Los competidores comerciales de la XEW no se hicieron esperar. En 1938 se inauguró la XEQ con un programa más bien ecléctico: el barítono Ramón Vinay, los Ecos de la pampa con la orquesta de Juancito López, el cubano Sergio de Karlo con sus canciones Flores negras y La última rumba. Dentro los mexicanos destacaban Lola Cárdenas, Lupe Acevedo, la compositora y pianista Consuelo Velázquez, Guillermo Álvarez, Carlos Puig y Amparo Montes.
El último intento del estado por recuperar el control de la radio fue la creación de la radiodifusora XEFO del Partido Nacional Revolucionario denominada Radio Nacional de México. Puesta al servicio de la ideología renovadora y además de la propaganda de la doctrina del partido, la flamante estación tenía entre su elenco artistas de la talla de Pedro Vargas, Lerdo de Tejada, Alfonso Esparza Oteo, sin contar con grupos debutantes como el Dueto mixteco y el Dueto Los Mayab. Por sus micrófonos actuaron el Trío Calaveras, Carlos Mejía, y las boleristas Victoria Grajeda Gómez y Chela Campos. En 1946, al desaparecer el PRM y sustituirse por el actual PRI, la difusora estatal se esfumó y dejó la radiodifusión en manos de la iniciativa privada.
Para el año 1942, el negocio de la radio era fuertemente competitivo, pero aún era posible la creación de una difusora como Radio Mil con los lineamientos de las antiguas radiodifusoras, es decir, transmisiones en vivo y con buena cantidad de artistas locales como Emilio Tuero, Ana María González, Cuco Sánchez, etc.
La expansión nacional de la radio se inició con la creación de la primera cadena, la “Radio continental”. Ella siguió la “Cadena azul”, formada por la XEQ y catorce estaciones de provincia. Poco a poco la constitución de los programas se fue transformando para dar primacía a los programas grabados y anuncios comerciales.Muy pronto, los programas con música viva serían objeto de “programaciones especiales”.
Los programas en vivo más cotizados de los años cuarenta fueron el programa Verde y oro de la XEW con Manolita Saval; el programa de Canels con “Ferrusquilla”, “Panseco”, la orquesta de Ernesto Riestra y el Trío Durango; el programa Casino imperial de México con “Tin tan”, Marcelo Chávez, la orquesta de Everett Hoagland y Chela Campos; Cantares de mi tierra con Manuel Medel. En 1951, un nuevo grupo compró el 85% de las acciones de Radio Mil, con lo que se aceleró el proceso de “uniformación”; la mayoría de los programas se elaborarían con música grabada y sólo quedarían programas honoríficos como Así es mi tierra (1945-1951), dedicado a homenajear a los compositores de otras generaciones: Barcelata, Palmerín, Bermejo, Esperón, etc.
A fines de los años cuarenta, la decadencia de la radio era tan notoria y el descontento del público tan grande, que en una celebérrima polémica periodística del año 49 sobre la decadencia de la canción mexicana, las mayores críticas y reproches las llevó la radio. Los ataques publicados, más que una acusación concreta, eran una protesta por la habitual falta de imaginación de programas. “La radio había terminado con la canción mexicana”. Las radiodifusoras eran las culpables de qué se “pervirtiera el gusto estético musical, porque daban a conocer lo peor de la producción, afirmando enfáticamente por medio de sus locutores que se trataba de lo mejor”. El musicólogo Gabriel Saldívar expresaba: “los fieles intérpretes calurosamente elogiados por los radiolocutores, son el instrumento de qué se valen los compositores para dar a conocer su inspiración. Es el resultado de las monedas recibidas a cambio de un contrato para entregar tantas o cuantas canciones mexicanas a plazo determinado”. El malestar era general: según sus críticos la radio había coadyuvado a la decadencia de la canción mexicana. Cuando Alfonso Sordo Noriega creó la XEX en 1947, se hacía eco a una alarma general por la “procacidad” creciente de las letras de canciones. La estación que se preciaba de “entrar a los hogares con un acento de dignidad y decencia, desterrando todo lo innoble que pueda manchar la pureza de nuestros hijos o el recato de nuestras esposas”, despidió a los pocos días de inaugurada una lista negra de canciones que no podrían escucharse a través de sus micrófonos.Aquí la inofensiva lista: La última noche, Diez minutos más, Tú ya no soplas, Juan Charrasqueado, Aventurera, El hijo desobediente, Pecadora, Todo una vida, Frío en el alma y Traigo mi 45.
Los años cincuenta marcaron el final del apogeo de la radio; al aparecer la televisión, las difusoras se concentraron cada vez más en ofrecer programas de música grabada, más baratos de producción.
La radio toca aproximadamente 3000 canciones al mes, pero distribuidas entre 300 a 400 títulos que se repiten. Aparte de las estaciones de difusión cultural y música clásica, y las pocas dedicadas a la “música tropical” que aún sobreviven, la radio hoy día transmite únicamente la música de moda. Por ejemplo, en 1960 había cinco estaciones de género ranchero en la Ciudad de México y ahora sólo hay dos que transmiten este género intermitentemente. Curiosamente, un medio de difusión fundamental para esta música son los palenques de provincia donde, semana a semana, los empresarios intercalan peleas de gallos con números musicales casi siempre a cargo de cantantes de música ranchera. Muchos de estos artistas deben su actual popularidad así como la de las canciones que interpretan, a estas presentaciones personales que, en cierta forma sustituyen la falta de difusión radiofónica.
La cantidad de música norteamericana y de otros países ha ido aumentando en proporción a la desaparición de las canciones mexicanas y el gusto musical es moldeado según los ritmos y estilos de la moda imperante.
Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.
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