En 1947, Chávez recibió un encargo del estadounidense Murray D. Kirkwood para que escribiese un concierto para su esposa, la violinista Viviane Bertolami. Chávez comenzó a escribir de inmediato el “Concierto para violín y orquesta”. Cerca de tres años y medio duró la composición de la obra, que el autor fue enviando en fragmentos a la violinista. “Pude soportar la espera –aclara Bertolami– debido a mi convicción de que este concierto está destinado a ocupar un lugar de honor entre las obras más importantes del repertorio violínistico. Bien vale la pena esperar cuando se trata de una música como esta, una combinación de originalidad y de innata musicalidad”. El concierto fue estrenado en México en 1952 , con Bertolami como solista y la OSN dirigida por el propio autor. El Concierto para violín es una obra de madurez de Chávez que ofrece una calidad esencialmente melódica, destacándose por la austeridad y la dignidad de los conceptos. Es de carácter verdaderamente sinfónico, aunque permite el protagonismo del solista en pasajes de gran virtuosismo. La orquesta se mantiene en un marco sobrio y preciso, sin recurrir a ningún elemento de colorido exterior, aunque siendo muy variada en sus intervenciones y presentando combinaciones interesantes y originales. La obra es de amplias y notables proporciones, de equilibrio arquitectónico, a pesar de su duración, de cerca de treinta y cinco minutos. Su forma presenta un procedimiento particular, de “espejo” entre los nueve movimientos que la integran. Comienza un andante, al que le siguen luego allegro, moderato, largo y scherzo, hasta llegar a la cadenza central para el instrumento solista. La cadenza principal al medio de la pieza es una curiosidad formal notable entre sus congéneres. El orden de los tempi aparece luego invertido hasta llegar al andante inicial; todo sin interrupciones. El andante con que se cierra el concierto es un poderoso y emotivo climax; puesto que el tempo de este movimiento es más lento que el anterior (un allegro), Chávez se enfrenta a la formidable tarea de acrecentar la tensión cuando disminuye la velocidad, lo que logra brillantemente. La imitación en espejo también se manifiesta como procedimiento de composición y manipulación del material en los motivos más importantes de la obra que, a pesar de una fisonomía estricta, ofrece una sensación de libertad y fantasía en el desenvolvimiento del discurso. Fuente: Carlos Chávez, vida y obra. Roberto García Murillo. FCE, México, 1960. Disfrute el “Concierto para violin y orquesta” de Carlos Chávez interpretado por Pablo Diemecke y la Orquesta sinfónica nacional, dirigida por Enrique Arturo Diemecke.
Disfrute además otras obras representativas del lenguaje chaviano: los números 1 y 2 de los 10 preludios para piano y la Tocatta para percusiones.
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