La pianista brasileña Eliane Rodrigues encontró una pequeña dificultad desde los primeros compases de la Polonesa fantasía de Chopin, durante un recital en Rotterdam, algo no andaba bien con el mecanismo del pedal. Con una gran cuota de buen humor comenzó a pedir ayuda al personal de la sala, hasta que se dispuso un cambio de instrumento. En medio de esa situación, Rodrigues comenzó de manera espontánea una simpática interacción con la audiencia.
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