La mayor parte de las civilizaciones del mundo tienen no una, sino varias culturas musicales, entre las cuales hay una clásica. Si se contempla la música tradicional de África – del norte árabe, así como del sur parcialmente europeizada, con sus numerosas culturas, lenguas y formas de vida -, nos topamos por ejemplo con escalas pentatónicas o heptatónicas; algunos sistemas tonales son temperados y en otros se emplean intervalos justos naturales. En lo esencial, las tradiciones se transmiten oralmente y la música no conoce notación alguna. La música de la corte de Buganda, uno de los grandes reinos Hima de África oriental, es desde hace cinco siglos determinante para la música actual de esa región. Esta música cortesana extremadamente diferenciada es un ejemplo de la música clásica africana: el ceremonial de la corte de Buganda prevé una compleja música de tambores y danza, como Bakisimba, Nankasa, Amaggunju, y se acompaña de instrumentos melódicos como el ennanga (arpa) y el entongoli (lira), y de xilófonos como el amadinda y el akadinda.
En el siglo V, simultáneamente a la propagación de la doctrina budista, Japón importó de las antiguas culturas de China y Corea cantos y estilos de canto como Kagura, Yamato-Uta y Kume-Uta. Gagaku es una unión de esta música y danza, que alcanzó su plena madurez artística en el siglo X y que se siguió transmitiendo en la corte imperial de generación en generación. Elementos centrales de este estilo de canto japonés y de los arreglos vocales en el Gagaku son las complicadas técnicas de composición, que desde entonces han sido esenciales y modélicas para el desarrollo de la música asiática y que poseen además el potencial de desarrollarse hasta convertirse en una forma de arte global.
El mismo clasicismo puede atribuirse a las culturas musicales del norte y del sur de India, a la música de la corte coreana y a la tradición musical más antigua del mundo, la música china. Ésta se ha conservado, entre otros documentos, en el Libro de los cantos, elaborado entre el año 1000 y el 600 antes de Cristo y que es considerado hasta hoy el modelo ejemplar de la música clásica china.
La música de otros países es más antigua y ha sobrevivido a los tiempos pasados con menos modificaciones que nuestra música occidental, aunque hoy la industria del pop y de las canciones de moda, así como la comercialización del sector clásico europeo, amenazan igualmente desde dos frentes la existencia de bienes culturales de miles de años de antigüedad. Las culturas musicales son como las lenguas: cuando dejan de hablarse, mueren. La Sociedad de Lenguas Amenazadas estima que en los próximos decenios perecerá aproximadamente una tercera parte de las cerca de 6,500 lenguas existentes. En consonancia, podemos suponer que sólo unas pocas culturas sobrevivirá a la globalización de los próximos decenios. Con ello desaparecerá de modo irrecuperable una parte del legado cultural de la humanidad.
Fuente: Annette Kreutziger-Herr/Winfried Bönig, La música clásica: 101 preguntas fundamentales, Madrid, Alianza Editorial, 2010.
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