, Liszt creó una cantidad considerable de música inspirada en el folclore de su país y en la cultura gitana. Ejemplo de ello son tres piezas conocidas como Czardas S.224 y S.225.
En 1882 Liszt publicó Czardas Macabre (S.224) y luego vinieron dos obras más (S. 225) en 1884, la primera simplemente titulada Czardas y la segunda Czardas Obstineé. El trío de Czardas son conocidas por su carácter húngaro, pero no reflejan la cualidad gitana que prevalece en las 19 Rapsodias húngaras. Las tres piezas comparten material temático entre sí, siendo Czardas Macabre la más sustanciosa y célebre, probablemente por su ominosa oscuridad. Czardas Obstineé es la más ansiosa y frenética.
Czardas Macabre
Zoltán Kocsis, piano
Czardas Obstineé inicia lenta y modestamente, parece que la música encuentra con dificultad su ritmo impetuoso. Sin embargo, un motivo de cuatro notas toma forma y la música adquiere impulso con una variante oscura de Czardas macabre. Desde este punto la música se agita y algunas veces parece doblegar las tensiones acumuladas cuando una sección tipo fanfarria anuncia lo que parece una resolución triunfal. Pero la música siempre retorna a su carácter ansioso. Finalmente desciende a la región grave, de la que no puede levantarse, y la obra termina de forma abrupta.
Czardas Obstineé
Cyprien Katsaris, piano
Una dificultad potencial al discutir estas piezas es etiquetarlas como atonales, basado en las sonoridades extrañas que imperan en la superficie musical. La armonía de Liszt en esta etapa de su evolución creativa sorprende por su complejidad a pesar de que, por ejemplo, Czardas macabre está construida directamente con procedimientos compositivos consistentes con su estilo temprano. Se gesta así una interesante combinación de virtuosismo, manifestado en los fulgurantes pasajes que integran estas piezas, en dialogo con una práctica de composición visionaria.
Fuente: www.saintcricq.com
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