OFUNAM: Celebración por los 25 Años de Relaciones Diplomáticas entre México y Armenia

La música armenia se extiende en el tiempo por muchos siglos hasta esa antigüedad que la vuelve casi eterna, y siendo un pueblo tan antiguo […]

Por Música en México Última Modificación agosto 29, 2017

La música armenia se extiende en el tiempo por muchos siglos hasta esa antigüedad que la vuelve casi eterna, y siendo un pueblo tan antiguo es indudable que fue su influencia la que se extendió por múltiples regiones y no a la inversa como a veces se piensa; especialmente la religiosa, que como hoy sabemos, también ocurrió en las tradiciones musicales europeas, tiene la misma raíz que los cantos del pueblo, o estos la de aquella.

 

Tal vez los primeros ejemplos de una música plenamente escrita y compuesta y con originalidad creativa fueron los de la polifonía del monje Komitas, creador de la música “clásica” armenia en el siglo XIX, recopilando y armonizando canciones populares y creando su propia música dentro de los cánones occidentales ya establecidos.

 

El armenio es uno de los pueblos más sensibles hacia la música: lo demuestra con su importancia en los eventos de la vida cotidiana, con la tradición de los músicos-poetas itinerantes que, al modo de los juglares medievales, la difundían desde muchos siglos atrás, y con la creación de sus propios instrumentos, ajenos a las tradiciones de otros pueblos y culturas. Es innegable que, hoy le encontramos una cierta influencia de la árabe, pero la retroalimentación cultural sigue siendo tema de estudios por definir o confirmar. Es indudable la autonomía melódica y rítmica de esta música.

 

En el siglo XX el más popular y trascendente de los compositores armenios fue ARAM JACHATURIÁN (1903-1978), quien, en los tiempos del gran auge de la escuela musical soviética, lo considerábamos como tal, con una pérdida de su esencia nacional. Era común asociarlo con sus contemporáneos y no era raro hablar de “los compositores rusos Shostakovich, Prokofiev y Jachaturián”. El gran compositor armenio es reconocido sobre todo por su obra orquestal y sus ballets, plenos de ritmos folclóricos y de grandilocuencia orquestal. Sin embargo, también compuso obras de cámara y corales, de carácter más introvertido y relajado, que son menos conocidas. Sus dos obras cumbre son sin duda los ballets Gayaneh (así pronunciado y que por alguna razón errónea acostumbrábamos llamar “gainé”) y, por supuesto, Espartaco, obra monumental en su concepto, extensión y grandiosidad musical; aunque esta obra tiene momentos de gran espectacularidad sonora, es el pasaje del Pas de deux del protagonista y su amada, el que más se interpreta en conciertos conocido sólo como Adagio de Espartaco; y es un pasaje de gran belleza y emotividad, con un inolvidable clímax.

 

Otros importantes compositores armenios son Tigran Mansurian (de quien en tiempos recientes pudimos escuchar en México su Requiem) y ALEXANDER ARUTIUNIÁN (1920-2012) de quien en México es usual escuchar su Concierto para trompeta, muy popular entre los intérpretes de ese instrumento. Ahora la OFUNAM, en este concierto celebratorio nos ofrece el regalo de poder conocer su Concertino para piano y orquesta, compuesto en 1951 y dedicado a su hija Narine recién nacida. La obra tal vez recibió ese título por su predominante carácter ligero y vivaz, pero es todo un concierto en forma, de relativamente corta duración, pero estructurado en los tres movimientos clásicos. Curiosamente, la grabación más notable que se puede escuchar de esta obra está interpretada por su propia hija Narine Arutiunian. La obra será tocada por la joven pianista armenia ANI ATAYÁN.

 

La otra obra armenia que escucharemos en este concierto será la Balada Heroica para piano y orquesta de ARNO BABAJANIÁN (1921-1983), quien está considerado una de las glorias de la música armenia, tanto como parte de la escuela pianística como por ser uno de sus principales compositores del siglo XX. También la música de Babajanián está plena de ritmos armenios, algunos de su propia invención, pero con todo el sabor de la música autóctona de su país. Vale mencionar que esta obra le ganó a Babajanián el Premio Stalin de 1950 además de la Orden de la Cinta Roja del Trabajo, la condecoración militar más prestigiada de la Unión Soviética.

 

La Balada Heroica es un pequeño concierto para piano lleno de ímpetu y fuerza, haciendo honor a su nombre, pero también con pasajes de introspección y belleza melódica heredera del gran romanticismo, que a veces evoca el espíritu de Rajmaninov; es natural que fuera una pieza muy motivadora para el pueblo armenio y de ahí su popularidad y reconocimientos.

 

El intérprete de esta obra es otra figura excepcional de nuestro tiempo, pues ARMEN BABAJANIÁN, quien comparte el apellido del compositor, es uno de los pianistas más importantes y famosos en ese país. Realmente es una invaluable oportunidad la que nos ofrece la OFUNAM para escuchar estas obras de un pueblo hermano, que comparte con nosotros la sensibilidad y gusto por nuestras músicas.

 

Por parte de la música mexicana que se alternará con las obras armenias, escucharemos uno de los perennes clásicos de nuestra música nacionalista, la Sinfonía núm. 2, Sinfonía India de CARLOS CHÁVEZ; “una sinfonía perfecta”, en voz del gran Julian Orbón, pues sigue con ingeniosa precisión los parámetros de la forma sonata de toda sinfonía y de forma muy original sigue la estructura de los cuatro movimientos del género. Pero, además, la obra consiste en una utilización de temas musicales de los huicholes de Nayarit el tema inicial o principal; de la cultura yaqui de Sonora los siguientes dos temas; y de los seris de Baja California el prodigioso e incisivo tema final. Con la brillante y espectacular orquestación e el ímpetu rítmico, la Sinfonía India se convirtió en una en una de nuestras obras sinfónicas más importantes.

 

La otra obra será la Suite 1910 de MANUEL ESPERÓN (1911-2011), uno de los creadores mexicanos más importantes de la música vernácula, creador de innumerables canciones; y si no, preguntémosle a Flor de azalea, Amorcito corazón, Yo soy mexicano, ¡Ay, Jalisco, no te rajes! y tantas otras, además de las más de 450 películas que musicalizó. Curiosamente, también es autor de una buena cantidad de música de concierto y orquestaciones de música popular que permanece relativamente olvidada. La Suite 1910 como es un arreglo sinfónico de gran orquestación, basada en canciones y temas populares, no sólo del año simbólico del título, inicio de la Revolución Mexicana, (como la emblemática Adelita), sino que abarca temas que cubren buena parte del siglo XX.

 

Este concierto que tendrá lugar el sábado 2 de septiembre a las 20:00 hrs en la SALA NEZAHUALCÓYOTL estará dirigido por RODRIGO SIERRA MONCAYO, quien además de sus propios méritos profesionales como uno de nuestros jóvenes directores, es nieto del glorioso creador del inefable Huapango.

 

Fuente: Música UNAM

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