El reconocido pianista Álvaro Cendoya (San Sebastián, 1960) ha realizado a lo largo de su carrera intensos estudios sobre la música relacionada con el folklore, caso de los compositores Tomás Garbizu, Ignacio Cervantes o Manuel María Ponce, sobre los que ha grabado varios discos en Naxos y Gran Piano. Cendoya apela a “profundizar en la época histórica de estos compositores”, ya que estos lenguajes son bastante esquivos para un pianista que procede del mundo clásico. La integral Ponce que ha grabado en Grand Piano abarca ocho discos. Pero antes hubo dos paradas discográficas con varios registros en el folklore vasco de Tomás Garbizu y en la música “cubana” de Ignacio Cervantes, universos sonoros que le han valido a Cendoya para comprender a Ponce, sobre el que insiste, la figura de Paolo Mello, como experto ponceano, ha sido fundamental. Y aunque no olvida que es un pianista formado en el repertorio clásico, reconoce estar viviendo en cuerpo y alma para estos “pianos de otra época”, para los que está reviviendo figuras, principalmente en Europa, relegadas con el paso de los años.
Cendoya comenta sobre el compositor mexicano:
Manuel María Ponce se desenvuelve como compositor, intérprete, pedagogo y musicógrafo básicamente en la primera mitad del siglo veinte. Es considerado una de las figuras más fecundas y apreciadas en la vida musical de México, por lo que ocupa un lugar privilegiado gracias a su vasta e importante producción. Abarcó la mayoría de los géneros, así como prácticamente todas las formas musicales.
Uno de los aspectos básicos que caracteriza la obra de Ponce radica en los diversos estilos empleados a lo largo de su intensa trayectoria como creador, lo cual refleja un amplio conocimiento y dominio de las técnicas de composición. A grandes rasgos, percibimos en este compositor un romanticismo que viene a cerrar el capítulo de los músicos que le precedieron, y un modernismo que se manifiesta esporádicamente desde las obras de juventud, pero que se consolidó a partir de su estancia parisina en 1925.
En la obra de Ponce, podemos distinguir aquellas composiciones que forman parte del romanticismo universal, de otras inspiradas en la música popular de su país y que reflejan un romanticismo nacionalista. En cuanto a las primeras, observamos obvias influencias europeas, tanto chopinianas (notorias en sus Mazurkas) como lisztianas, considerando que llevó a cabo en Italia y en Alemania, de 1905 a 1907, estudios con los herederos de la escuela de Liszt. Con respecto al romanticismo que se observa en su música inspirada en el folklore de su país, debemos mencionar que Ponce fue el fundador del movimiento musical nacionalista de México. Como tal, armonizó cantos del pueblo, introdujo dichas melodías en pequeñas y grandes formas y creó motivos propios de auténtico sabor regional. Cuando viajó a La Habana, de 1915 a 1917, asimiló la esencia de su música y, adaptando a ésta motivos temáticos propios, la expuso en las obras de su autoría, sin dejar de introducir melodías del folklore cubano. De 1925 a 1933 se estableció en París, donde recibió clases de Paul Dukas y se acercó a la intensa vida musical de la capital francesa. Allí definió en sus nuevas composiciones un determinado modernismo, tanto de carácter impresionista como expresionista. Sus obras, en general, presentan dificultades particulares, tanto rítmicas como armónicas.
Fuente: Entrevista de la revista Ritmo realizada por Gonzalo Pérez Chamorro
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