Grandes ballets: Cenicienta de Sergei Prokofiev

Los cuentos de mamá ganso, la colección de cuentos de hadas de Charles Perrault de 1697, dio forma literaria a clásicos como Cenicienta, El gato […]

titanes de la música clásica
Por Música en México Última Modificación julio 21, 2019
Ballet Real de Birmingham


Los cuentos de mamá ganso, la colección de cuentos de hadas de Charles Perrault de 1697, dio forma literaria a clásicos como Cenicienta, El gato con botas, Barba azul, Caperucita roja y muchas otras narraciones esenciales de la literatura infantil. Pero su hechizo también ha ejercido un poderoso dominio sobre quienes han dejado la infancia años atrás. Estas historias probablemente han inspirado más versiones musicales que cualquier otro texto secular, excepto quizá los de Shakespeare. Cenicienta ha estado entre los más utilizados de estos cuentos, sirviendo como base para las óperas de Rossini (La Cenerentola), Massenet (Cendrillon), Wolf-Ferrari (La Cenerentola), Leo Blech (Aschenbrödel) y media docena más. un ballet de Frederic d’Erlanger, una suite sinfónica de Eugene d’Albert y una fantasía orquestal de Eric Coates. La popularidad de Cenicienta en Rusia se vio confirmada por el rápido éxito de la ópera de Rossini (el país tuvo poca tradición musical hasta mediados del siglo XIX, por lo que se importaba de Francia e Italia la mayoría de la música para abastecer sus salas de conciertos y ópera), además de un elaborado ballet de pantomima (cuyo compositor es ahora desconocido) que sirvió para abrir el Teatro Bolshoi de Moscú en 1825, y por el hecho de que Tchaikovsky consideró a este cuento como la base de su primer ballet (el proyecto de Tchaikovsky de 1869 nunca fue más allá de un pocos bocetos, si bien veinte años después compuso el ballet La bella durmiente basado en otro de los cuentos de Perrault.

Inmediatamente después del triunfo de su Romeo y Julieta con la producción del Ballet Kirov en Leningrado en 1940, esa compañía encargó a Prokofiev que escribiera otro ballet de larga duración y sugirió el tema. Prokofiev gustó de la idea (este iba a ser su sexto ballet, después de Ala et Lolly, Chout, Pas d’Acier, L’Enfant prodigue, y Romeo y Julieta), así que comenzó la pieza año siguiente. Trabajó rápido y terminó gran parte de los primeros dos actos a principios del verano. El 22 de junio de 1941, los nazis invadieron la Rusia soviética y, dadas las circunstancias, Cenicienta parecía frívola y antipatriótica. Prokofiev, por lo tanto, guardó la partitura y pasó un tiempo trabajando en marchas militares, en la ópera La guerra y la paz y la monumental Sinfonía no. 5. Prokofiev y otros artistas fueron evacuados a la seguridad relativa de Nalchik en las montañas del Cáucaso, y luego a Tiflis, la capital de Georgia, durante los próximos dos años. Sin embargo, Prokofiev todavía pensaba en Cenicienta y, para 1944, ya había completado el ballet. Cenicienta se estrenó con gran éxito el 21 de noviembre de 1945, y desde entonces ha sido uno de los ballets contemporáneos más importantes e interpretados en el repertorio.

Prokofiev, quien escribió bastante bien sobre sus obras, dijo esto sobre el ballet:

Lo principal que quería transmitir en la música de Cenicienta era el amor poético entre Cenicienta y el Príncipe: el inicio y el florecimiento de esa emoción, los obstáculos en su camino, la realización de un sueño. Un aspecto importante en mi trabajo sobre Cenicienta fue estudiar la naturaleza de los cuentos de hadas, ello me enfrentó como compositor con una serie de problemas interesantes: el misterio de la hada abuela, la fantasía de los doce enanos, la rápida alternancia de los países del mundo visitados por el Príncipe en busca de Cenicienta, y el aliento vívido y poético de la naturaleza en las figuras de las cuatro hadas de las estaciones del año. Los autores del ballet querían que ver al espectador vivir, sentir y experimentar a las personas en este escenario de cuento de hadas.

Al igual que con otras de sus obras teatrales, Prokofiev usó extractos de Cenicienta para una música independiente. Entre 1942 y 1943 publicó dos series de piezas para piano (Op. 95 y Op. 97), basadas en la música del ballet. En 1946 organizó tres suites orquestales de la partitura completa, que dijo “no son una simple colección mecánica de números: muchos de ellos fueron reescritos y exhibidos con un nuevo disfraz sinfónico”.

Fuente: Richard Rodda, publicado en conductorscorner.org

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