Junto con Arnold Schönberg (1874-1951) y Anton Webern (1883-1945), el compositor austriaco Alban Berg (1885-1935) es la figura más representativa de la Segunda Escuela de Viena, movimiento musical vinculado a la estética expresionista y pionero en el uso de la atonalidad y el dodecafonismo.
Básicamente autodidacta, las primeras composiciones de Berg estuvieron influidas por la estética musical del Romanticismo y el postromanticismo alemán, pero su encuentro con Schönberg —ocurrido en 1904— fue decisivo para el posterior desarrollo de incomparables piezas de carácter dodecafónico en las que, a diferencia de las densas y cerebrales obras de su maestro, no renunció por completo a un expresivo lirismo con reminiscencias postrománticas, sobre todo de su admirado Gustav Mahler (1860-1911).
De personalidad tranquila e introvertida, Alban Berg pasó la mayor parte de su vida en Viena, donde formó parte de la élite cultural que incluía a personalidades como los pintores Gustav Klimt (1862-1918) y Egon Schiele (1890-1918), los compositores Alexander von Zemlinsky (1872-1942) y Franz Schreker (1878-1934), los arquitectos Otto Wagner (1841-1918) y Adolf Loos (1870-1933) y los escritores Peter Altenberg (1859-1919) y Karl Kraus (1874-1936). En 1906, Berg conoció a la cantante Helene Nahowski (1885-1976), quien se convirtió primero en su musa y luego, en 1911, en su esposa. En 1914, tras asistir a una representación teatral del Woyzeck del dramaturgo alemán Georg Büchner (1813-1837), Berg empieza a trabajar en Wozzeck, su primera ópera, que tras largos estira y afloja se estrenó en 1925. Quizá donde Berg muestra mejor un sabio equilibrio entre la técnica dodecafónica y su muy personal uso de la armonía tonal —en deuda con la obra de viejos maestros como Robert Schumann y Johannes Brahms— sea en la Suite lírica (1925-1926), pieza en seis movimientos escrita para cuarteto de cuerdas en cuya estructura se encuentra oculta una dedicatoria a Hanna Fuchs-Robettin (1896-1964), hermana del escritor Franz Werfel (1890-1945) y en ese entonces amante del compositor. En 1928, Berg empezó a trabajar en Lulú, su segunda y última ópera, basada en las tragedias El espíritu de la tierra (1895) y La caja de Pandora (1904), escritas por el dramaturgo alemán Frank Wedekind (1864-1918). Sin embargo, con el inicio del Tercer Reich y la anexión de Austria a la Alemania nazi, Berg se vio en dificultades para concluir la composición de su ambiciosa ópera. Su música fue prohibida por la censura nacionalsocialista como arte degenerado, y el compositor —hundido en serias dificultades económicas— se vio obligado a interrumpir su trabajo. De abril a agosto de 1935 compuso su emotivo Concierto para violín, dedicado a la memoria de Manón Gropius (1916-1935), hija de Alma Mahler y del arquitecto Walter Gropius, quien acababa de fallecer víctima de la poliomielitis. Finalmente, el 24 de diciembre de 1935 Alban Berg murió a causa de una septicemia provocada por la picadura de un insecto, y el último acto de Lulú —la obra más oscura y violenta del compositor— quedó inconcluso.
A pesar de que Alban Berg es uno de los compositores fundamentales del siglo XX, pocos son los documentales dedicados a analizar su vida y obra. Entre ellos, en esta ocasión queremos destacar el espléndido Berg, realizado en 1972 por el cineasta británico Barrie Gavin (1935) para BBC Two. Siempre fascinado por la música contemporánea, en 1966 el realizador se puso en contacto con el legendario compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez (1925-2016), con quien inició una colaboración que se extendió por más de 40 años y en la que ambos se dedicaron a explorar y analizar las biografías y el trabajo de algunos de los principales compositores del siglo XX en una serie de doce películas documentales que van desde Charles Ives y Béla Bartók hasta Olivier Messiaen y el propio Pierre Boulez. A la par, Gavin realizó —entre las décadas de 1970 y 1990—diversos filmes sobre compositores contemporáneos como Roberto Gerhard, Luigi Nono, Luciano Berio, Hans Werner Henze, Karlheinz Stockhausen, Tōru Takemitsu, John Adams y Oliver Knussen, entre muchos otros. Incansable, además de dirigir la transmisión televisiva de abundantes conciertos y óperas, en la década de 1980 Barrie Gavin inició una colaboración con el director de orquesta Simon Rattle (1955) para la realización de Leaving Home: Orchestral Music in the 20th Century, una espléndida serie didáctica que conforma un recorrido por la música del siglo XX con interpretaciones a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham bajo la batuta del propio Rattle. Además, en 1989 colaboró con el compositor Gerard McBurney (1954) en la realización de una decena de películas sobre el quehacer musical en la Unión Soviética y Rusia, desde Dmitri Shostakovich (The Face behind the Face) hasta Sofia Gubaidulina (The Fire and the Rose). Entre los trabajos más recientes de Gavin se encuentran Beyond the Score (2006-2010), un proyecto para Internet en el que, junto con McBurney, analiza algunas de las obras más famosas del repertorio clásico (El mandarín milagroso de Bartók, la Sinfonía No. 4 de Tchaikovsky, Los planetas de Holst, la Sinfonía No. 9 de Dvořák, La Mer de Debussy, entre otras), interpretadas por la Orquesta Sinfónica de Chicago, y los documentales Finding the Music in Croatia (2007) —sobre el compositor Nigel Osborne (1948)— y Towards and Beyond (2009) —sobre el compositor Jonathan Harvey (1939-2012)—.
Aunque su calidad visual dista de ser óptima, Berg es un excelente trabajo que nos permite ahondar en una de las figuras clave de la música del siglo XX. El documental tiene una estructura clásica (alternancia de imágenes de archivo, entrevistas y fragmentos de conciertos) en la que Gavin busca plasmar la vanguardista estética de las composiciones de Berg por medio del virado a negativo de las imágenes, inspirados fueras de foco que reducen a los músicos a la calidad de meras manchas de color en movimiento y planos cerradísimos que hacen de los instrumentos musicales poco menos que piezas arquitectónicas abstractas, amén de darle un conmovedor sentido humano al ofrecer las terribles y desgarradoras imágenes de desfiles nazis, fosas llenas de cadáveres en un campo de concentración, bombardeos en Vietnam y otras escenas de dolor y destrucción que dan al marco en que Alban Berg desarrolló la mayor parte de su obra (el periodo de entreguerras) una sorprendente actualidad. Sin embargo, lo que da a Berg un inmenso valor adicional es la aparición, en sendas entrevistas, de personalidades de la talla del musicólogo y crítico musical Willi Reich (1898-1980) —autor de dos monografías sobre Alban Berg (una de ellas en colaboración con Theodor W. Adorno), hoy consideradas fundamentales—, el influyente editor de música Alfred Kalmus (1889-1972) —quien se encargó de publicar las partituras de los miembros de la Segunda Escuela de Viena—, el director de orquesta Jascha Horenstein (1898-1973) —paladín de la música moderna, que en 1929 dirigió el estreno de la Suite Lírica de Berg en un arreglo para orquesta de cuerdas y en 1950 dirigió el estreno en París de Wozzeck—, el ya mencionado Pierre Boulez —que en 1979 dirigió el estreno de la versión definitiva de Lulú— y, sobre todo, Helene Berg, quien a través de sus recuerdos nos brinda un encantador acercamiento a la dimensión humana de su esposo.
Desafortunadamente, la única copia de este documental que circula en internet carece de los últimos 8 o 10 minutos, pero esperamos que eso no sea impedimento para que nuestros amables lectores lo disfruten. Como sucede con la versión original de Lulú, tendremos que imaginarnos el final.
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