Hans-Ola Ericsson, órgano
Charles Ives (1874-1954) llevó una fascinante vida dual como ejecutivo de seguros educado en Yale y compositor rebelde. A la edad de 14 años, Ives también era organista de iglesia. Entre 1889 y 1902, “ocupó una serie de seis puestos como organista o maestro de coro en iglesias congregacionales, bautistas, episcopales y presbiterianas en Danbury, New Haven, Bloomfield (Nueva Jersey) y Nueva York”. (James B. Sinclair) El virtuosismo de su forma de tocar el órgano se evidencia en las juvenilmente irreverentes Variaciones sobre “America”, que Ives describió más tarde como “sólo el trabajo de un niño, en parte serio y en parte divertido”, y “tan divertido como jugar béisbol.”
Las congregaciones debieron quedar impactadas por los brebajes de órganos de espíritu libre del joven Ives. Ya en esta música tremendamente aventurera escuchamos las semillas de los trabajos posteriores de Ives, con sus collages sonoros y politonalidad oníricos. Un ejemplo es “Adeste Fideles” en un preludio de órgano de 1897. Emergiendo sobre un zumbido primordial, comienza con la declaración de una contramelodía que es una inversión exacta de la famosa melodía del himno. Luego, la inversión, que suena en si bemol menor, se toca simultáneamente con Adeste Fideles, que se escucha en fa mayor. La breve pieza se desarrolla con una sensación de misterio y atemporalidad que está presente en La pregunta sin respuesta de Ives.
Fragmentos de Adeste Fideles regresan en Día de la Condecoración, compuesta en 1912, en la que la música responde a un canto fúnebre en medio de tambores ahogados. Aquí, la melodía típica del himno navideño, publicada por primera vez en 1751, adquiere un tono de lamento similar.
Fuente: Timothy Judd para thelistenersclub.com
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