Conlon Nancarrow (1912-1997) [1] vivió y murió en México, no nació aquí. ¿Qué tuvo que ver este músico de Texarcana, Arkansas y alguna vez trompetista en orquestas de jazz y de blues, con la Guerra Civil del 36? ¿Cómo fue, por qué es que llegó a España y por qué, ya sin su (retirado por su propio gobierno) pasaporte estadounidense, arribó refugiado a radicar en una colonia que no mucho antes había sido población con ladrilleras al suroeste del Distrito Federal y con la nacionalidad de un país que, al sur del suyo ya no suyo, desconocía y desconoce aún- a décadas de perforar rollos de piano mecánico- su obra creativa recontra admirada, entre otros, por el rockero Frank Zappa (1940-1993)?…Si alguna vez hubiera podido yo charlar sobre otro asunto con Nancarrow que por años fue luego-sin saberlo yo, o mejor dicho, sin saber yo quien era ese señor Conlon (aunque bien qué tenía idea de quién era Zappa y con su música gozaba)- profesor de inglés, vecino en rumbos cercanos agujerados de cavernas de arena y tepetate por donde la entonces arbolada Barranca del Muerto, …¡Sí! ¡ése soy yo luego ya enterado disfrutando su Preludio y blues para dos pianos! ¡Sí, ése soy yo que con él camino esta mañana para comprar combustible que alimente el boiler madrugador de su casa y de la mía!… Vamos rumbo a la miscelánea-recaudería-tortería La Fortuna donde está el único aparato telefónico de cuadras a la redonda y quien atiende se llama Chabela. Aquí va un adolescente parlanchín y extrovertido, ése que campechano- porque ambos ya Libra y Escorpión, nacimos en octubre- insta al amable acompañado a conversar aunque, aparentemente, no sea de éste muy su costumbre:
-Conlon, platíqueme de España, de la Brigada Lincoln, del Partido Comunista en el que estuvo aunque a la luz de los años, de las averiguaciones y de las inferencias uno pensaría que podríamos conversar alrededor de Max Stirner que nació casi el mismo día de octubre que usted aunque un siglo antes, charlar de su libro El Único y su propiedad, ¿lo leyó usted? Yo estoy en ello, intento averiguar qué es el anarco-individualismo y por qué se habla de este filósofo alemán cuando el tema es ése. Vuelvo una vez más al volumen 1 de la Enciclopedia Anarquista de Sebastián Faure. En la página 133 leo: “Sí, los individualistas anarquistas reivindican la plena y entera facultad para toda unidad humana de vivir aisladamente, al margen, fuera de toda agrupación, asociación voluntaria en todos los dominios donde pueda ejercerse e irradiar la actividad humana, sean cuales fueren las experiencias y los objetivos perseguidos; la plena y entera facultad de federarse para los individuos aislados, los convenios entre efectivos reducidos a las asociaciones, sea cual fuere su importancia. Los individualistas anarquistas reivindican la facultad de aceptar toda clase de solidaridad, de hacer contratos en que no importa cuál sea la rama de la actividad humana, su objetivo o su duración.”
¿Qué opina, Conlon- le hubiese preguntado- del exilio por propia decisión? ¿Qué piensa de este su país del cual es ciudadano desde 1955? ¿De su música inserta en él? ¿Le gustaría ir a dar una charla al Colegio Madrid aquí en Mixcoac? ¿Al Instituto Luis Vives tal vez? ¿Conoce usted, a unas cuadras de distancia de estas instituciones educativas fundadas por exiliados, a unas manzanas del lugar donde vive, el rumbo donde vivimos -basta cruzar un barranco, una hondonada más, subir, bajar, subir- una colonia bautizada Alfonso XIII, el rey depuesto aquel 14 de abril del 31 que desde su romano exilio apoyó con robada y atestada hucha el levantamiento fascista con la ilusión de volver al trono y que en un México solidario con la República, tiene absurda, contradictoriamente, con su monárquico apelativo, esa zona de la ciudad de México a su nombre?… ¡Ah qué nombre musical que tiene usted! ¡Qué nombre literario también! Conlon Nancarrow repetido como un minimalista conjuro de druida y de chamán, una voz de ronco mago celta, mexica, lakota o sioux, una flecha desgarrando el aire contra la soledad, un epitafio escrito sobre una piedra plana del cementerio Killeen Cormac al centro del condado irlandés de Kildare, una fórmula cabalística a la cual, como el viejo abracadabra de los amuletos portados por los gnósticos, le fuéramos quitando, le fuéramos borrando como si el tiempo con su indomable pátina, una a una letra tras letra hasta arribar al paraíso musical recuperado que es, luego de todo, tras el diluvio, el silencio de guardada guimbarda, de detenido vehículo escapando un segundo antes de la fatalidad del precipicio y de las aparentemente infinitas vueltas de un trompo a su aire, el silencio mecánico que se torna de nuevo natural como ese mínimo lapso que nos da el eclipse solar concluido antes del trinar del pájaro, del canto del gallo, el probable rocío del nuevo amanecer un mismo día.
Conlonaan Arrow…Conlonancarro…Conlon Nancarr…
[1] Algo de esto se leyó en mi libro “Antes muerto” igualmente.
Fuente: Alain Derbez: “La libertad es el tema” (en prensa).
* Música en México agradece al Mtro.Alain Derbez por compartir amablemente este texto con nuestros lectores.
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