Séptimo programa de Minería: Liszt, Bartók y R. Strauss

por Ricardo Rondón Dos obras importantes fueron programadas para la séptima velada de la temporada de la OSM. Nuevamente Carlos Miguel Prieto tomó el podio […]

Por Música en México Última Modificación agosto 19, 2014

por Ricardo Rondón

Dos obras importantes fueron programadas para la séptima velada de la temporada de la OSM. Nuevamente Carlos Miguel Prieto tomó el podio para enfrentar estos retos. El Concierto No. 2 para violín de Bela Bartók pertenece a 1938. Su primer Concierto para este instrumento, escrito en 1907-08, estuvo en total estado de negligencia por muchos años. El compositor lo retiró y solo resurgió hasta 1958. Su primer movimiento fue usado por Bartók para el primero de sus Dos retratos, para orquesta. Tardó casi 30 años para que compusiera el Concierto No. 2. Cuando lo hizo nos legó una obra maestra de la literatura musical y que hoy día ocupa su lugar en el repertorio internacional. Lo introdujo el violinista Zoltán Székely, a quien se lo dedicó y fueron famosos los pleitos y desacuerdos entre compositor y solista pero finalmente en 1939, bajo la batuta de Willem Mengelberg frente a la Orquesta del Concertgebouw nació esta joya. La introducción en el primer movimiento abre con una conversación del violín con el arpa y las cuerdas en pizzicato y sigue un tema rapsódico seguramente inspirado por el folklore húngaro que fascinó a Bartok toda su vida. Viene un cambio, nada brusco, en donde el tema segundo, un legato mezcla tonos dodecafónicos con una tonalidad pronunciada. En el desarrollo la temática es asignada a una variedad de situaciones. El segundo movimiento nos lleva a una expresión soberbia de un Tema con variaciones, algo en que insistió Szekely y lo logró después de muchos dolores de estómago. El Finale es una variación libre del movimiento inicial. Los episodios son fascinantes y el solista casi tiene que combatir con la orquesta para coronar esta creación que debe ser más divulgada.

El violinista Augustin Hadelich, nacido en Italia e hijo de padres alemanes, tuvo una actuación que materialmente enloqueció al público de la Sala Neza. Tiene 30 años, un dominio escénico serio, comprometido y seguro. De inmediato nos transportó al mundo especial de Bartok cuyas dificultades técnicas son terribles pero que ofreció con un virtuosismo extraordinario. Su sonido puede ir de los momentos ásperos e intensos, plenos de drama, a la flotación lírica del segundo movimiento, todo con una envidiable comunicación y entrega. Es un artista del cual vamos a estar muy pendientes y que ojalá pronto vuelva a México. Como “encoré” tocó el Capricho No. 5 de Paganini refrendando su extraordinaria técnica y valores interpretativos. Prieto y la OSM estuvieron a su altura tocando con el virtuosismo que el director les ha imbuido. Los miembros de la orquesta se unieron al aplauso del público en la ovación más larga y nutrida de la temporada. Ha sido un honor y privilegio conocer a Hadelich y escuchar los sonidos celestiales o infernales que produce con su Stradivarius. El reto técnico es casi inhumano.

Una Vida de Heroe (Ein Eldenleben) (1898)

Este es el octavo y último poema sinfónico de Richard Strauss. Data de 1898 y narra la biografía de un héroe que vence los obstáculos y triunfa sobre todos los enemigos en su lucha por construir un nuevo mundo. Naturalmente Strauss hablaba de sí mismo, modesto no era. Para apoyar esta aseveración basta escuchar la quinta sección en donde los “Trabajos por la paz” de nuestro héroe invitan a participar temas famosos de otras obras suyas. La pieza exige un tono suntuoso en la orquesta, magnífica técnica y expresividad total desde el podio. Además, muchas de las texturas deben ser transparentes. Las secciones son: El héroe, Sus adversarios (los críticos de música), Su compañera, Sus proezas en la batalla, Sus trabajos pacíficos, Su retiro y satisfacción de una vida plena. La enorme orquesta incluye 5 trompetas, 8 cornos, triples maderas, 2 tubas, percusión y cuerdas aumentadas en la medida correspondiente. Fue una interpretación magnífica, perfectamente balanceada y de una sonoridad impresionante. A Prieto le gustan los grandes decibeles y aquí sonaron fabulosos. Toda la trayectoria musical fue guiada por el director con enorme afecto y admiración por el compositor y las secciones diversas se lucieron. Las intervenciones de la violinista y concertino Shari Mason fueron excelentes y repletas de personalidad. No nos imaginamos una versión más satisfactoria que ésta y obviamente la orquesta tuvo mucho tiempo de preparación porque salió redonda.

La velada arrancó con el poema sinfónico Hamlet, de Franz Liszt que pasó sin pena, ni gloria. El aplauso fue frío y escaso. Liszt simplemente no está a la altura de los otros compositores del programa y entre más lo escuchamos, menos nos gusta. No importa, Hadelich y Prieto nos han dado un concierto que vamos a recordar por mucho tiempo.


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