Cineasta, actriz y guionista, la alemana Margarethe von Trotta (1942) es una de las figuras más relevantes del Nuevo cine alemán, movimiento que entre las décadas de 1960 y 1980 fructificó en películas como El joven Törless (Volker Schlöndorff, 1966), Los artistas bajo la cúpula del circo: perplejos (Alexander Kluge, 1968), Los dioses de la peste (Rainer Werner Fassbinder, 1970), También los enanos empezaron desde pequeños (Werner Herzog, 1970) y El miedo del portero ante el penalti (Wim Wenders, 1972). Como realizadora, von Trotta ha dirigido poco más de una veintena de títulos protagonizados siempre por mujeres de carácter firme y fuerte que transgreden los estereotipos de la conducta femenina esperada por la sociedad, tanto en sus películas de ficción —por ejemplo El honor perdido de Katharina Blum (1975), codirigida con Volker Schlöndorff (su esposo), El segundo despertar de Christa Klages (1978), Hermanas o el balance de la felicidad (1979) y Las hermanas alemanas (1981)— como en sus filmes biográficos sobre la teórica marxista Rosa Luxemburgo (Rosa Luxemburg, 1986), la filósofa Hannah Arendt (Hannah Arendt, 2012) y, por supuesto, la religiosa medieval Hildegard von Bingen (1098-1179), compositora, filósofa, científica y fundadora del monasterio de Rupertsberg, del que fue abadesa (Visión: La historia de Hildegard von Bingen, 2009).
Estelarizada por la espléndida Bárbara Sukowa (quien también encarnó a Rosa Luxemburgo y a Hannah Arendt en los filmes arriba mencionados), Visión: La historia de Hildegard von Bingen es una película donde la cineasta presenta a la monja benedictina como una mujer de singular intelecto que se desenvuelve en un entorno de superchería e ignorancia. De fuerte temperamento, con un talento natural para la medicina y una exquisita sensibilidad para la música (hacia el año 1150, reunió sus composiciones en un ciclo al que llamó Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales), además de aguerrida defensora de la valía de la mujer frente una falocracia dominante y dispuesta firmemente a plasmar por escrito su pensamiento teológico, producto de visiones místicas que aseguraba haber tenido, Hildegard von Bingen no dudó en rebelarse contra las costumbres de su época y hacer frente a clérigos, nobles e incluso las propias monjas de su convento para lograr que su voz fuera escuchada. Así, su gran inteligencia y prodigiosa cultura trascendieron las paredes conventuales y causaron la admiración de prominentes personajes como Bernardo de Claraval (1090-1153), el rey Enrique II de Inglaterra (1133-1189), el emperador Federico I Barbarroja (1122-1190), Leonor de Aquitania (1122-1204) y el papa Eugenio III (¿-1153), con quienes entabló relaciones epistolares.
Con una elegante fotografía de estilo tenebrista cortesía de Axel Block, una espléndida banda sonora con obras de la propia von Bingen y del compositor alemán Christian Heyne (1960) —no confundir con el compositor chileno Cristián Heyne (1973)— y una cuidada ambientación histórica, Visión: La historia de Hildegard von Bingen no es solo el relato biográfico de una mujer notable, sino también el retrato de una época oscura que, precisamente gracias al brillo de mentes excepcionales como la de nuestra protagonista, estaba en proceso de dejar de serlo. Desafortunadamente, la única versión completa de esta película que pudimos encontrar no se encuentra en sus idiomas originales (alemán y latín) sino doblada al español de España. Esperamos que esto no sea impedimento para que el amable lector disfrute la película.
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