En un valioso pero poco difundido libro, La música con faldas, compositoras a través de los siglos, el melómano, escritor, periodista y maestro, Fernando Diez de Urdanivia, expone lo siguiente:
“Si el conocimiento de las compositoras de México resulta más pobre que el de otros países, debe atribuirse a la información histórica que deja en la penumbra gran parte del pasado cultural.”
La historiadora Josefina Muriel (1918-2008) hace referencia a Alonso Franco, quien en 1645 habló de Juana de Santa Catarina (1588-1633) como una monja que dejó a su convento “muchas obras musicales”. Sin embargo, no parecen existir partituras que la confirmen como una de las primeras compositoras coloniales, y su caso se vuelve similar al de Sor Juana Inés de la Cruz (‘…quien escribió cinco villancicos específicamente para ser musicalizados y cantados’, dice Rami Martínez, director del conjunto Favola in música) .
En 1804 la Marquesa de Vivanco dio a la imprenta un Quaderno de María Guadalupe del que solamente se ha podido hablar de un minué para piano a cuatro manos y nada se sabe de la compositora.
La prensa de la segunda mitad del siglo XIX mencionó a una niña prodigio llamada María Garfias, autora de marchas e himnos patrióticos.
La fronteriza de María Garfias
A la autoría de la maestra conservatoriana Delfina Mancera se atribuye una Misa en mi bemol (1886).
De Guadalupe Olmedo (1853-1896) se ha descubierto un Studio Classico Op.14. Se sabe que nació un 12 de diciembre, en Toluca. Fue alumna de Melesio Morales (1839-1908) y se casó con él. También existen varias paráfrasis operísticas suyas, muy a la usanza de la época. Su examen de composición incluyó el Cuarteto Op.14 y la Obertura Op.15. Recientemente se grabó su Segunda Reverie, para piano.
Cuarteto op. 14 de Guadalupe Olmedo
Entre los dos siglos están Sofía Cancino, Leonor Boesch y Julia Alonso. La primera (Cd. de México, 1897-1982) compuso cuatro óperas, el poema sinfónico Gallo en Pátzcuaro, un cuarteto y varias piezas para piano.
Leonor Boesch nació en Monterrey y fue solista de piano con la Sinfónica de México. No hay reportes de obra suya.
Nacida en Oaxaca en 1889 y muerta en la Ciudad de México en 1977, Julia Alonso tuvo entre sus maestros a Julián Carrillo (1875-1965) y una de sus obras fue la ópera Tonantzin.
Hay catálogos optimistas que reúnen muchos nombres, aunque sin datos de una mayoría de autoras entre las que están María Fajardo, Josefina Serret y Elisa Pinedo. Hace pocos años, la marca Luzam rescató en el disco “Las bicicletas” el vals No puedo ir al baile, de la desconocida compositora Sofía Rodríguez Borja, en la interpretación de Marta García Renart”.
Diez de Urdanivia por supuesto dedica mayor atención a la legendaria cantante y compositora Ángela Peralta (1845-1883):
“Con una voz de la que por desgracia no hay constancia, y con nada despreciables cualidades de pianista, la diva publicó en 1875 un álbum muy típico de aquél tiempo, con varias composiciones que son testimonio de la sensibilidad que compartía con todo México, entonces tan próxima al gusto europeo”.
“No solamente el sabor de las piezas, sino algunos de sus títulos, nos hacen llegar el aroma del siglo XIX que salía de los salones donde se reunía la buena sociedad. Son obras muy disfrutables la romanza Io l’ameró, el chotís Retour y el vals N’oublie pas, además de la galopa México, las fantasías Pensando en ti y Nostalgia, las danzas Margarita y Un recuerdo a mi patria, la mazurka Ilusión, la melodía Sara, otra romanza llamada El Deseo y los valses Adiós a México, Eugenio, Absence, María y Lejos de ti.
Lágrimas de Ángela Peralta
Jozef Olechowski, piano
“Ángela Peralta murió en Mazatlán, el 30 de agosto de 1883, durante una epidemia terrible que acabó con su compañía operística”.
Fuente: Fernando Diez de Urdanivia, La música con faldas, Cuernavaca, Morelos, Biblioteca Musical Mínima, Luzam, 2010. [email protected]
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