Joan Cabanilles, «prodigio de prodigios»

Por Francesco Milella La herencia del Siglo de Oro era demasiado bella y pesada para desaparacer rápidamente y ser devorada por los mecanismos de la […]

Por Francesco Milella Última Modificación julio 1, 2016

Por Francesco Milella

La herencia del Siglo de Oro era demasiado bella y pesada para desaparacer rápidamente y ser devorada por los mecanismos de la historia: tanto en la política como en la cultura su sombra continuó, directa e indirectamente, a dominar la vida de España. Durante el siglo XVII, reyes y políticos buscaron constantemente enfrentarse y recuperar la gloria de Carlos V y Felipe II, sin embargo, la emulación de ese imperio y de sus habilidades acabó en un fracaso total.

La herencia que los compositores españoles tenían que enfrentar no era menos pesada: pronunciar los nombres de Cristóbal de Morales o de Tomás Luis de Victoria era suficiente para atemorizar a los jóvenes estudiantes de música, conscientes de que nunca iban a alcanzar esos niveles de perfección. Las consecuencias fueron terribles ya que desperdiciaban todas sus energías en imitar lenguajes pasados en vez de aprovecharlas para construir nuevos. Pocos, muy pocos, siguieron el segundo camino: ya hemos conocido y escuchado la música de Francisco Correa de Arauxo  quien luchó, a principios del 1600, para encontrar un proprio espacio lejos de la herencia renascentista. Hoy, moviéndonos un poco más allá en los años, nos acercamos a otro compositor ibérico que la historia recuerda como el “Bach español”: Joan Cabanilles.

Joan Cabanilles nace en Algemesí, en la región valenciana, en 1644, y muere en Valencia en 1712. Su carrera musical se desarrolla en el mundo religioso español, primero como corista y luego, a partir de 1665, como organista de la catedral de Valencia, cargo que ocupa hasta 1702 cuando se retira del mundo musical por problemas de salud.

Siguiendo el camino de su predecesor Correa de Arauxo, Cabanilles dedica casi toda su vida musical, con algunas excepciones instrumentales y corales, al órgano, para el cual compone principalmente tientos, versos y passacalles. Si en la forma Cabanilles sigue mirando al pasado, con su lenguaje, con su genio musical logra imponerse en la historia como uno de los grandes genios del barroco español:  explorando todos los recursos y los potenciales del órgano, Cabanilles compone música de impresionante modernidad con la que consigue desengancharse de los rígidos dictámenes del pasado para abrir nuevos horizontes.

El tiento “A lamire”, construido – como dice el mismo título – sobre las notas la, mi y re, lo dice todo. El tiento comienza con una rápida e imponente frase compuesta por una sola línea a la que inmediatamente se añaden, en forma mimética, una segunda frase en el registro de mezzo y una tercera en el registro del contralto. Sin que nos demos cuenta, Cabanilles desarrolla una elaborada estructura contrapuntística potente y majestuosa en donde diferentes temas se van tejiendo entre ellos de forma perfecta, como hilos, sin nunca crear nudos. De repente todo calla, la majestuosidad desaparece, la potencia parece morir para dejar su lugar a un tema de encantadora delicadeza y suavidad. Cabanilles hace con el órgano lo que quiere: cambia el tono, el registro, el color y el ritmo trasportándonos a otra dimensión musical. Pero por poco: sin darnos un momento de descanso, sin una pausa de silencio, el compositor valenciano vuelve a dar fuego al órgano en un momento de explosiva intensidad y virtuosismo que cierra teatralmente el breve tiento.

Joan Cabanilles pertenece a la triste categoría de genios olvidados: ni la simpática etiqueta de “El Bach Español” con la que algunos suelen llamarlo ha logrado rescatar este estupendo compositor del olvido. Pero la culpa, en realidad, no es nuestra sino de la historia. En 1700 muere el rey español Carlos II: sin encontrar herederos directos, las coronas europeas inician una violenta guerra para ocupar el trono de España. Después de más de diez años de guerra, en 1713 los reyes europeos, condicionados por el Rey Sol, deciden enviar a Felipe V y a los Borbones a Madrid. Comienza así una nueva y afortunada etapa para España: gracias a nuevas reformas, el Imperio Español retoma vida después de casi un siglo de desalentador silencio. Menos afortunados serán Cabanilles y sus antecesores: con los Borbones la península ibérica comienza a ser literalmente invadida por obras y compositores italianos: Farinelli, Domenico Scarlatti y Luigi Boccherini, con su extravagante y exuberante genialidad, transformarán totalmente el panorama musical español. Correa de Arauxo y Cabanilles, con su hermosa espiritualidad, desaparecerán totalmente aplastados por los nuevos embajadores de la moda italiana. Y, como en una desafortunada obra teatral, saldrán de la escena sin aplausos.

Francesco Milella
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