En una entrevista efectuada por Erika P. Bucio a Renée Fleming, la diva admirada por miles de melómanos a nivel mundial por sus numerosas actuaciones, grabaciones y por su frecuente desempeño como presentadora de las transmisiones del Met Opera, hizo los siguientes comentarios:
“Los cantantes clásicos son los atletas olímpicos del canto”. Fleming, de 57 años, apuesta al futuro de la ópera: “Es un arte de cientos de años y nos enfrentamos a un nuevo mundo para competir, el entretenimiento digital, así que hay que ir a buscar nuevos públicos y llevarles representaciones que puedan entender e involucrarse”, responde.
Buscar nuevos públicos le ha significado, por ejemplo, salir de los límites de la música clásica para abordar otros géneros como el jazz, en el álbum Haunted Heart, o el rock Indie en Dark Hope. Su apuesta es que ese nuevo oyente, al escucharla, quiera seguirla a la sala de conciertos. “Cantar distintos géneros me ha ayudado a aprender acerca de mi voz y, quizás, a expandir mi creatividad”.
“Como en muchos campos, pienso que nada es posible sin disciplina y trabajo duro. Hay una enorme cantidad de conocimiento para lograr una carrera exitosa como cantante clásica – idiomas, estilo, siglos de historia, repertorio y técnica. Producir un sonido bello y consistente depende del control de grupos de músculos, y cada voz es única. Tal vez lo más importante para una carrera internacional es que cada cantante tenga su sonido característico, perfectamente reconocible por el oyente desde los primeros compases.”.
Las óperas de Richard Strauss se adaptan muy bien a Renée Fleming, y sus personajes, como Arabella, en la ópera homónima, y la Mariscala de El caballero de la rosa, tienen para ella un especial encanto. Son mujeres complejas, con sutil poder sobre sus propias vidas, expresa la diva.
“Habiendo cantado más de 50 papeles, no hay mucho repertorio que me falte. Diría que el ‘rol soñado’ que no he cantado es aquel que no ha sido escrito. Adoro cantar música nueva”. ¿Cómo se prepara para salir a cantar? “Descanso, silencio e hidratación. Nunca salgo la noche anterior y me enclaustro los días de función”.
Fuente: Erika P. Bucio, en Reforma
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