La canción romántica: la década de los cuarenta

La aparición de las orquestas al estilo norteamericano de los años cuarenta, generó la creación de todo una serie de canciones que, por sus lineamientos más estándares y más cercanos al gusto internacional, resultaron fácilmente exportables.

Por Música en México Última Modificación agosto 9, 2022

La aparición de las orquestas al estilo norteamericano de los años cuarenta, generó la creación de todo una serie de canciones que, por sus lineamientos más estándares y más cercanos al gusto internacional, resultaron fácilmente exportables. Prisionero del mar de Luis Alcaraz (1941), Solamente una vez de Agustín Lara (1941) Perfidia y Frenesí de Alberto Domínguez (1939) Te quiero dijiste (vox populi: Muñequita linda) de María Grever y Bésame mucho (1941) de Consuelo Velázquez, son los ejemplos más famosos de un estilo de canción que había logrado liberarse de todo “color local” al adaptarse con flexibilidad a los lineamientos de un mercado internacional, especialmente accesible a los autores latinoamericanos durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

El caso del compositor Alberto Domínguez es sumamente interesante. Éste músico chiapaneco, integrante desde su infancia de un grupo familiar de marimba, La lira de San Cristóbal de los hermanos Domínguez, inició su carrera en 1936 en la XEB y estaba destinado a lograr lo que ningún músico popular mexicano había logrado hasta entonces: romper los récords de popularidad en los Estados Unidos. Su canción Frenesí vendió varios cientos de miles de copias y fue tocada porque estas tan famosas como la de Benny Goodman, Artie Shaw, Jimmy Dorsey y Glenn Miller, y junto con Perfidia ocupó durante varias semanas consecutivas los dos primeros lugares del Hit Parade.

Frenesí conservaba, a pesar de su corte norteamericano, un interés melódico y una capacidad de invención que le aseguraron su bien ganada popularidad. El resto de su producción, más dentro del estilo local, contribuyó a ensanchar las formas de bolero y la canción romántica con obras como Inspiración, Desventura y Humanidad.

Otra serie importante de compositores de canción sentimental estuvo constituida por Gabriel Ruiz (Un día soñé, 1935), Alfredo Núñez de Borbón (Inquietud, 1935) y Gonzalo Curiel (Vereda tropical, 1936); esta última es una de las canciones clásicas del estilo romántico. Su nostálgico principio, una escala ascendente, tiene toda la tristeza sensual que caracterizará al bolero mexicano de años posteriores.

La década de los años cuarenta marca también la gestación de nuevos gustos e influencias en la canción romántica. En 1942, se puso de moda el beguine en México, y algunos compositores mexicanos escribieron canciones en forma híbrida llamado bolero-beguine. El acentuado bolero estilo cubano, tan caro a los autores románticos, comenzaba a debilitarse pero seguía siendo cultivado por compositores como Federico Baena, Miguel Prado y Gabriel Ruiz.

El año 1948 marcó la aparición de Los Panchos y el principio del apogeo de los tríos. El predominio de la suaves voces masculinas, las guitarras y el infaltable requinto crea un nuevo tipo de bolero y de canción romántica. Más elaborada, con tendencia al preciosismo y una nueva concepción armónica surgida del acompañamiento con guitarras, a la larga se vio reducida al estereotipo. Las composiciones para trío se multiplicaron al infinito y parecieron formar una categoría parte. Actualmente con nuevas perspectivas es fácil apreciar qué canciones como Rayito de Luna, Hipócrita, Un solo corazón, Tres dilemas y Sabor a mí de Chucho Navarro, Carlos Crespo, Rafael de Paz, Vicente Garrido y Álvaro Carrillo, respectivamente, encajan perfectamente en la tradición boleristica y sentimental.

A principios de los años 50 se inició una reestructuración del bolero, ya insidiosamente amenazado por el híbrido bolero-ranchero. En ese proceso Vicente Garrido tuvo una parte importante. Otro elemento determinante en la nueva forma del bolero fue la aparición de José Antonio Méndez con Si me comprendieras y el cubano César Portillo de la Luz, autor de la clásica canción Contigo en la distancia. Finalmente dependiente de trovadores como Álvaro Carrillo y Pepe Jara contribuyó a la nueva concepción del bolero.

El bolero moderno fue el resultado de la evolución del bolero de trío y la canción romántica en general pronto se convirtió en la vanguardia de la canción romántica. A partir de su consolidación, todo lo que no fuera bolero moderno sería considerado como una expresión correspondiente al pasado. Formalmente, el bolero moderno es menos estricto que el bolero tradicional sobre todo en lo referente al ritmo que se asemeja más a lo que llamarían los trovadores yucatecos el estilo “capricho”. Pero es justamente esa nueva libertad lo que lo ha alejado de la monotonía en que había caído el bolero tradicional.

No es un azar que Armando Manzanero dominara la creación romántica en los años sesenta. Armando Manzanero fue el último creador importante del bolero mexicano. Como intuitivo conocedor de tres géneros: el rock, la canción yucateca y el bolero, tuvo todos los elementos para crear algo verdaderamente original. Manzanero buscó y empleó nuevos recursos vitales en armonía y la melodía, y en ocasiones sustituyó la primacía de la melodía por acordes siempre en movimiento. Su bolero Voy a apagar la luz, con una melodía espacialmente amplia construida sobre un arpegio muy abierto, es una prueba de las posibilidades que aún tiene la canción romántica en manos de un compositor de audacia innegable talento.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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