Los 100 de María, por siempre Callas

A cien años de su nacimiento sigue vigente la antigua premisa: Callas es un “gusto adquirido”. Voz extraña, lacerante

Por Música en México Última Modificación diciembre 4, 2023

En la magia inextinguible de una voz imperfecta que cambió el destino del canto – el aliento vital transformado en música – se hallan las claves para intentar descifrar a Maria Callas. La leyenda es anécdota. La verdad, su legado artístico que crece, liberado, inmortal.

La mortal –la otra Maria, como solía decir- ya no cuenta, aunque sea pasto para el mito en todas sus formas. Esa mujer insegura, pesimista, pudorosa, temperamental, difícil, vulnerable, se extinguió a los 53 años quizás añorando marido e hijos. Por uno había abandonado el arte que revolucionó en apenas una década y como tantos de sus personajes, Medea o Butterfly, acabó abandonada.

A cien años de su nacimiento sigue vigente la antigua premisa: Callas es un “gusto adquirido”. Voz extraña, lacerante, que primero  rechaza, luego confronta e hipnotiza hasta volverse irremplazable e imprescindible. Puede no amársela pero jamás permanecer indiferente. Hubo voces más poderosas, más espectaculares y tanto más bellas. Sin embargo, ese sonido complejo, inconfundible – después imitado hasta el hartazgo – ejemplifica un talento que supo transformar defectos en virtudes y que en su búsqueda de perfección simboliza no sólo “La Cantante”, sino la complejidad y esencia del espíritu humano. Lo cierto es que Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropoulos marcó un antes y un después  y a partir de ella, las cantantes de ópera se dividirán en «Callas y las demás».

Genio musical y actriz intuitiva a partir de la música, nunca al revés; con la prodigiosa habilidad para transmitir la esencia, con la inteligencia para integrar un recitativo al aria e iluminar cada instante. Con ella nada sobra, incluso sus excesos ejemplifican buen gusto musical; no hay nota aburrida o indiferente, todas aprovechadas al máximo pero siempre trabajadas y por ende, espontáneas.

Fue un glorioso experimento porque el material estaba, era un diamante en bruto. Su artífice, el ruiseñor español Elvira de Hidalgo, había transformado esa voz oscura, pesada y dramática en pájaro de coloratura. La alquimia resultó, su voz retrotraía al pasado, acabó resucitándolo. El visionario maestro Serafin impulsó su salto al vacío, de Wagner a Bellini y allí sucedió el milagro. El quiebre histórico. Devolvió a las heroínas belcantistas su dimensión trágica, tarea que extendió al maltratado verismo cuando equiparó las rústicas Santuzza y Nedda a  las sacerdotisas Norma, Giulia, Ifigenia y la hechicera Medea auxiliada por la gestualidad legada por sus paisanos Alexis Minotis y su mujer, la inmensa Katina Paxinou.

Siguió la brutal metamorfosis, de patito feo a cisne, el publicitado adelgazamiento(«Porque para Medea necesitaba el mentón como arma expresiva”) y las eléctricas veladas scalígeras cuando sus fans coreaban ”CallaScala!”mientras sus detractores le arrojaban hortalizas que ella – en su miopía- agradecía creyéndolas flores. Después, demasiado pronto, llegó su “descenso” a la fama.  

Mientras tanto, absorbía como una esponja rodeándose de los mejores. Ellos la definieron: “BC y AC, before y after Callas”(Zeffirelli), “un fenómeno estético”(Giulini), “la más grande”(Bernstein), «Una voz perfecta en el personaje que cante«(Serafin). Ciertamente, cada personaje que abordaba sufría una inaudita transformación. Sin el timbre para Mimi…fue Mimi y fue Butterfly y Turandot y Gilda y Amina. Otras le eran más fácil, desde el vamos eran literalmente suyas: Norma, Medea, Anna Bolena, Gioconda, Violeta, Elvira, Lady Macbeth o Tosca, que encarnó como ninguna y por la que no sentía predilección. Su secreto fue prestarle su voz al personaje, pero en el fondo era ella: Maria Callas.

Hoy resulta tan incomprensible como inadmisible la ausencia de filmaciones de sus trabajos con Visconti y otros grandes. No bastan los escasos testimonios filmados pobremente, son sólo instantáneas para corroborar la leyenda. Luego, en la película Medea de Pasolini -que la quiso y entendió pero petrificado ante el ícono no supo aprovecharla- su rostro inmenso, atávico, navegará la pantalla subyugante y desolado pero casi mudo. Faltaba aquella voz única.

En cambio, Callas se agiganta «al verla» en discos, porque su voz permite visualizar aquello que interpreta. En vez de imaginar lo que se lee, permite imaginar lo que se oye. Como las cosechas de vino, la calidad de su instrumento (“mi órgano rebelde”) depende del año; 1952? pétreo; 1953?, colosal; 1955?, glorioso; 1956? turbulento; 1957? ligero; 1958? rotundo; 1964? ácido…pero de la mejor cepa. Aparte de las grabaciones que han dejado de ser atesoradas piratas -la del increíble agudo de la Aida mexicana que habría tentado a Verdi a reescribirlo, la incomparable Norma de la Scala con Giulieta Simionato, el Nabucco napolitano o la feroz Medea de Dallas, la misma noche en que la echaron del Metropolitan- EMI/WARNER atesora el archivo definitivo, habiendo “legalizado” todas aquellas «introuvables», su Kundry romana, la Lucia berlinesa con Karajan, las Traviata de Lisboa y Scala y más funciones scalígeras de Chenier, Ballo y Medea y Sonambula con Bernstein.

Verdadero soldado del arte, a su intuición e inteligencia teatral y musical aunaba férrea disciplina y brutal honestidad («Hay que saber leer entrelíneas y cantar lo que está escrito. Debemos servir a la música aunque para hacerlo haya que romper el instrumento en mil pedazos. Hay que dedicarle la vida y no se trata de voluntad..sino de amor. Devoción y amor para servir lo que se adora. Voluntad se necesita para adelgazar, no para hacer música.») 

Aún con la voz hecha jirones, Callas continuó con obsesiva insistencia en sus roles en pos de una perfección que la eludía más y más. Si se hubiera atrevido con Amneris, la Casandra y Didon berliozianas, o  Eboli y Dalila de las que sólo grabó las arias (como ninguna) incluso con la Klytämnestra straussiana hubiese podido abrir  la puerta a una segunda carrera. De hecho, su Carmen sólo grabada, condensa el personaje como nadie, ni mezzo ni soprano sino tigre feroz, herido, salvaje, de mil facetas. Pero ni Zeffirelli, ni siquiera Visconti que deseaba filmar con ella A la búsqueda del tiempo perdido lograron convencerla. No encontraba motivos, en el lugar de la magia se había instalado la soledad insondable que su voz-aquella “herida abierta entregando fuerzas vitales”– había reflejado desde siempre. 

Al cumplirse el centenario de su nacimiento, como a los diez, treinta y cincuenta, la previsible avalancha (merecida) de tributos y homenajes avanza imparable a cargo de los amos y dueños del puro marketing. Ya no es aquella deliciosa, solitaria metáfora felliniana de Y la nave va sino celebraciones y hasta algunas absurdas apropiaciones de acuerdo al modo ingobernable siglo XXI. Libros, obras, ensayos, bios y biopics (!), supuestos hallazgos y refritos hasta el infinito de todo lo que pueda digitalizarse; todo vale: photoshop, AI, hologramas nefastos, NFTs (!!), remasterizaciones de remasterizaciones con excusas válidas (que las nuevas generaciones se enteren de su existencia) y otras más prácticas ( WARNER resume en «LA DIVINA» una impresionante caja de 135 volúmenes con todo lo que grabó, incluidos ensayos y hasta lo que no autorizó) para sus fieles devotos que pasaron del bendito LP al cassette al CD y DVD y sucesivas cajas conmemorativas y que pacientes seguirán adaptándose a lo que venga con tal de seguir disfrutándola y  a quienes virgenes se asoman a la experiencia de su voz en “streaming”….

A TÍTULO PERSONAL

Conmemorar el centenario de “La Divina” seleccionando sus mejores registros es abrir una caja de Pandora para desatar combates entre devotos, fanáticos, indiferentes y detractores. Mi primer encuentro con esa voz enrarecida por tanto talento fue con su primera grabación comercial de Lucia. En un primer momento, la detesté pero algo me hizo regresar y caí en la trampa. El momento fatídico llegó con su grito Edgardo, Edgardo en esa escena de la locura tan estilisticamente rigurosa como efectiva, la voz ascendiendo como una monólitica columna velada por el llanto contenido ya plasmado en Al fin son tua, al fin sei mio…. Siguió el O don fatale de 1964, atípico que abrió las puertas a otra Callas, la declinante pero tanto o hasta mas fascinante con sus «varias voces» a disposición.

Sus interpretaciones mejoran con el tiempo, lo desafían y le ganan. Si en su momento sólo se contaba con las grabaciones comerciales “autorizadas” y un sinfin de “piratas” como bocado prohibido para exquisitos, hoy la oferta es inabarcable y fragmentada; por eso, debe escogerse cuidadosamente. 

Algunos favoritos personales y recomendaciones:

OPERAS COMPLETAS, REGISTROS COMERCIALES

TOSCA, DE SABATA, 1953

LUCIA, SERAFIN, 1954. 

AIDA, SERAFIN, 1955

LA GIOCONDA, VOTTO, 1959 («Está todo ahí», Maria Callas)

CARMEN, PRETRE, 1964

OPERAS COMPLETAS EN VIVO

LUCIA, KARAJAN, BERLIN 1955.

NORMA, VOTTO, LA SCALA 1955

LA TRAVIATA, GIULINI, LA SCALA 1955

ANNA BOLENA, GAVAZZENI, LA SCALA 1957

MEDEA, RESCIGNO, COVENT GARDEN 1959

LA SONNAMBULA, VOTTO, KÖLN 1957

 RECITALES REGISTROS COMERCIALES

Puccini Arias – Serafin – 1954 

Opera Arias – Serafin – 1955 

Escenas de Locura – Rescigno – 1958 

Verdi Arias I/II – Rescigno – 1958/1964

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CRONOLOGIA

1923 – Diciembre 2. Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropoulos nace en New York.

1937 – Su madre vuelve a Grecia con sus hijas, Maria y Jackie.

1939 – Pupila de Elvira de Hidalgo y debut como Santuzza

1947 – Debuta en Verona y conoce a Meneghini con quien se casa

1953 – Graba Lucia y Tosca,“la mejor grabación de ópera de la historia”

1954/57- Adelgaza 65 libras; debut americano, trabaja con Visconti en la Scala.

1958 –Echada de la Scala y el MET, triunfa en Dallas y Paris. Onassis en la audiencia.

1959 – Onassis invita los Churchill y Meneghini a un crucero en el Cristina

1960/63 – Por Onassis, practicamente abandona la escena.

1964/65 – Retorna como Norma y Tosca(Última funcion teatral; Londres, Julio 5)

1966 – Renuncia a su ciudadania americana para casarse con Onassis. 

1968 – Onassis se casa con Jacqueline Kennedy.

1969 – Como actriz filma la Medea de Pasolini.

1971 – Masterclasses en Julliard School, New York.

1973 – Reaparicion en conciertos, la voz es una sombra del pasado.

1975 – Visita a Onassis moribundo. Se recluye en su apartamento parisino.

1977 – Septiembre 16. Muere en Paris, aparentemente de un ataque cardiaco

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Fuente: Sebastián Spreng para Miami Classical

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