por Ricardo Rondón
La nueva producción de Werther de Jules Massenet, en el Metropolitan Opera, sirvió de purificación espiritual después del desastroso Principe Igor, que reportamos oportunamente. Werther se estrenó en Viena en 1892 y ha sido vehículo de gran lucimiento para tenores y mezzo-sopranos que saben explorar el terreno fértil que encierra. La nueva producción de director escénico Richard Eyre es magnífica y mueve la acción con un ritmo teatral envidiable haciendo crecer a los personajes con naturalidad y fuerte emotividad. Contó con cantantes que son, además, excelentes actores y la ópera cobró vida y nos dejó plenamente satisfechos. Finalmente tuvimos una función en donde todo estaba bien y visualmente es la mejor producción que hemos visto de esta obra. La escenografía de Rob Howell es bella, evocadora y forma un marco ideal para esta tragedia romántica. Además, es funcional y hubo un solo intermedio que apretó no solo la acción sino la adrenalina que llevábamos almacenada. Howell también es responsable del magnífico vestuario. Eyre nos da una discreta acción en los interludios mostrando el baile en donde nace el amor entre Werther y Charlotte y la creciente angustia antes del suicidio de Werther. Un toque final que encontramos lógico – aunque novedoso – es que Charlotte en los últimos acordes abre la caja que contiene las pistolas ysaca una….cae el telón y no es nada extraño que se haya unido al amor frustrado de su vida.
El tenor Jonas Kaufmann es el Werther de nuestros tiempos y creemos que es el mejor que hemos visto en todos los sentidos. Es un actor magnífico que vive el rol y expresa todo el contenido con naturalidad y hasta fogosidad cuando esto se requiere. Su sufrimiento es genuino y la escena final resulta no solo conmovedorasino de un realismo tremendo y doloroso. Vocalmente Kaufmann es una maravilla. El timbre de su voz de tenor es rico y amplio, con finos matices, manejo perfecto de las graduaciones y agudos que nos pusieron la carne de gallina en más de una ocasión. Su pasión, dolor y control fueron notables. Su famosa ária Pourquoi me reveiller? (Por qué me despiertas) paró la función pero el director no permitió que se frenara la acción. Nunca antes habíamos escuchado esta escena cantada con tanto sentimiento, perfección de fraseo,línea y belleza de timbre. Kaufmann es el tenor de mayor demanda en el mundo y cada vez que lo vemos nos sentimos privilegiados. A pesar de la amplia experiencia que tiene en este papel, todo lleva frescura, naturalidad y espontaneidad. Es un tenor para nuestros tiempos y aunque hay muchos buenos, Kaufmann está la cabeza y ha administrado su carrera con inteligencia y cuidado. Debutó la mezzo- soprano francesa Sophie Koch como Charlotte, una parte que ha cantado en muchas ocasiones al lado de Kaufmann. Le dio dignidad, comportamiento ideal de acuerdo con la época y emoción en el desenlace terrible. La voz cubrió todas las facetas del personaje, que es víctima de una promesa de las que se hacían en aquel entonces: ¡ Mamá me elige al marido! Lo paga con creces porque corresponde al amor de Werther pero no está dispuesta a engañar a su marido Albert, bien cantado y caracterizado por el barítono David Bizic, que además le dio prestancia a este papel que suele pasar desapercibido. Lisette Oropesa hizo una Sophie segura y bien cantada. Es un papel ingrato porque trata de proyectar a una jovencita tonta e imprudente pero lo hizo bien y su timbre es agradable. Jonathan Summers fue un excelente Magistrado y los insoportables “borrachines” Schmidt y Johann, interpretados por Tony Stevenson y Philip Cokorinos,pasables . Los niños que interpretaron a los hermanitos de Charlotte lo hicieron con profesionalismo y voces dulces. Debutó el director Alain Altinoglu obteniendo una actuación excelente de la Orquesta del Met y trabajando con balance ideal entre el foso y el foro. Los tiempos se acercaron a lo ideal y fue justamenteaplaudido. La ovación para Kaufmann y el elenco al terminar ha sido la más nutrida y entusiasmada de esta temporada y así debe ser. Fue una función de antología y no nos imaginamos algo mejor en este mes dMassenet. La maestra de ceremonias de la transmisión fue la soprano Patricia Racette, de voz nasal y dicción pobre. No podemos decir que es mejor cantante que conductor de ópera porque tampoco es cierto, no satisface en ninguna de sus facetas.
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