Xenakis: ¿es música?

Una obra de Xenakis no se parece nada al sonido que está acostumbrado a escuchar a pesar de que está escrita para los mismos instrumentos

Por Música en México Última Modificación octubre 30, 2022

“Una pregunta frecuente que se hace un aficionado tradicional que disfruta de las delicias habituales y legítimas de las sinfonías de Beethoven o las mazurkas de Chopin puede poner un signo de interrogación a la palabra ‘música’ el día en que escucha por primera vez – y sin preparación alguna – una obra de Iannis Xenakis. Se percata de que el sonido instrumental de una obra de Xenakis no se parece nada al sonido que está acostumbrado a escuchar a pesar de que está escrita para los mismos instrumentos en los que confiaba Mozart para sus serenatas o Liszt sus impresiones de viajes. Para 1965, una veintena de obras de Xenakis estaba escrita para instrumentos o conjuntos tradicionales y una media docena para medios electro-magnéticos.

Múltiples experiencias históricas – Rameau, Beethoven, Berlioz, Wagner, Debussy, Stravinski o Schoenberg, entre las más famosas – permitieron a  estos compositores,  en determinadas épocas, descubrir sonoridades nuevas o bien una forma nueva de combinar sonidos que fue catalogada como ‘cacofonías’ que ameritaban atención psiquiátrica en vez de crítica musical. La novedad sonora no correspondía a las definiciones elementales de la palabra ‘arte’ en los diccionarios: ‘el arte de combinar sonidos de una manera agradable al oído’.  La idea de ‘arte’ concebida por Xenakis jamás convencerá al melómano que es ‘agradable’ – definición de por sí ridícula. ¿Acaso la Misa de Machaut, la Gran fuga de Beethoven o La consagración de la primavera  de Stravinski son ‘agradables’? 

¿Acaso la música debe subordinar sus ambiciones al placer de un solo órgano? ¿Acaso este órgano no es más que un simple medio de transmisión al servicio del hombre total? 

‘Música matemática’: este es el descalificativo supremo a través de los siglos en contra de ciertas músicas. Xenakis nunca ocultó que también era matemático y fue el primero en oponerse a esta etiqueta explicando  que sus obras fueron compuestas a partir de cálculos matemáticos extremadamente complejos. Su valiente estrategia intenta fijar la atención del oyente sobre el aspecto singularmente musical de la obra nacida de sus cálculos. Y la casi unánime crítica musical actúa Se puede amar o no pero se concede que hay música presente. Olivier Messiaen lo explica así: ‘Al escuchar su música, los cálculos se olvidan completamente. No se trata de frenesí intelectual ni extravagancias cerebrales. El resultado sonoro es una agitación delicadamente poética o violentamente brutal, según el caso’. 

El adjetivo estocástico que emplea Xenakis para calificar la música a la cual ha llegado según sus investigaciones es, sin duda, una palabra susceptible a espantar al oyente acostumbrado a escuchar sinfonías de Beethoven. Y, en efecto, a menos que se posea una cultura científica elevada, es más bien un desafío aventurar por los recovecos matemáticos de este arte. A pesar de esto, es asombroso  constatar que, aun sin formación científica, es fácil para el público que lo desea, reflexionar un poco, y seguir la música sobre el camino intelectual que conduce de la teoría a la práctica, y de ver, desde un punto de vista teórico, como la jornada de Xenakis se torna artística y nos lleva a la música”. 

Fuente: Notas de Claude Rostand, sobre el disco que contiene las obras Metastasis/Pithoprakta/Eonta, sello Le Chant du Monde 278368, 1965.

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