Cappella Amsterdam, Ernst Munneke, piano
Daniel Reuss, director
Quizás porque ya era reconocido como un organista y profesor excepcional, Fauré fue ganando reconocimiento como compositor lentamente. Aunque escribió varias obras con orquesta completa, su talento particular se centraba en las formas musicales más íntimas: canciones, música para piano y música de cámara. Su estilo un tanto austero y su lenguaje armónico muy personal e impresionista contrastan notablemente con la música de la tradición austro-alemana que dominó la música europea desde la época de Beethoven hasta bien entrado el siglo XX.
La sutileza de la música de Fauré y su concentración en la pequeña escala llevaron a muchos a criticarle por su falta de profundidad, un juicio basado en la premisa errónea de que cuanto más grande y audaz sea la música de un compositor, más valiosa debe ser. Fauré evitó deliberadamente el tipo de música orquestal más grandiosa que fácilmente podría haberle traído fama y fortuna. Prefirió en cambio adoptar un lenguaje musical elegante y sutil que le ha ganado un número cada vez mayor de admiradores.
La Cantique es una composición musical del dramaturgo y poeta del siglo XVII Jean Racine. Fue la primera composición importante de Fauré, escrita en 1865 mientras cursaba su último año en la École Niedermeyer, la «École de musique religieuse et classique». Presentó la pieza para el premio de composición y ganó, aunque no se publicó hasta once años después, y en 1906 se publicó una versión orquestal completa. Fauré escribió posteriormente una buena cantidad de música religiosa (en particular el Réquiem, escrito en 1888), pero de las piezas sacras más breves, la Cantique es la que ha cautivado especialmente el afecto de los coros y el público.
Fuente: John Bawden
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