por Philippe Gault, en radioclassique.fr
En un mundo transformado por la pandemia, España representa un oasis cultural: a diferencia de numerosos países europeos [y americanos, como EUA y México], los teatros, cines o salas de espectáculos pueden abrir a pesar del repunte galopante de contagios por Covid-19.
“Estar aquí ante ustedes es una bendición, aplaudo con toda mi alma el esfuerzo de este país por defender la cultura”, dijo hace un par de semanas, ante el público del Teatro Real de Madrid, el tenor mexicano Javier Camarena, quien no se había presentado en un escenario desde hacía meses.
Esto lo expresó Camarena a 1,200 personas en abrigo de pieles o en disfraz pero todos portando cubrebocas y habiéndose sometido a una revisión minuciosa y toma de temperatura a la entrada.
Claro está que el cupo se ha reducido, se estableció distancia entre los espectadores, el guardarropa y los bares están cerrados, hay nuevos sistemas de ventilación, etc. pero, observando un riguroso protocolo sanitario, se autorizó la apertura de recintos culturales desde el verano, después de un muy severo confinamiento, y siguen abiertos – lo opuesto a lo que sucede en Francia o Alemania, por ejemplo.
El costo de acondicionamiento de las salas ha sido a veces colosal – por ejemplo, el Teatro Real ha invertido un millón de euros para desinfectar con rayos ultra-violeta la sala, las butacas y hasta el vestuario. Los artistas no se libran de los nuevos rituales: además de la sana distancia, los músicos se someten a pruebas regularmente, portan cubrebocas excepto los alientos. “Se puede y se debe” proponer estos espectáculos, insiste el ministro español de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, que quiere “probar que la cultura es un espacio seguro”.
Fuente: Philippe Gault, en radioclassique.fr.
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