Por: Érika P. Buzio
Este sábado 16, a las 20:00 hs y el domingo 17 a las 12, admire al conjunto de percusionistas más distinguido de México, Tambuco, el cual actuará como solista del Garbage Concerto, para basura reciclada, de Jan Järvlepp, con la OFUNAM, en la Sala Nezahualcóyotl. Aquí presentamos un fragmento de dicha obra con el célebre conjunto.
A continuación, la historia abreviada de Tambuco, por Érika P. Buzio.
Su arsenal de instrumentos de percusión supera el medio millar, y de sus viajes por el mundo, los integrantes de Tambuco suelen regresar con las maletas cargadas y endeudados.
“Las percusiones son una familia gigantesca. Queremos utilizar todas las capacidades expresivas de estos instrumentos para ofrecerla a los compositores que escriben para Tambuco”, dice Ricardo Gallardo, director artístico del ensamble.
En sus conciertos pueden aparecer desde instrumentos tradicionales como cacerolas de metal (steel pans) de Trinidad y Tobago y platillos habituales en una sala de conciertos hasta piedras de río y silbatos, cerca de 60 tipos diferentes, que imitan el canto de los pájaros.
“Se trata de crear nuevos idiomas con viejas voces”, añade Gallardo. Tambuco celebra 20 años. Y su director artístico cree que es hora de hablar con menos modestia de sus logros. El público que asiste a sus conciertos, ejemplifica, puede escuchar el repertorio contemporáneo para percusiones, lo que hoy se está escribiendo, fruto de su colaboración constante con los compositores. Son más de 200 obras escritas para el ensamble de percusiones.
Apenas de 1930, explica, datan las primeras piezas para percusiones en la música de concierto: Rítmicas 5 y 6 del cubano Amadeo Roldán, e Ionisation de Edgar Varese.
“Se ha incrementado el patrimonio musical de México”, dice Gallardo. “El repertorio para percusiones goza de una gran salud en nuestro País”.
Desde el principio, en 1993, se propusieron colaborar con compositores y orquestas, compañías de danza y de teatro, además de artistas visuales. De este tipo de colaboraciones dará testimonio su disco conmemorativo, Tambuco 20 aniversario, que salió para coincidir con su concierto el mes pasado en el Festival Internacional Cervantino. Recogerá, por ejemplo, un movimiento de la Tocata de Carlos Chávez, la última grabación que hicieron con el director de orquesta Eduardo Mata, muerto en un avionazo en 1995, quien cobijó el proyecto cuando apenas nacía.
“No vamos a grabar nada nuevo sino a escoger tracks que describen un poco esta historia”.
Será su décimo disco y Gallardo anuncia que ya hay un undécimo en puerta: un álbum monográfico dedicado al compositor Javier Álvarez, que acaban de grabar en el estudio, y al que todavía le restan seis meses de trabajo. La celebración incluirá un concierto el 21 de noviembre en el Festival Internacional de Música de Morelia con los franceses del Ensamble TM, con el estreno mundial de dos obras, y días después, un concierto en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario. La historia de Tambuco empezó a escribirse desde que Alfredo Bringas, Raúl Tudón y el propio Gallardo eran integrantes de la orquesta de percusiones de la Escuela Nacional de Música de la UNAM.
“Ninguna carrera que puede ser grande inicia con varita mágica, hay mucho trabajo previo a Tambuco”, dice Gallardo, quien durante muchos años fue percusionista solista. Gallardo siempre tuvo claro que al regresar a México formaría Tambuco. Todavía el primer año iba y venía de Inglaterra, donde obtuvo la maestría como percusionista en The City University. Eligieron llamarse Tambuco, como una obra de Carlos Chávez, quien apreciaba la sonoridad percusiva de la palabra. Con el tiempo, fueron descubriendo otros significados.
“Supimos que Tambuco significaba el puerto de partida. Y para nosotros fue también el punto de partida para esta odisea que ya lleva 20 años”. Una odisea de la que también formó parte Iván Manzanilla, quien sigue siendo un
“Tambuco honorario”, y a la que se agregó Miguel González. Puesto a elegir las piezas que marcan la trayectoria del ensamble, Gallardo no duda en incluir Tambuco, de Chávez, cuya obra, asegura, es ahora más conocida en el extranjero, gracias a las grabaciones que han hecho.
“Aunque (Tambuco) es un sexteto, digamos que (la obra) fue la pila bautismal del ensamble”, apunta. “Somos percusionistas contemporáneos de música contemporánea de concierto”.
Tambuco se ha preocupado por crear y desarrollar públicos, que no es lo mismo, dice Gallardo, que llenar el Auditorio Nacional.
“Sino que el público sepa qué va a escuchar y espere estrenos de piezas”.
Las metas de Tambuco no han variado desde su formación: perfeccionar las técnicas de ejecución y lograr un aprendizaje mayor. El ensamble desarrolla una labor pedagógica. Acaban de regresar de Japón, donde las percusiones forman parte de una tradición milenaria, y la gira, dice, fue tan intensa en clases como en conciertos.
“Es importante desprendernos de este legado y hacer nuevas generaciones de mejores percusionistas”.
Recientemente estuvieron en Bogotá, Colombia, donde tocaron las obras pioneras para percusión: Ionisation y Rítmicas 5 y 6, además de Ballet mécanique, obra para 11 percusionistas y cuatro pianos.
“La música no conoce ni de visas ni de pasaportes”.
Fuente: Reforma
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