-CANCELADO- El holandés errante en el Met

El próximo sábado 14 de marzo a las 11:00 a.m. se transmitirá en el Auditorio Nacional, en vivo desde el Met de Nueva York, El holandés errante de Richard Wagner.

El holandes errante
Por Música en México Última Modificación marzo 12, 2020

Lamentamos informar a nuestra audiencia que las presentaciones de Met han sido canceladas hasta el 31 de marzo.
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En los papeles principales estarán el bajo-barítono ruso Evgeny Nikitin como el holandés (en sustitución de Bryn Terfel, que se fracturó un tobillo), la soprano alemana Anja Kampe como Senta, el bajo alemán Franz-Josef Selig como Daland, el tenor ruso Sergei Skorokhodov como Erik y la mezzoprano japonesa Mihoko Fujimura como Mary. La producción correrá a cargo del cineasta canadiense François Girard y la orquesta y el coro del Met estarán bajo la batuta del maestro Valery Gergiev.

Una tormentosa balada

Nadie señaló que Richard Wagner (1813-1883) fuera buena persona; sin embargo, con escasas excepciones, se le reconoce como uno de los grandes revolucionarios en la historia de la ópera. No deja de ser interesante que habiendo contribuido de manera tan categórica al desarrollo del drama musical, Wagner no haya aportado algo significativo en otros ámbitos de la composición. Puede decirse que, más allá de sus óperas, hay solamente dos obras que se interpretan de vez en cuando: el Idilio de Sigfrido y las Canciones Wesendonck. No es que el compositor nativo de Leipzig no haya abordado otros géneros y formas: se trata, simplemente, de que el resto de su obra no ha trascendido.

Wagner escribió un gran número de obras orquestales y de cámara, música incidental, una decena de obras corales, canciones, obras para piano, y realizó ediciones y arreglos sobre obras de Haydn, Bellini, Donizetti, Herz, Halévy, Gluck, Palestrina, Beethoven, Rossini, Mozart, Auber, etcétera. Muy numerosa es, también, la lista de los escritos, ensayos y cartas que redactó y que dan noticia de su pensamiento musical, político y social, así como del desarrollo de las artes y la cultura en su propio tiempo.

Wagner inició su carrera como creador de óperas con Die Hochzeit (Las bodas), partitura que dejó inacabada. Escribió después la ópera romántica Die Feen (Las hadas), la ópera cómica Das Liebesverbot (La prohibición de amar) y la ópera trágica Rienzi, antes de dar el primer gran paso por el camino de crear un estilo propio con Der fliegende Holländer (El holandés errante). El estreno de esta ópera, en los primeros días de 1843, fue recibido con cierta frialdad por un público que no quedó convencido de las evidentes cualidades de esta “tormentosa balada”, como la llamaba el propio compositor.

Entre las leyendas que resuenan más allá del tiempo y la geografía, pocas hay tan arraigadas como las que involucran un pecado con la consecuente sentencia y, quizá, posible redención. Entre ellas destaca la del Holandés Errante, que narra el sino que afronta el capitán Vanderecken tras cometer una imperdonable blasfemia. Su condena: navegar sin descanso por la eternidad… o hasta que el amor sincero de una mujer lo redima. Así, el fantasmal buque de Vanderecken recorre los mares, rondando principalmente el Cabo de Buena Esperanza. Para horror de los marineros, la aparición de su barco suele ser premonitoria de tragedias y desastres.

Algunos estudiosos han hallado puntos de contacto con la figura del Judío Errante, mientras otros afirman que el mito fundacional está en el siempre peripatético Ulises. Si se considera la costumbre de Wagner de redactar los libretos de sus óperas a partir de asuntos mitológicos y simbólicos, es interesante el hecho de que, además de las fuentes citadas, haya utilizado como materia prima para El holandés errante (ópera también conocida como El buque fantasma) una aterradora experiencia personal: una severa tormenta que experimentó el barco que, en 1839, lo llevaba de Königsberg a Londres. De ahí que su descripción de esta ópera como una “tormentosa balada” sea algo más que un juego de palabras.

Después de que las casas de ópera de Leipzig, Múnich y Berlín declinaron estrenar El holandés errante, esta fue acogida por Dresde para su primera representación. Afirma el musicólogo alemán Günther Hausswald:

El estreno tuvo lugar el 2 de enero de 1843 bajo la dirección de Wagner, y fue una decepción. Se deploró la ausencia de la poderosa sonoridad de Rienzi y se criticó el sombrío tema. No fue reconocida la poderosa impronta personal que hay en esta balada dramática. Tal impronta se concentra en primer lugar en Senta, la hija del navegante noruego Daland, quien a través de las visiones de la imaginación del holandés va hacia la muerte por virtud de un amor altruista y sacrificial, con el que redime al fantasmal hombre. Con la figura de Senta, Wagner logra por vez primera abordar la figura de la mujer fatal, que en sus obras posteriores simboliza siempre la tesis fundamental de su concepción dramático-musical: la redención a través de un amor sin límites.

Otro elemento de importancia en El holandés errante está en el primer uso sistemático que Wagner hizo del leitmotiv como motivo conductor, elemento que en la tetralogía (las cuatro óperas que conforman El anillo del nibelungo) habría de adquirir un destacado protagonismo.

Fuente: Juan Arturo Brennan en el programa de mano del Auditorio Nacional para las proyecciones En vivo desde el MET de Nueva York, temporada 2019-2020

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