La Flauta Mágica en el Auditorio Nacional, diez años después

Por José Antonio Palafox Este sábado 12 de marzo el Auditorio Nacional programó -dentro de sus emisiones de ópera Live in HD del MET de […]

Por Jose Antonio Palafox Última Modificación marzo 14, 2016

Por José Antonio Palafox

Este sábado 12 de marzo el Auditorio Nacional programó -dentro de sus emisiones de ópera Live in HD del MET de Nueva York- una retransmisión especial de La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart en la aclamada puesta en escena de la artista multimedia, cineasta y directora de musicales y ópera Julie Taymor. Fue con este espectáculo que, hace diez años, el MET inauguró el gran proyecto gracias al que los melómanos de prácticamente todo el mundo hemos podido disfrutar “en vivo” las impresionantes producciones que son su orgullo.

Y no se podía haber elegido un mejor programa para celebrar esta primera década: aunque fue la última ópera compuesta por Mozart, La flauta mágica es también una de sus obras más sólidas y fascinantes, llena de admirables arias de endiablada complejidad técnica y con una críptica estructura simbólica en la que se han querido ver referencias veladas a los secretos de las logias masónicas (hay que recordar que en 1784 Mozart había sido iniciado en una de ellas).

Para narrar la historia de amor entre Tamino y Pamina, quienes tienen que pasar difíciles pruebas en el marco de la abstracta lucha entre la luz (Sarastro) y la oscuridad (la Reina de la Noche) antes de estar por fin juntos, esta producción contó con un reparto de primerísimo nivel, encabezado por la soprano china Ying Huang (Pamina) -en su debut en el MET- y el tenor estadounidense Matthew Polenzani (Tamino), quienes interpretaron sus papeles de manera contundente, tanto en el nivel musical como en el actoral. Por su parte, el bajo alemán René Pape ofreció un Sarastro impecable, con una presencia escénica capaz de infundir no solo respeto, sino también comprensión y bondad. Mención aparte merece la soprano húngara Erika Miklósa, quien –literalmente- se ha especializado en cantar desde hace más de 20 años el papel de la Reina de la Noche (el cual, a pesar de tener solamente dos arias en toda la ópera, es uno de los más difíciles por sus exigencias vocales). Magnética, con una personalidad avasalladora, Miklósa ofreció una de las mejores versiones que hayamos escuchado de la famosísima aria “Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen” (en este caso convertida en “Here in my heart, Hell’s bitterness”, ya que la adaptación de la ópera fue traducida al inglés), en la que una amenazadora Reina de la Noche pone una daga en las manos de su hija Pamina y la exhorta a asesinar a Sarastro.

El toque cómico de esta versión de La flauta mágica corrió a cargo del brillante barítono estadounidense Nathan Gunn, quien dio vida a un Papageno (pajarero de la Reina de la Noche y luego fiel “escudero” de Tamino) muy gracioso y ocurrente; el tenor estadounidense Greg Fedderly, quien ofreció un Monostatos (el ambicioso y libidinoso sirviente de Sarastro) de aspecto mefistofélico en deuda con Emil Jannings en el Fausto de Murnau, y la soprano estadounidense Jennifer Aylmer, quien se robó los momentos en que aparece como una Papagena “vieja” y muy coqueta.

Por supuesto, el concepto visual propuesto por Julie Taymor y George Tsypin para esta ópera fue el plato fuerte, y merecería un verdadero estudio adicional que en esta ocasión no vamos a desarrollar. Basta con mencionar brevemente que los artistas hicieron un uso inteligentísimo y muy dinámico del espacio escénico, abundante en llamativas estructuras geométricas que conformaban los peligrosos bosques (habitados por etéreos osos azules y descomunales cisnes de aspecto prehistórico) que debían ser recorridos por Tamino y Papageno en su búsqueda de la virtud, y los imponentes palacios donde (entre grandes bloques de color y por debajo de gigantescas estatuas con fuego sobre sus cabezas) se desarrollaban las intrigas de la Reina de la Noche y de Monostatos en contra de nuestros héroes y de la bella Pamina. Los impresionantes vestuarios de estilo africano, así como las inquietantes máscaras y un maquillaje similar al que se utiliza en la danza butoh, complementaron una puesta en escena realmente fascinante.

Por su parte, la orquesta del MET fue dirigida con singular brío por  James Levine, cuya enfermedad aún no estaba tan avanzada en esos años. La lectura de la partitura de Mozart ofrecida por Levine resultó sumamente vigorosa, alcanzando por momentos niveles más bien wagnerianos.

Así pues, a pesar de estar “doblada” al inglés y de tratarse de una versión “abreviada” a la que se le quitaron prácticamente todos los recitativos y algunos segmentos (esta versión dura solamente 112 minutos, en comparación con los aproximadamente 150 minutos de la ópera completa), este brillante espectáculo es una de las más inolvidables aproximaciones que el público de todas las edades puede tener a La flauta mágica, una de las más grandes óperas jamás escritas en la historia de la música.

Wolfgang Amadeus Mozart – The magic flute: Acto II, escena III. Here in my heart, Hell’s bitterness / Erika Miklósa (Reina de la Noche)

https://www.youtube.com/watch?v=QWUOeWHvn3k

Jose Antonio Palafox
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