Orquesta HAL, dirige Yasuhiko Ishige
En un breve artículo enciclopédico sobre Alexander Glazunov y su obra, el musicólogo Boris Schwarz escribió un párrafo que es especialmente interesante para la discusión de Glazunov como sinfonista. Dice Schwarz:
Al interior de la música rusa, Glazunov ocupa un lugar significativo porque logró reconciliar lo ruso con lo europeo. Fue el heredero directo del romanticismo de Balakirev, pero tendió más hacia la grandiosidad épica de Borodin. Al mismo tiempo, absorbió el virtuosismo orquestal de Rimski-Korsakov, el lirismo de Chaikovski y la habilidad contrapuntística de Taneyev. Había una vena de academismo en Glazunov que en ocasiones tendía a dominar su inspiración, y un eclecticismo al que le faltaba el auténtico sello de la originalidad. Los compositores más jóvenes (Prokofiev, Shostakovich) lo abandonaron por anticuado, pero Glazunov sigue siendo un compositor de imponente estatura e influencia estabilizadora en una época de caos y transición.
¿Por qué digo que este párrafo es particularmente importante como posible punto de partida para discutir las sinfonías de Glazunov? Porque una relectura de lo escrito por Schwarz permite apreciar que ahí están mencionados prácticamente todos los sinfonistas rusos importantes (faltarían, acaso, compositores como Khachaturian y Kalinnikov), lo que ofrece una perspectiva que permite poner a Glazunov en su verdadero contexto como creador de sinfonías. La trayectoria de Glazunov como sinfonista se inicia en los años 1881-1882, cuando compone su Primera sinfonía, titulada Slavianskaya y revisada en 1885 y más tarde en 1929. Las siguientes tres sinfonías de Glazunov fueron creadas respectivamente en 1886, 1890 y 1893. En el año de 1889 Glazunov fue a París como director de orquesta a participar en la Exposición Mundial, interpretando su Segunda sinfonía. Si bien esta presentación no fue un éxito rotundo, ya que Glazunov nunca pudo dominar a fondo el arte de dirigir, al menos le permitió acceder a un reconocimiento internacional que antes no tenía. A pesar de ello, sufrió una crisis creativa, particularmente en los años 1890 y 1891, de la cual salió para crear durante el resto de esa década tres sinfonías más, dos cuartetos de cuerda y el más exitoso de sus ballets, Raymonda. La Quinta sinfonía, en la que puede detectarse una notable influencia de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893) data de 1895. A manera de referencia, sobre esta obra, cito aquí un breve pero ilustrativo comentario de Victor Carr, aparecido en noviembre del año 2000 en Classics Today. Dice así:
La Quinta sinfonía de Alexander Glazunov, brillantemente melódica, de colores luminosos y vívidamente orquestada, encaja perfectamente con el estilo sinfónico ruso de fines del siglo XIX. El hecho de que Glazunov haya sido alumno de Rimski-Korsakov es evidente en la similitud de carácter del primer movimiento con la Tercera sinfonía del maestro. Sorprendentemente, Glazunov parece haber tomado algo de Brahms (su Segunda sinfonía) en el ritmo principal del* Scherzo*. Una atractiva melodía* cantabile es la base del conmovedor Andante*, y la obra termina con un* Finale *festivo, tradicionalmente ruso.
El primer movimiento de la Quinta sinfonía de Glazunov se inicia con una introducción lenta y seria que poco a poco se aligera e, imperceptiblemente, da paso al Allegro, en el que el compositor desarrolla el tema propuesto en la introducción. Marcado por algunos interludios líricos, el movimiento concluye en un final de corte épico, al estilo de ciertas obras de Chaikovski. El Scherzo es un movimiento en general ligero, con el espíritu de una pieza de ballet. Desde el inicio, la música es protagonizada por los alientos-madera (principalmente las flautas), que se encargan de proponer y mantener un pulso atractivo y constante, mas no pesado. En la parte central del movimiento, a la manera de un trío clásico, hay un episodio que semeja una danza rústica estilizada. Glazunov vuelve al ritmo y el pulso del Scherzo con un interesante accelerando, y hacia el final del movimiento, aparece sorprendentemente una reminiscencia de la danza rústica del episodio central, lo que da al Scherzo una constitución formal muy peculiar. Una breve reexposición del Scherzo propiamente dicho conduce a la brevísima coda, que es como un guiño. El Andante es un movimiento de espíritu serenamente melancólico, y su desarrollo melódico está guiado sobre todo por los alientos-madera, a veces como coro, a veces de manera individual. Al centro de este movimiento Glazunov propone, como contraste, una serie de profundos acordes en los metales. El movimiento final ofrece una gran variedad rítmica, debida no tanto a cambios de compás, sino al inteligente uso que el compositor hace de los acentos. En este Allegro – Maestoso se hace particularmente evidente la influencia de Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908) en la orquestación de Glazunov.
En su momento, la Quinta sinfonía de Glazunov fue conocida con dos sobrenombres: Sinfonía heroica o Sinfonía wagneriana; estos títulos, que carecen de justificación, nunca fueron aplicados oficialmente a la obra.
Fuente: Juan Arturo Brennan para la OFCM
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