La ópera Le Gran Macabre de György Ligeti de 1977/1996 fue un encargo de la Ópera Real de Suecia. Funcionó como un resumen de los 25 años anteriores de su trabajo compositivo y como una visión general de la condición humana desde “el sexo hasta la política, la embriaguez y la muerte”. Ambientada en el reino mítico de “Bruegelland”, habitado por campesinos, monstruos y los Apocalipsis vistos en las pinturas de Breugel. La ópera debutó en 1978 en Estocolmo, Suecia y luego, revisada por Ligeti, apareció en 1997 en Salzburgo, en una producción dirigida por Peter Sellars.
Se extrajeron tres arias de la ópera para una versión de concierto de soprano o trompeta con acompañamiento bajo el título “Misterios del macabro”.
En Breugellan, el jefe del “Gepopo”, la policía política secreta, viene a informar al príncipe Gogo y a los ciudadanos que el planeta está en peligro de destrucción. Sin embargo, está tan asustado e histérico que no se puede entender su mensaje. En el arreglo para trompeta de Elgar Howarth, que dirigió el estreno sueco, el mensaje ininteligible se transmite mediante “un tiovivo absurdo de chillidos, silbidos, golpes de maraca y galimatías habladas”. El jefe se alarma más y su psique se desmorona porque el mensaje no llega: “la música se tambalea inexorablemente hacia el abismo”.
Parece más bien una metáfora que es aún más adecuada hoy en día, cuando el mundo se tambalea a través de sus convulsiones actuales, rechazando la ciencia y la realidad y sustituyendo la creencia por lo personal. Sin embargo, como obra para trompeta, la obra exige incluso al intérprete virtuoso.
Fuente: Maureen Buja para interlude.hk
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