Lara en la radio y el cine

La amplia difusión editorial de las canciones de Agustín Lara más su presencia en los teatros, pronto lo convirtieron en la figura más conocida entre el público.

Por Música en México Última Modificación agosto 15, 2022

La amplia difusión editorial de las canciones de Agustín Lara, que para 1935 eran ya alrededor de 150, más su presencia constante en los teatros de revista, pronto lo convirtieron en la figura musical más familiar y conocida entre el público. Quien hubiera asistido al Teatro Politeama en aquellos años, se habría encontrado con un hombre delgado que improvisaba libremente al teclado antes de enunciar sus canciones en tembloroso recitativo. Pronto le fue necesario tener intérpretes que se hicieran cargo de sus obras frente a un público cada vez más demandante. Juan Arvizu, Néstor Meesta Chaires, El trío Garnica-Acencio, Maruja Pérez, Ana María Fernández, “Toña la Negra”, Pedro Vargas, Luis G. Roldán, Elvira Ríos, Ana María González, Chabela Durán, etc., son unos cuantos de los innumerables intérpretes que surgieron bajo los reflectores de la fama de Agustín Lara.

Al iniciarse las transmisiones de la radio comercial, Lara quedó automáticamente incrustado en el engranaje publicitario que cubría todo el territorio nacional. No bien iniciadas las actividades de la XEW en 1930, Lara obtuvo un programa propio: La hora azul, que le atrajo una audiencia gigantesca. El programa era diario y, por lo menos, Lara estrenaba una canción cada semana. En esa década, y con el principio de una nueva comercialización de la canción mexicana a través de la radio, Lara afianzó su propio mito. El auge radiofónico liquidó el ascenso de muchos otros compositores populares, como Lerdo de Tejada y Esparza Oteo, para imponer la proliferación del bolero y la canción citadina. En cambio, Agustín Lara disfrutó en esos años de un creciente prestigio en todo el país.

En 1931, el cine sonoro hizo su aparición en México con la película Santa, cuya dirección musical estuvo a cargo de Miguel Lerdo de Tejada. El tema musical de la película fue la célebre canción Santa con la que Lara inicia una serie de redituables contribuciones románticas al arte fílmico nacional. Numerosas películas y varias actuaciones no muy notables contribuyeron a acrecentar su figura pública como por ejemplo los filmes Novillero (1936), Noche de ronda (1942), Mujer (1946), Humo en los ojos (1946), Revancha (1948), Perdida (1949) y Coqueta (1949). Estas películas debieron mucho de su éxito taquillero a las canciones de Lara y a sus letras plenas de significado para un público dispuesto a conmover hasta las lágrimas.

Lara donó al cine mexicano algo más que canciones; le proporcionó argumentos sacados con tirabuzón de los títulos de sus canciones o trozos mitológicos a través de su agitada y atribulada vida. En el año 1946 su canción Noche de ronda en la voz de Elvira Ríos, sirvió como tema musical para la película Entre hombres, interpretada por Arturo de Córdova y Marina Tamayo. Dentro de la filmografía lariana cabe destacar algunas películas como Distinto amanecer, considerada clásica del cine en México, con la actuación de Andrea Palma, en la cual se estrenó la canción Cada noche un amor. La mujer que yo amé de 1950 nos presenta al compositor en el personaje de Agustín, el pianista del cabaret costeño Los siete mares que salva con sus canciones a Elsa Aguirre de una cojera esquizofrénica, para terminar con la cara marcada por un rival celoso.

Lo importante por supuesto en toda la filmografía de Agustín Lara no era propiamente el argumento, sino la representación visual del artista. Lara había venido a simbolizar al músico por antonomasia, al cancionero sensible y al poeta inspirado. Curiosamente, todos los filmes que contribuyeron a convertir a Lara en el estereotipo más falso y convencional del compositor inspirado, coincidieron con la disminución real de su producción de canciones. En 1958, Lara vivía de su producción ya hecha, de melodías una y otra vez repartidas y acomodadas a los nuevos ritmos y estilos de moda. En todos estos filmes, las viejas canciones de Lara representaban “la intemporalidad y la inmanencia de la inspiración y por extensión la sensibilidad romántica a la mexicana.”

Cuándo la fama y la fortuna llegan de la mano de la inspiración, ésta se torna irresistible. Sobran admiradores, dinero, viajes, honores, mercado, público y mujeres. Infinidad de historias se tejieron alrededor del personaje de Agustín Lara. Según la prensa multitudinaria, las más grandes inspiraciones musicales del compositor se explican y se alinean en función de sus mujeres, en su papel de doble satisfactores: inspiradoras y compañeras. El episodio amoroso-publicitario-matrimonial con la actriz María Félix, marca el momento culminante de la vida de Lara. El talento, la belleza, la fortuna y la inspiración fueron las hadas madrinas que acudieron a bendecir aquella unión. Años después de esa boda y su consiguiente divorcio, Agustín contaba: “yo estaba enamorado y mi inspiración llegó al máximo. De Acapulco traje recuerdos inolvidables. Al poco tiempo salió a la luz una de mis canciones que yo considero la más bonita. La melodía fue un éxito de los grandes, y yo mismo, acostumbrado a los triunfos clamorosos de mis canciones, me sentí orgulloso de mi María bonita; Poca gente sabe que fue esta canción dedicada a María la que alargó nuestras relaciones.”

Después del divorcio Lara compuso Tu retrato, Palabras de mujer y Ausencia; en estas canciones la imagen de María parece asomarse. Durante la última década de la vida de Agustín Lara su producción bajó notablemente; su fama se mantenía de la obra juvenil. Lara se hacía préstamos a sí mismo, utilizando una y otra vez en el cine, los discos y la radio, la producción de canciones de su época de oro. Al comenzar los años sesenta, Lara era primordialmente el recuerdo de un estilo, una leyenda… Al morir, Lara había dejado en la memoria de los mexicanos la impronta de una época, la expresión de una sensibilidad en una obra característica y original

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, 1979.

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