El distinguido cellista inglés, Steven Isserlis, es también autor de varios libros sobre temas musicales, tratados con un tono humorístico y en apariencia despreocupado con un sobrio despliegue de erudición: entre ellos el muy popular Por qué Beethoven tiró el estofado (Editorial Antonio Machado, Madrid, 2019) y Por qué a Handel se le movía tanto la peluca (digital) . Esta semana publica en inglés un nuevo libro sobre la sobrevivencia de las suites para cello solo de J.S. Bach. El diario The Guardian ofrece un avance sobre su contenido:
“Son una de las glorias indiscutibles de la música clásica pero transcurrieron muchas décadas antes de que fueran apreciadas y comprendidas. Este libro de Isserlis es la historia de “uno de los pilares de la civilización”.
Gran parte de la música de J.S. Bach (1685-1750) cayó en el olvido después de su muerte. Pocas obras – principalmente para teclado – habrían sido publicados mientras vivía y por cuenta propia y, de alguna manera, algunas de sus obras no publicadas eran conocidas.
Su primer biógrafo, Forkel, nos dice que “por muchos años, las obras para violoncello solo eran consideradas universalmente por los mejores violinistas como el camino más esforzado para que un estudiante ambicioso probara ser maestro de su instrumento.
En el siglo XVIII, el barón van Swieten, fanático de la música barroca, acercó a Mozart a varias obras de Bach. Más tarde, Mozart pudo escuchar varias obras corales de Bach en Leipzig; un testigo presencial escribió: ‘Tan pronto como el coro había cantado algunos compases, Mozart reaccionó, y exclamó con alegría: ‘Pero, qué es esto?’ Y toda su alma parecía está centrada en sus oídos. Al finalizar la canción, exclamó: ‘Aquí se puede aprender algo´.”
Algunos años antes, la primera reseña de Beethoven, a sus 11 años de edad, nos dice que “toca principalmente el Clave bien temperado de Sebastián (sic) Bach, que su maestro puso en sus manos”.
Así que Bach no fue olvidado del todo; no así las Suites para cello solo. No existen registros de que hayan sido tocadas en los 100 años después de su muerte. Y, sin embargo, en 1824 el cellista Louis-Pierre Norblin publicó su edición basada en el manuscrito adquirido por el segundo hijo de Bach, Karl Philipp Emanuel Bach – que empezó a tener difusión. Le siguieron tres ediciones más y luego otra, probablemente a raíz de la famosa interpretación que presentó Mendelssohn en Berlín, en 1829, de la Pasión según San Mateo que renovó el interés por Bach.
Otros compositores se interesaron por las Suites para cello, como Schumann y Brahms pero pocos intérpretes se atrevieron a tocar las seis sonatas en un solo recital hasta que Pablo Casals, el célebre cellista catalán (1876-1973) emprendió la hazaña después de estudiar las partituras durante años y difundirlas por todo el mundo. “Son la esencia de Bach y Bach es la esencia de la música”. Su grabación de las 6 suites realizada entre 1936 y 1939 para EMI fue la primera, en medio de la Guerra Civil Española y la amenazante sombra de la Segunda Guerra Mundial. Recurrir a Bach debe haber sido un consuelo en sus horas más oscuras, como lo ha sido siempre la música de Bach para hombres y mujeres a lo largo de los siglos.
Conforme fueron adquiriendo mayor popularidad entre decenas de cellistas profesionales, aficionados y estudiantes, también en el siglo veinte fue creciendo el interés de compositores para escribir para cello solo: han escrito obras memorables para el cello autores como Kódaly, Hindemith, Reger, Bloch, Dallapiccola, Britten, Dutilleux, entre otros. Todas muestran – en mayor o menor grado -la influencia del gran maestro de Leipzig.
Fuente: The Guardian, Londres, 2021; citas del libro de Steven Isserlis, The Bach Cello Suites, Londres, Faber&Faber, 2021.
Son innumerables las grabaciones de las 6 suites para cello solo, desde la legendaria versión de Casals y otros excepcionales cellistas como Pierre Fournier, Mtislav Rostropovich, Yo-Yo Ma, hasta Peter Wispelwey, Istvan Vardai, Massimiliano Martinelli y muchos más. El mismo Steven Isselis las ha grabado dos veces. La discusión sobre cuál es la mejor grabación ya no se refiere a la serie de las 6 sino a cada una en forma individual comparada con la interpretación de otro cellista. Lo más recomendable es tomar una grabación y sentarse a disfrutar la belleza de este “pilar de la civilización”.
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