Orquesta Sinfónica de Torino de la RAI | Sergiu Celibidache, director
Strauss inició Muerte y transfiguración hacia finales del verano de 1888 y la terminó el 18 de noviembre de 1889. El estreno fue en Eisenach, el 21 de junio de 1890. El amor y la muerte son dos pasiones que cautivaron la imaginación de muchos artistas del siglo XIX. Era una época de emociones manifiestas, un período de confrontación con el lado oscuro de la psiquis humana, una era en que las pasiones volaban alto (en las artes, aunque por cierto no abiertamente en la sociedad victoriana). El final del siglo vio el comienzo en la obra de Sigmund Freud, de una serie de teorías extraordinarias acerca de la mente. Freud postuló la presencia permanente de la sexualidad y del deseo de la muerte: amor y muerte. De este modo, no es para nada sorprendente encontrar que un compositor como Strauss, que creció en la cargada atmósfera emocional de fines del siglo XIX, expresara temas comparables en sus dos primeras composiciones maduras. Don Juan está basada en un personaje que se dedicó a sus pasiones, pero finalmente sucumbió a su deseo interno de destrucción; su siguiente obra de envergadura, Muerte y Transfiguración, tiene como tema a un moribundo que recuerda los grandes amores de su pasado. (Resulta interesante que para su siguiente poema sinfónico, Till Eulenspiegel, Strauss recurriera a una tercera emoción humana -el humor-). Strauss explicó la obra en una carta:
Se me ocurrió la idea de representar en un poema sinfónico la muerte de una persona que había luchado en pos de los más altos ideales, por lo tanto muy posiblemente un artista. El enfermo yace en su cama dormido, respira pesada e irregularmente; sueños agradables ponen una sonrisa en sus rasgos a pesar de su sufrimiento; su sueño se hace más ligero; despierta; nuevamente es asaltado por un dolor terrible, sus miembros tiemblan de fiebre -cuando el ataque retrocede y se reduce el dolor, reflexiona acerca de su vida pasada, ante sus ojos pasan su infancia, su juventud con sus luchas, sus pasiones, y luego, mientras vuelve el dolor, aparece ante él el fruto de su paso, la idea, el Ideal que ha tratado de concretar, de representar en su arte, pero que no ha logrado perfeccionar porque no está en ningún ser humano la posibilidad de perfeccionarlo. Se acerca la hora de la muerte, el alma abandona el cuerpo, para encontrar perfeccionado en su forma más gloriosa, en el cosmos eterno, lo que no pudo cumplir aquí en la tierra.
Cuando el biógrafo de Strauss, Norman Del Mar, comparó este programa con la música, halló que el poema sinfónico reflejaba bastante cuidadosamente este significado. Su descripción de Muerte y Transfiguración aparece en la partitura publicada:
La obra comienza con… el pulso esporádico y los latidos del corazón del enfermo sugeridos por una figura irregular tocada alternativamente por las cuerdas y los timbales. Los suspiros del hombre también están retratados gráficamente por las cuerdas, junto con un pequeño giro patético hacia arriba en las flautas. Luego cambia el color, y la figura que yace en el lecho asume una personalidad humana. Se presentan nuevos temas en la flauta y el oboe, después de lo cual la música del sufrimiento vuelve. Una modulación nos trae de vuelta colores más cálidos; el enfermo sigue sonriendo suavemente mientras recuerda escenas de su niñez…
De pronto el sufrimiento reaparece con violencia y se puede oír al enfermo retorcerse en su agonía. La música pinta vividamente sus luchas con el asalto feroz de su aflicción… Se produce un climax, en cuyo pico el tema principal del allegro es anunciado por tonos de grave resolución. Este desafiante gesto representa la decisión del inválido de resistir la amenazadora cercanía de la muerte… Con un esfuerzo sobrehumano el inválido reúne las fuerzas que le quedan y por primera vez se oye el tema más importante de la obra, el tema de la Ideología del artista…
[Prosigue] una serie de cuadros representa las diferentes fases de su vida a partir de la infancia, retratados por temas desde la sección introductoria de la obra. Se muestra la personalidad del hombre ya presente sin artificios en el niño mismo.
Un breve acceso de dolor y… [entonces] un cuadro del audaz joven en el que ahora se ha convertido, lleno de esperanzas y vigorosas aspiraciones. Este cuadro termina con un tremendo arrastre de los violines que sumerge la música en una escena amorosa furiosamente apasionada. Crece más y más hasta que el puro recuerdo le provoca al inválido las más terribles palpitaciones…
Se produce una breve pausa; luego suavemente y con vacilación el moribundo trata de evocar una vez más los recuerdos fervorosos, pero cada vez reaparecen los temidos golpes de martillo en su pecho… [Recuerda] el momento magnífico en que por primera vez se le aparecieron sus ideales en toda su gloria. Hay tres expresiones bastante espaciadas del tema de la Ideología a medida que se fortalece la visión del artista, hasta que en la tercera expresión se desborda hasta llegar a una frase posterior extática.
Pero el esfuerzo ha sido excesivo y todas estas visiones le agotan, dejando atrás nada más que la escena del inválido en su lecho… Las palpitaciones vuelven con renovada ferocidad, y deslizándose hacia arriba la música se desvanece cuando la muerte trae alivio al enfermo; el momento del deceso está marcado por la entrada del tamtam…
Poco a poco, de la oscuridad surge la figura inicial del tema de la Ideología en cada uno de los cuatro cornos, por turno… Se le une la melodía del oboe desde la introducción, ahora en las cuerdas en un peso cada vez mayor de sonido radiante, que indica que las cualidades que están en nosotros desde la infancia perduran hasta el Más Allá…
Las cuerdas se elevan aun más, hay una breve pausa, y por fin el tema de la Ideología queda proclamado en su totalidad, cuando el alma transfigurada realiza, en la vida más allá de la vida, los objetivos que nunca pueden lograrse durante la existencia terrenal.
Fuente: hagaselamusica.com
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