El Salón México (1920)

Un acontecimiento de gran trascendencia sucedió el 20 de abril de 1920, día en que fue inaugurado en las calle de El pensador mexicano, el Salón México

Por Música en México Última Modificación enero 14, 2024

Un acontecimiento de gran trascendencia sucedió el 20 de abril de 1920, día en que fue inaugurado en las calle de El pensador mexicano, el Salón México, que fue centro de reunión de los amantes del baile durante la época más brillante de la música mexicana, donde se impuso el gusto por el danzón en un gran sector del público capitalino. Como centro turístico fue también admiración de cuanto extranjero visitaba la ciudad, al grado que el eminente compositor norteamericano Aaron Copland estrenó en 1936 su brillante exposición musical Salón México, inspirada en esta academia, obra sinfónica que ha tenido difusión en el mundo entero.

El danzón se escribe en compás de dos por cuatro, basado en el ritmo del “cinquillo”, que le da un definitivo sabor cubano. Comienza con una introducción de ocho compases repetidos, que aprovecha generalmente un músico para gritar ¡Hey, familia, danzón dedicado a Don Fulano de Tal!”, lo que siempre genera una gratificación de cierto modo para los filarmónicos.

El mismo ritmo del danzón y la misma forma de escritura se introdujo, un tanto más lento y reduciéndolo a una introducción de ocho compases sencillos y dos partes de dieciséis compases, en el bolero, que surgió pocos años después de la introducción del danzón y en México se enfrentó a los ritmos y melodías extranjeros, adornándolo con letra de índole romántica. Entre los cultivadores del género cubano vivía en México un celebrado cantor llamado simplemente “El negrito Charles”, de afinada voz y gran simpatía, que alcanzó a escucharse allá por el año de 1934, intérprete magnífico de los sones cubanos especialmente El son de la loma, de Miguel Matamoros.

Trío Matamoros

Para inaugurar el Salón México, que comprendía una serie de salas de baile para distintas capas sociales, se trajo de Veracruz al famoso timbalero cubano Tiburcio Hernández (Balbuco) y a su danzonera. El ingenio popular llamó a la salas, de la “mantequilla”, de la “manteca” y del “cebo”. Por cierto, en la última había un cartelito que decía: “se prohíbe tirar las colillas de cigarros al suelo porque se queman los pies las señoritas” ¡Textual!

Naturalmente, aparte de la danzonera, había otras orquestas que amenizaban las tandas del Salón México, pues en 1920 estaba en moda el jazz, el tango, se bailaba el pasodoble que siempre ha contado con simpatizantes en nuestras salas de baile, la polka y el vals, aunque este casi como baile de exhibición. Había campeonatos de cada baile todos los años, así se tenía un campeón de danzón, de tango, de pasodoble y de jazz. Entre los danzones favoritos de esta época mencionaremos: La Negra, del doctor Gonzalo Bravo, Yucatán Club, El teléfono y Juárez no debió morir, este último era una versión mexicana del danzón cubano Martí no debió morir.

Emilio B. Rosado y Su Orquesta

De acuerdo con su clientela, el Salón México daba preferencia al danzón, y fue durante muchos años el lugar predilecto de los amantes de este baile, que quien presume de bailarlo como Dios manda, lo baila en un ladrillo.
Fuente: Garrido, Juan S. (1974). Historia de la Música Popular en México (1896-1973). Colección Ediciones Especiales. Editorial Extemporáneos.

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