El bis es una pieza que el artista regala al final de concierto para agradecer al público sus calurosos aplausos.
Es una forma de prolongar el placer compartido. Puede ser una de las obras que acaba de tocar, en general, la última.
Pero no existe ninguna regla concreta. A veces el intérprete elige una pieza fuera del programa que puede ser un clásico del repertorio de su instrumento.
La práctica del bis ha acabado convirtiéndose en algo obligado para todo concertista y ya forma parte del propio concierto.
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Esto es verdad sobre todo en un recital, cuando el artista está solo en el escenario, pero también una orquesta puede plegarse a esta costumbre
Es raro que un bis no vaya seguido de otra pieza, y a veces incluso de una tercera, cuando no de una cuarta.
Entonces pasa a convertirse en un verdadero programa, y en su construcción se alternan la pasión y el recogimiento.
Durante el festival de 2010 de La Roque d’Anthéron, la pianista Brigitte Engerer tocó seis bises al final de su recital.
Y cuando Daniel Barenboim se presentó en público por primera vez, a la edad de siete años, dio siete bises, que eran todas las piezas de piano que podía tocar en un concierto en aquel momento*.
La palabra more (más) utilizada por los anglófonos, encuentra en estos dos ejemplos su plena justificación.
La palma del bis más largo se la lleva sin duda el pianista Rudolf Serkin, que tocó todas las Variaciones Goldberg de Juan Sebastián Bach, es decir, casi una hora de música.
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En la historia de la ópera* destaca un bis sin duda único en su género: La boda secreta, de Domenico Cimarosa (1749-1801) se volvió a interpretar íntegramente el día de su estreno, en 1792, a petición del emperador Leopoldo II. Pero se trata más de un deseo imperial que de la respuesta a un clamor popular.
Si hiciera falta una prueba para demostrar que un bis gusta tanto al público como al artista, bastaría leer el telegrama enviado por Hector Berlioz el 16 de diciembre de 1866 a su amigo Berthold Damcke, justo después del triunfo en Viena de La condenación de Fausto: “Bébase dos botellas, bises y reclamaciones, éxito fantástico”.
Citado en Pierre Brévignon y Olivier Philipponnat, Dictionaire superflu de la musique classique, Begles, Le Castor Astral, 2008.
Fuente: Thierry Geffrontin, La música clásica en 100 palabras, Barcelona, Paidós, 2013.
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